La mano de James recorrio como una arana su regazo, el asiento y el espacio entre sus largas piernas y, finalmente, asio la manija de la portezuela y trato de salir del coche.

– No te muevas de aqui, pequeno James -le dije, y lo meti de nuevo en el coche.

Agite la mano para llamar la atencion de Crabtree, ocupado en aquel momento en apoyar el cuerpo medio inerte de Q. contra mi coche, y le dije que iba a buscar la mochila de James. Crabtree ni se molesto en levantar la vista. Sin embargo, antes de percatarme de que no me hacia caso, ya le habia lanzado mecanicamente las llaves. Tintinearon al golpear contra su hombro izquierdo y cayeron en un charco a sus pies. Cuando se disponia a agacharse para recogerlas, sin dejar por ello de aguantar a Q. con una mano, me lanzo una airada mirada a traves del aparcamiento.

– Lo siento -me disculpe.

Mientras volvia cojeando al Hat y me dirigia hacia el rincon donde habiamos estado sentados, el tipo al que bautizamos como Vernon Hardapple intento, sin excesivo exito, interponer su cuerpo entre la mesa y yo. Me lanzo una vaharada de aliento agrio y calido. Su gigantesca ola capilar se habia desintegrado hasta convertirse en una especie de temblequeante borla que sobresalia alrededor de su cabeza. Y estaba dispuesto a emprenderla a tortas conmigo.

– ?Que estabas mirando? -me pregunto. Tenia una voz aspera y arrastraba las palabras. Al estar tan cerca de el, pude comprobar que las cicatrices que adornaban su cara habian sido producidas con un objeto mellado y no muy afilado-. ?Acaso tengo monos en la cara?

– No era a ti a quien miraba -dije sonriendo.

– ?De quien es tu coche?

– ?A que te refieres?

– El Ford Galaxie 500 verde esmeralda de 1966 que hay ahi fuera, con matricula YAW 332. ?Es tuyo?

Le respondi afirmativamente.

– ?Y un carajo! -dijo a la vez que me golpeaba sin mucha violencia en el pecho-. ?Es mio, jodido hijo de puta!

– Lo tengo desde hace anos.

– ?Y un carajo!

Acerco todavia mas su cara a la mia.

– Era de mi madre -dije. Por lo general, no me lo pienso dos veces a la hora de enzarzarme en una discusion estupida con un tipo cabreado y potencialmente peligroso en un tugurio. Sin embargo, en aquella ocasion tenia prisa por llevar a James a casa sano y salvo y acostarlo, asi que opte por irme-. Disculpame.

Me corto el paso.

– ?Que cojones mirabais, cabronazos?

– Admirabamos tu peinado -dije.

Alargo el brazo hacia mi pecho, como para darme un empujon. Recule involuntariamente y perdio el equilibrio. Al intentar recuperarlo, cayo hacia un lado y quedo repantigado en una butaca que tenia detras y que, por lo visto, le resulto tan confortable que parecio no tener intencion de levantarse.

– Siento lo de tu hermano, Vernon -dije, y segui mi camino.

Todavia no habian limpiado nuestra mesa. Al acercarme, vi que debajo habia algo, pero no la mochila de James, sino lo que durante un terrible instante me parecio el cadaver mutilado de un pajaro sobre la moqueta naranja. Resulto ser mi cartera. Las tarjetas de credito y varias de las tarjetas de visita que Sara me habia regalado por mi ultimo cumpleanos estaban esparcidas por el suelo alrededor de la mesa. Las recogi y las guarde en la gruesa cartera negra de cabritilla que los padres de Emily me hablan traido de un viaje por Italia, la cual era muy amplia, para que cupieran en ella los billetes europeos. Me la meti en el bolsillo de la chaqueta, sin preocuparme por comprobar si estaba todo el dinero, como si hubiese dejado mi elegante cartera florentina tirada alli a proposito, seguro de que se hallaba completamente a salvo. En cualquier caso, no sabia a ciencia cierta cuanto dinero llevaba encima. Me dirigi a la puerta lleno de una egoista satisfaccion y felicitandome, como siempre hacia en aquellas ocasiones, porque mi destino no fuera convertirme en un fracasado alcoholizado. Di unas palmaditas al reconfortante bulto que formaba la cartera en mi pecho.

– Mira -le dije a Vernon al pasar junto a la butaca, de la que no se habia movido-. Solo tienes que espabilarte para tener la misma suerte que yo.

Despues sali del Hat. Mi coche y el de Hannah estaban uno junto al otro con el motor encendido en el centro del casi vacio aparcamiento, despidiendo humo por el tubo de escape y con las ventanillas empanadas. En los asientos delanteros de mi coche habia dos siluetas, la mas menuda, la del asiento del pasajero, ligeramente inclinada hacia la derecha. No se por que, pero el hecho es que me molesto que Crabtree se hubiese sentado tras el volante del Galaxie de Happy Blackmore. Me acerque al coche de Hannah y golpee con los nudillos en la ventanilla. La bajo y su radiante rostro y las tragicas notas de un acordeon llenaron el aire. Hannah Green era una entusiasta del tango.

– Ni rastro de la mochila -le dije-. Se la debe de haber dejado en el auditorio.

– ?Seguro? -pregunto-. Quiza se la ha llevado alguien.

– No. Nadie se la ha llevado.

– ?Como lo sabes?

Me encogi de hombros y me incline para echarle un vistazo a James. Estaba apoyado contra Hannah y su cabeza descansaba con envidiable comodidad sobre el hombro de la joven.

– ?Esta bien? -pregunte.

– Creo que si. -Hannah le arreglo con un gesto automatico el cabello que le caia sobre la oreja-. Lo llevare a casa y lo pondre a dormir en el sofa. -Agacho la cabeza y me lanzo una mirada suplicante-. El de tu estudio, ?de acuerdo?

– ?El de mi estudio?

– Si, ya sabes que es el mas comodo para echar una siesta, Grady.

Durante el ultimo invierno, mientras yo leia los ejercicios de mis alumnos o ponia al dia mi correspondencia, Hannah se habia quedado dormida muchas veces en mi viejo sofa mientras estudiaba, con las botas sobre uno de los brazos y la cara semioculta bajo algun libro abierto de sociologia.

– En su estado, no creo que note la diferencia, Hannah -dije-. Podriamos acomodarlo en el garaje, junto a las palas para quitar la nieve, y ni se enteraria.

– ?Grady!

– De acuerdo. En mi estudio.

Colgue un par de dedos del borde del cristal de la ventanilla. Ella acerco su mano y me los acaricio.

– Te vere en casa -dije.

Fui hasta el morro del Galaxie y espere a que Crabtree bajase del coche. Se abrio la portezuela. Crabtree me miro, con el rostro absolutamente inexpresivo.

– No deberias conducir -dijo.

– ?Y tu si? -pregunte-. Vamos, metete detras.

Siguio obsequiandome con su gelida mirada durante un rato y, finalmente, se encogio de hombros, bajo del coche y se metio detras. Me deslice junto a Q. y arranque. Mientras seguia a Hannah por el accidentado callejon, vislumbre una vacilante sombra por el rabillo del ojo. Un instante despues los faros del coche iluminaron una silueta que nos hacia senas con los brazos. Frene. Los brazos proyectaban entre la lluvia unas sombras de casi diez metros.

– ?Dios mio! -exclamo Q. con un susurro ahogado-. ?Es el!

– ?Que quiere? -pregunto Crabtree. Se trataba del gilipollas de Vernon Hardapple, pero Q. parecia ver a un ser completamente diferente.

– Nada -dije-. He tenido un pequeno altercado con ese tipo cuando he vuelto al Hat.

– Esquivalo, Grady.

– De acuerdo -dije.

– ?Oh, Dios mio! -volvio a exclamar Q., y se apreto la cabeza con las manos, como para evitar desmayarse.

– ?Grady, esquivalo!

– ?De acuerdo! -Trate de pasar junto a el, pero el callejon era demasiado estrecho. Le basto dar un solo paso

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