hace tu padre, sin darse cuenta. El ejemplo de su costumbrismo estimula tu rebeldia. Nunca seras como el, estate tranquila. Tampoco quisiera que lo despreciaras. Su integridad es buena en si misma, pero no puede aplicarla. Hay algo morboso en su dedicacion al pago eterno de quien sabe que culpa.
No me malinterpretes, le quise como es. Y fui feliz durante los primeros anos, Porque, a falta de un proyecto en comun, la pasion nos ayudo a convivir con sus remordimientos tanto como con la idea de que no existia para nosotros la menor posibilidad de futuro. Tu aun no lo sabes, porque eres muy joven, pero cuando la pasion termina, y termina siempre, las rutinas del adulto no son lo bastante fuertes para sustentar el afecto que queda. En eso, el matrimonio siempre llevara ventaja. Un amante es como un francotirador que, asomado a una ventana, espera con infinita paciencia a que el blanco se Ponga en su punto de mira, y que si no aparece se convierte en una figura ridicula, inutil, en un espectador de su Propia impotencia. Un casado pertenece al ejercito regular. Por mal que le vaya, siempre puede contar con un plan superior, con una estrategia disenada para el. Si el casado es, ademas, profundamente cristiano, cuenta con doble proteccion. Pueden decir lo que quieran, pero no he conocido a nadie mas, egoista que un buen cristiano. Nunca entregan su alma. No le robe a Albert a tu madre. Maria no lo tenia, y tampoco yo lo tuve. Un eremita, subido a la torre de sus principios, ese es tu padre.
Estuve a punto de romper con el en tres ocasiones, pero solo fui capaz de hacerlo mas adelante, cuando ya te habia ganado a ti. Porque tu, Regina, lo cambiaste todo.
Lo peor no es morir Lo peor es el silencio. Saber que, al irte, nada tuyo queda. Estos dias pienso mucho en cuanto me rodea. Mis queridos libros. Mi casa, que con el tiempo se ha vuelto como yo. Mis sentimientos, Regina. Me horroriza morir sin que los conozcas. Durante un tiempo, crei que adivinabas, llegue a pensar que, entre nosotras, no hacian falta palabras. No fue asi, te marchaste. Te perdi, me perdiste.
La letra de los ultimos parrafos habia ido deformandose hasta interrumpirse a media frase. Imagino los dedos de Teresa, agarrotados en torno a la Parker, forzandose a escribir. La frase inconclusa vibraba en sus oidos como una flecha recien hendida en su almohada. No continuaba en la anotacion siguiente, escrita casi diez dias despues. Era como si Teresa hubiera renunciado a cualquier clase de fingimiento formal, para demostrarle la honestidad de sus palabras.
6 de julio
Han transcurrido siglos desde la ultima vez que te escribi. Tuve una recaida, y me llevaron al hospital para hacerme unas pruebas. Parece imposible, pero el doctor Pons dice que, dentro de que me voy a morir como esta previsto, he mejorado. Debe de ser verdad, porque el no me miente. Hablamos del cancer como del tiempo, sin dramas. El resto de la gente me trata como si en vez de estar enferma me hubiera vuelto senil. Menos tu padre. Albert vuelve a representar el papel de fiel amigo que tu le viste adoptar en esta casa, lodo naturalidad y ternura. Eso ocurrio -me refiero a su comportamiento durante los tres anos en que te acompano a verme, y del que fuiste testigo- porque ya no habia sexo entre nosotros.
Un dia se sento en la sala y no abrio ta boca. ?no se atrevia a preguntarme que era lo que yo queria vender, y a mi me daba apuro verlo pasar verguenza por mi. Se llevo la pulsera, despues de haberla sobado mucho y de examinarla con la lupa que llevaba en el bolsillo, y prometio que me buscaria un buen cliente. Mas adelante me confeso que se habia enamorado de mi desde el primer momento. La cuestion es que estuvo viniendo a casa varios dias seguidos, con la excusa de hablarme cada vez de un nuevo comprador. Nuestras charlas se hicieron mas y mas personales. Le conte mi vida y el me conto la suya. No me engano.
La primera vez que hicimos el amor, despues, se echo a llorar. No he visto llorar a nadie con tanta congoja, como si hubiera pasado anos conteniendo el llanto. Sollozaba como deben de hacerlo los ninos salvajes, esos que han crecido a solas en un bosque, cuando pierden el miedo a dejarse abrazar. Me conmovio. Tu padre ni siquiera sabia que habia tanto amor dentro de el.
Como ves, hoy estoy escribiendo mucho. Me encuentro bastante bien. Si pudiera continuar asi hasta el final. Pero entonces no sabria marcharme con dignidad. Creyendome con fuerzas, me enzarzaria en una batalla inutil.
Esta manana, Albert me ha sacado al patio, a tomar el aire. Queria ponerme entre sol y sombra, pero le he pedido que me colocara cerca de la fuente, que me dejara achicharrar. Le he dicho que debo aprovechar el sol de mi ultimo verano, y se ha dado la vuelta para que no lo viera emocionarse. Que tarde llega todo, si es que llega.
Te escribo desde la mesa del comedor ?Te acuerdas? Nos instalabamos aqui, tu con tus deberes y yo con mi querida Underwood, que todavia funciona. Me habria gustado dejartela junto con mis libros y papeles, pero se la voy a regalar al doctor Pons, que siempre que viene a verme a casa se queda mirandola, fascinado. Es uno de esos raros medicos que no se acostumbran al dolor ajeno. Con el hablo mucho de la muerte. Al principio tuve otro oncologo, un hombre mayor, competente pero con un semblante liso e impersonal, la mascara de la profesion, supongo. A Pons lo conoci al final de mi primer internamiento. Tu padre habia venido a verme y me habia traido una cajetilla de Celtas para que fumara de vez en cuando, a escondidas. Solia dar dos caladas a un cigarrillo, y lo tiraba. Era suficiente para infundirme un poco de animo.
Ese dia sali del cuarto que ocupaba con otros enfermos. Ayudandome con las muletas -no las uso, ya te he dicho que estoy mejor, pero las tengo siempre a mano, por si acaso-, me dirigi a uno de esos recovecos que hay en los hospitales, cerca de una escalera de emergencia, adonde los fumadores solemos acudir para que no nos vean las enfermeras.
El doctor Pons estaba alli, un hombre de unos cuarenta anos y ojos inocentes, fumando con el rostro desencajado. Se le acababa de morir un paciente, un nino, de leucemia, y no lo podia soportar.
Hablamos. Cuando se sereno, me dijo que leeria mi historial clinico. Crei que se olvidaria, pero no lo hizo, y ademas me tomo a su cargo. A punto de morir, gane un amigo. Que absurda es la vida.
Nunca te escribo delante de Albert. Sabe que lo hago, se lo he dicho, y me ha prometido entregarte los papeles, en el caso de que no aparezcas antes del final. Escribirte es un acto privado que no puede admitir mas testigos que tu y yo. No quiero que espie mis emociones. Siempre lo hace, me observa como si quisiera descubrir en mi semblante, en mis gestos, los dias que me quedan por vivir. Me dice que no ha dejado de quererme. Extrana forma de amar la suya. «Desde el renunciamiento», insiste. Sufre mucho por mi. Supongo que, en el fondo, le gusta. Espero que no se atreva a confiarme que tambien reza por el bien de mi alma. No se si tendria paciencia Para tolerarselo.
Voy a parar Me duele la espalda. Cuando no es una cosa, es otra.
A Regina tambien le dolia la espalda. Habia pasado varias horas en el cuarto, doblada ante el escritorio, y al tumbarse no se habia relajado. Notaba la columna arqueada sobre el colchon, vertebra a vertebra, y como estas se encaballaban en la region occipital. Que gran novelista habria sido Teresa, penso, si en lugar de mostrarse tan puntillosa con la teoria hubiera dado alas a su imaginacion. Con pocas pinceladas habia trazado un diestro retrato de su padre, cargado de lucidez y compasion.
Estaba resentido. Sabe luchar para ganar el sustento de su familia, pero no puede ir mas alla. Conmigo, se explayo. Lo atormentaba el pensamiento de que su hija vivia en un ambiente insano, sin mas carino de mujer que el de la sirvienta. En aquel entonces no habia guarderias como las de ahora, y a los tres anos te metio en el colegio de monjas. Al menos, no te mando a un internado, no se desentendio de ti, lo que habla en su favor.
Fuiste una nina preciosa, Regina, llena de caracter. Las tardes que Albert pasaba conmigo metido en la cama, le pedia que me hablara de ti. Le dije la verdad, que mi curiosidad tenia relacion con Marta, la protagonista de mis libros, pero se la conte al reves. No le confese que aquel personaje que invente en Paris porque necesitaba creer en un futuro mejor para nosotras, las mujeres, era el modelo en el que me habria gustado convertir a una nina de verdad, la mia.
En la cama, conversando acerca de ti con tu padre, que me pedia consejo para cuanto tenia relacion contigo y me contaba lo que hacias, tus travesuras, tus desobediencias, comence a quererte como si fueras hija mia. No la hija que pude haber concebido en la inconsciencia de la juventud y que hubiera nacido marcada por el mundo atroz en el que me toco vivir, sino la hija de mi madurez, aquella que podria contribuir a cambiarlo y que ya no aceptaria ser la sombra del varon ni uncirse a su destino.
Entre los papeles que pienso darte para que los utilices como mejor quieras hay varios ensayos que escribi sobre los cambios experimentados por la mujer europea a raiz de la segunda guerra mundial, asi como ciertas visiones que tengo del porvenir y una cronica, que empece a redactar pero que no he acabado, como siempre me pasa, sobre el comportamiento de las mujeres en el bando republicano durante nuestra guerra civil. Pienso que pueden serte de ayuda, pero si no estas de acuerdo puedes quemarlos, tirarlos o hacer con ellos lo que se te