– Deb, por favor -dijo Emily, que interpreto, erroneamente, el comentario de su hermana como una referencia a nuestras fallidas tentativas de concebir un hijo, fracaso que, segun me constaba, la familia Warshaw atribuia al efecto que sobre la calidad de mi esperma tenia mi prolongada adiccion a la marihuana. «Si lo supierais», pense, pero pronto se enterarian-. Te lo ruego, no…

– ?No que?

– Nada de todo esto simboliza nada, ?vale? -dijo Philly senalando los platos y boles que Irene y Marie traian-. Todo esto no es mas que…, bueno, ya sabes, comida. Una cena.

La cena consistia en pierna de cordero asada, con la piel crujiente, sazonada con romero y servida con patatas nuevas asadas en la cazuela con la grasa de la propia carne. Segun se nos dijo, este plato, asi como la sopa de bolas de matzoh y una enorme ensalada verde adornada con pimiento amarillo y cebolla roja, eran obra de Irene. Marie, por su parte, se habia encargado de una cazuela de batatas guisadas con cebollas y ciruelas pasas, un plato de calabacin con salsa de tomate y eneldo, y los dos montones de sabrosos bunuelos de matzoh colocados uno a cada lado de la mesa, duros por fuera y jugosos por dentro, llamados bagelach. Sin embargo, por desgracia, la afirmacion de Philly de que el menu no tenia nada de simbolico no era del todo cierta, porque incluia tambien la contribucion de Emily, un kugel o puding de patata. Se habia pasado toda la manana preparandolo, segun nos informo Irene en tono admonitorio. Cuando nos llevamos los primeros bocados a la boca, Emily fruncio el ceno y nos miro muy tensa.

– ?Mmm! -dije-. ?Estupendo!

– ?Delicioso! -comento Irene.

Todos los demas se mostraron de acuerdo, aunque masticaban sin decidirse a tragar.

Finalmente, Emily probo un bocado. Se las arreglo para mostrar una valerosa sonrisa. Despues bajo la cabeza y se tapo la cara con las manos. Una de las cosas que mas le desagradaba de si misma era su ineptitud para la cocina. Era una cocinera impaciente, precipitada, descuidada y que se distraia facilmente. La mayoria de sus intentos llegaban a la mesa crudos por dentro, con algunos ingredientes de menos y una disculpa de la mortificada chef. Creo que ella veia en eso una parabola de su vida: en su juventud sonaba con escribir apasionantes novelas y relatos, pero habia acabado redactando esloganes para la salchicha mas grande del mundo. Y tenia la impresion de que se habia olvidado de alguna cosa o de que habia retirado algo del fuego demasiado pronto.

– Este sabor me recuerda algo -comento Deborah, con cara de esfinge-. Algo que probe en la escuela. ?Oh, ya se! -Asintio-. Barro de modelar.

– ?Te odio! -le dijo Emily a su hermana-. ?Vete a la mierda!

– Perdon -se disculpo Deborah, y fijo la vista en el plato.

– Carinito -le dije a Emily mientras alargaba el brazo para acariciarla por primera vez en toda la noche. Puse una mano sobre su menton, le pase la otra por el cabello y admire por enesima vez los sorprendentes angulos de su cara, que ahora mantenia inclinada, mirando hacia el suelo. Emily era una mujer reflexiva, apasionada y compleja, que sabia escuchar, mostraba un encantador sentido del absurdo y tenia un corazon leal, pero lo que de verdad hizo que me enamorase de ella era su rostro. No me importa lo que piensen de mi: la gente se casa por motivos mas absurdos que este. Pero como sucede con todas las caras hermosas, la de Emily te hacia creer que era mejor persona de lo que resultaba ser en realidad. Le permitia pasar por estoica cuando simplemente estaba petrificada, por misteriosa y reservada cuando en realidad lo que sucedia era que su inseguridad patologica le llevaba a comprar regalos para los demas cuando era ella quien celebraba su cumpleanos. Su conversacion estaba sembrada de disculpas y lamentaciones, y, a pesar de su talento, era incapaz de encadenar veinticinco parrafos para construir un relato-. En mi opinion sabe muy bien, de verdad.

Tomo mi mano y me apreto los dedos en senal de gratitud.

– Gracias -dijo.

Deborah parecio ligeramente disgustada.

– ?Vaya par! -exclamo meneando ia cabeza con aire cansino-. ?Mierda, tio!

Evidentemente, su actitud obedecia a algo mas que al mero despliegue de su talento natural para la groseria, pero solo yo era consciente de ello. Con mis comentarios de antes sobre su vestido habia herido sus sentimientos, y eso explicaba en parte su cabreo, sin duda, pero, por otro lado, era obvio que mi confesion acerca de Sara la habia llenado de una irritacion que todavia no sabia sobre quien descargar. Eso, unido a su sentimiento de lealtad fraternal, que, aunque se enredaba sobre si mismo de modo tan complejo como una cinta de Moebius, era muy intenso, la habia llevado a decir que el kugel de Emily sabia a barro de modelar.

– Bueno, Grady -dijo Irene en un decidido aunque imprudente intento de cambiar de tema-, ?como va tu libro? Emily nos ha dicho que ibas a verte con tu editor este fin de semana.

– En efecto -confirme.

– ?Y se ha presentado? -pregunto Emily con voz jovial, levantando la cara y mostrando una esforzada sonrisa-. ?Que tal esta Terry?

– En plena espiral de descontrol -respondi-. Como siempre.

– ?Que ha dicho del libro?

– Que le quiere echar un vistazo.

– ?Y se lo vas a dejar? ?Lo has terminado?

Dude unos instantes y pasee la mirada por la mesa. Todo el mundo esperaba expectante mi respuesta. No los culpo por ello. Llevaba muchisimo tiempo asegurando de manera vaga y confiada que estaba a punto de terminarlo. Probablemente, el que lograse acabarlo supondria para ellos una sensacion de alivio casi fisica. Debian de verme como un maniras absolutamente incompetente que llevaba varios anos en el tejado de su casa tratando de retirar un viejo y nudoso tronco que, al ser partido por un rayo, habia caido sobre ella, el cual en cada reunion, en cada discusion para tratar de asuntos familiares, en cada tentativa de sentarse juntos y planear el futuro, hacia acto de presencia con el lejano pero incesante gimoteo de su sierra.

– Ya lo tengo practicamente acabado -dije, con una sonrisa que, al menos moralmente, era prima carnal de la desdentada, deshonesta y vagamente estupida sonrisa del poco de fiar y borracho Everett Tripp-. Estara listo dentro de un par de semanas.

Hubo un breve silencio, como el que podria haber seguido al anuncio por parte de un hombre con cancer terminal de que se habia comprado una entrada para la final del campeonato nacional de beisbol, el proximo otono.

Deborah dejo escapar una risa amarga y exclamo:

– ?Oh, estupendo!

El tenedor de Emily tintineo contra su plato.

– Te ruego que pares de una vez, Deborah -dijo.

– ?Que pare el que, Em?

Emily empezo a decir algo, recordo la presencia de James, lo miro y se callo. Cogio el tenedor y le dio vueltas entre los dedos de su mano izquierda, una y otra vez, como si tratase de descubrir en el alguna marca. No iba con su caracter empezar una pelea durante la cena, y me senti aliviado (aunque, en el fondo, decepcionado) cuando vi que se tranquilizaba. No queria ni pensar en que sorprendentes revelaciones podia hacer Deborah si se sentia directamente retada. Pero cuando se calentaban los animos, siempre se podia contar con la sorprendente capacidad de autocontrol de Emily. Durante nuestros ocho anos de vida en comun tuvimos una unica pelea: algo relacionado con kirsch y una fondue de queso. Lo que Emily odiaba por encima de todas las cosas era llamar la atencion o montar escenas de cualquier clase; asi habia sobrevivido a su infancia como unica nina judia con ojos achinados de Squirrel Hill.

– Te ruego que dejes en paz a Grady -dijo finalmente con una susurrante y oscura voz de Casanova, en un intento de darle un aire de broma al comentario-. Solo por esta noche.

Deborah permanecio sentada, reflexionando.

– Estas loca, Em -dijo.

– ?Deborah! -intervino Irv-. ?Ya esta bien!

– ?Estoy loca? ?Mirate al espejo!

– ?Que has dicho?

– ?Que te mires al espejo! -repitio Emily. Agarro el tenedor con mas fuerza, hasta que los nudillos se le pusieron blancos, y pense que Deborah podia acabar recibiendo mucho mas de lo que se imaginaba. De pronto recorde que la milagrosa noche de la fondue de queso Emily me habia amenazado con un tenedor de postre-.

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