prolongacion natural de su camaraderia cotidiana.

No se habia propuesto seducirle. Ocurrio. Fue una experiencia placentera desde el primer polvo. Y algo mas. Como echar raices. Alex era parte de Regina. Casi un hijo. Habia dormido en aquella misma cama cuando Judit apenas empezaba a sonar con lo que ahora le estaba sucediendo. Su relacion con Alex, aunque secreta, era como usar la ropa que Regina le habia regalado, formaba parte de los signos de identificacion que la acreditaban como usuaria con pleno derecho de su nueva identidad.

– Sigue -suplico Alex, clavandole los dedos en la cintura y encajandola contra su pelvis.

– Espera.

El sonido de las chancletas volvio a acercarse, pero esta vez se detuvo ante la puerta. Se acabo, penso Judit. Entrara y nos hara una escena. Podria afrontar que la encontrara follando con Alex, pero le seria dificil persuadirla de que no habia querido enganarla. Judit, que tenia oido de tisica, creyo percibir un ligero entrechocar de cristales. Luego, el plas-plas de las zapatillas alejandose en direccion contraria y, por ultimo, el chasquido de una puerta al cerrarse. Regina se hallaba de nuevo en el cuarto secreto.

– Joder -mascullo Alex.

Era una imprecacion y un imperativo. Tranquilizada, Judit procedio a aplicarle uno de sus trucos mas recientes. Hizo rotar la pelvis con parsimonia, al tiempo que elevaba y bajaba el culo con lentitud y le masajeaba la polla mediante contracciones de sus musculos vaginales. Alex cerro los ojos, dejandose hacer, esperando el siguiente movimiento.

Lo que mas le gustaba era observarlo cuando se corria, y preguntarse si aquel padre suyo, Jordi, habia puesto una expresion similar las veces que se vino, haciendo el amor con Regina. ?Como era Regina, en la cama?

?Que podia estar haciendo en el cuarto secreto, durante tanto rato? Judit se habia enterado, por Flora, de que Regina nunca le confiaba la llave. «En la habitacion de Rebeca no entra ni Dios, aparte de la senora», habia dicho la criada.

Eso estaba por ver.

Mucho mas tarde, la oyeron salir del cuarto y alejarse, en direccion a su dormitorio. Judit le paso a Alex la colilla del ultimo cigarrillo, para que la anegara en una lata con restos de coca-cola.

– Dices que, cuando tu y tu padre viviais aqui, el cuarto ya estaba cerrado con llave.

– Si, pesada. ?Por que te interesa? Seguro que no es mas que un almacen o algo parecido.

– ?Y que hace ella tanto rato dentro?

– ?Yo que se! A lo mejor necesita un poco de aislamiento. No disfruta de mucho, con nosotros siempre alrededor.

– ?Se encerraba tambien entonces?

– Supongo. Yo iba a mi bola, no me fijaba en esas cosas. Solo se que mi padre una vez le propuso que tiraran un tabique y convirtieran las dos habitaciones, el cuarto cerrado y la que tu ocupas, en un despacho para el.

– ?Que dijo Regina?

– Te lo puedes imaginar. El cuarto sigue ahi. ?Tu crees…?

– ?Que?

– No, me preguntaba si se huele lo nuestro.

– En absoluto. Regina es muy poco perspicaz. ?Sabes? Anda tan preocupada con sus incognitas que no ve que hace la gente que tiene delante de sus narices. Nunca supuse que una escritora de su importancia fuese tan poco observadora.

Dias atras habia tenido lugar un incidente que dejo a Judit pensativa. La vecina del piso contiguo, una mujer de edad mediana que siempre llevaba gafas oscuras y un panuelo atado a la cabeza, con la que a veces la joven se cruzaba en el ascensor, fue sacada inconsciente por unos camilleros y conducida en ambulancia al Clinico, en donde la salvaron in extremis. Segun Vicente, el portero, habia ingerido barbituricos. «Lo hizo porque se acerca Navidad -le informo el hombre-. Siempre dice que no soporta la comida con su familia. La semana de Navidad va el doble de veces al psicoanalista.» Cuando se lo conto a Regina, esta se limito a encogerse de hombros: «Ah, ?si?», y siguio con lo que estaba haciendo. En opinion de Vicente, que con frecuencia mantenia con Judit instructivas conversaciones sobre lo que ocurria en el vecindario, «la senora Dalmau sale muy poco, y ya no da fiestas como antes».

Se lo comento a Alex.

– ?Crees que es posible que la gente haya dejado de interesarle? Porque hasta como personaje para una novela, esa loca (le vecina tendria que llamar su atencion. En cambio, cuando tu te tomaste las pildoras corrio a tu lado, ?no?

– Uf, no me hables de eso, que me da verguenza, fue una chiquillada. -Despues, pensativo, el chico anadio Regina ha cambiado mucho…

– ?Que quieres decir?

– Antes estaba mucho mas segura de si misma, era mas despreocupada. Disfrutaba con cualquier cosa.

– A lo mejor es por la edad. Va a cumplir cincuenta tacos.

– Si, es la hostia.

Judit acaricio el pecho lampino de Alex.

– Medio siglo. Regina ha publicado dieciseis novelas. Cuando yo tenga su edad, por lo menos habre escrito veinte.

– ?No te parece demasiado? -el chico se echo a reir.

– Lo dices porque a ti te va mas la imagen. Yo tengo muchos proyectos, y voy a empezar muy pronto. ?Sabes? Cuando entre en esta casa albergaba la ilusion de que Regina me echaria una mano. Nunca he tenido con quien hablar de literatura, se escribir pero nadie me ha dicho vas bien o vas mal, ?entiendes lo que quiero decirte? Cuanto he aprendido ha sido leyendola a ella, escuchandola en radios o televisiones, estudiando sus entrevistas. Pense que, a su lado, sus ensenanzas se multiplicarian, que se volcaria en mi al descubrir mi vocacion. Y ni siquiera me ha preguntado que quiero hacer en la vida. Hice montones de correcciones a su libro, anadi cosas mias, y se lo tomo como lo mas natural del mundo. No piensa mas que en ella misma.

– ?Por que no se lo dices asi, tal como me lo cuentas? Regina es buena persona.

– No, creo que es mejor que me calle. No podria soportar que, despues de confesarle mis aspiraciones mas profundas, me dedicara una de sus sonrisitas maternales y cambiara de tema. Me moriria de humillacion.

Le molestaba seguir con el asunto, y no queria contarle a Alex que tenia proyectos concretos.

– Asi que te iras a Londres en primavera. ?No es muy pronto?

– Quiero perfeccionar mi ingles, ambientarme. Que cuando empiece el curso no me presente en clase hecho un pardillo.

– Tu padre, ?lo sabe ya?

– Le presentare el hecho consumado. Como hizo el cuando me arranco de esta casa.

– El hecho consumado -comento Judit, pensativa-. Si, me parece que es lo mejor.

Salio sigilosamente, sin encender luces. No le resultaba dificil volver a su dormitorio. Era la primera puerta a la izquierda, justo antes del cuarto cerrado. Iba descalza. A esa hora, el parquet estaba frio, aunque no tanto como el objeto que se le incrusto en la planta del pie izquierdo. Se inclino para cogerlo. Era una llave. Supuso que se le habia caido inadvertidamente a Regina.

Apreto el puno. No podia permitirse mas fallos. Habia cometido demasiados en las ultimas horas. El primero, acompanar a Alex a ver la ultima pelicula de Bruce Willis a los multicines del centro comercial mas popular del momento. Tenia que haber previsto lo que podia suceder. Su hermano era un forofo de Willis, que corria al cine en cuanto se estrenaba algo suyo. En efecto, cuando se encendieron las luces y se levantaron de la butaca, Judit casi se desvanecio al ver a Paco e Ines, sentados cinco o seis filas atras y, para su suerte, absortos en su mutua contemplacion. Ante la mirada burlona de Alex, aprovecho para agacharse y recoger las palomitas que se les habian desparramado durante la proyeccion. «No te imaginaba tan cuidadosa», comento el chico. Demoro la salida del cine tanto como pudo y se nego a dar una vuelta por el centro comercial, tal como tenian planeado. Seguro que su hermano y su futura cunada aprovecharian para mirar escaparates. La unica ilusion de sus vidas consistia en elucubrar sobre como seria su lista de bodas.

Tomaron el primer autobus, y Judit respiro hondo cuando se vio en el paseo de Gracia. Que tonta habia sido.

Su familia la creia en Lleida. No sabian que trabajaba para Regina Dalmau, ni que se habia trasladado a su

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