ahora, de repente? Pero no podia ser luterana y al mismo tiempo la futura emperatriz de Rusia… El emperador era la cabeza visible de la Iglesia ortodoxa, y cualquier heredero al trono debia nacer de una madre ortodoxa. El calendario anual de la corte rusa se regia por las observancias ortodoxas. Era imposible que la emperatriz fuese luterana. De modo que los padres de Niki, a quienes de todos modos no les gustaba demasiado Alix, y que habian estado reservandose su permiso para la union, se sintieron muy complacidos ante la negativa de esta a convertirse, aunque su placer no podia acercarse ni de lejos al mio, y empezaron a sugerir aquella alianza o esa otra, quiza la princesa Helena de Francia, o la princesa Margarita de Prusia. Pero todo aquello debia considerarse al final, y el final esta a un largo dia de distancia a caballo del ahora. Por el momento, al menos, el fantasma de Alix con su larga cabellera, que hacia guardia ante Nicolas en la ventana de mi dormitorio, retrocedio, se perdio en la distancia, y desesperado por su desaparicion, Nicolas se acosto con la pequena princesita polaca, en lugar de la alemana. Eso ocurrio el 25 de enero de 1892. Les puedo decir incluso la hora.

Por supuesto, no puedo describirles como era hacer el amor con el zarevich porque tales cosas son privadas. Pero su cuerpo desnudo impresiono incluso a los bolcheviques que lo sacaron del agua fria del pozo de la mina a doce millas desde Ekaterinburgo, el dia despues de su muerte. Antes de cortarlo a trozos y quemarlo, se maravillaron al ver lo bien formado que estaba, con las mejillas tan rojas por el agua helada que parecia vivo. Aquella noche de enero conmigo estaba «vivo», su cuerpo entero y caliente, bajo mis dedos y mi boca, y sus miembros todos unidos a los lugares correctos. Despues escribio en su diario: «Vole hacia mi MK… todavia estoy bajo su hechizo, la pluma tiembla en mi mano». No era un Pushkin, no era un Lermontov, de acuerdo, pero era el zarevich, y por lo tanto, no tenia por que serlo.

Me temo que durante un tiempo en el teatro me volvi insoportable. Recibi un broche de diamantes de Niki, y para senalar el deleite de nuestra consumacion, un collar de enormes diamantes, cada uno tan grande como una nuez, que yo llevaba ostensiblemente en escena junto con el broche, ya interpretase a una joven campesina o a una princesa. No era inusual que las bailarinas hicieran tal cosa, llevar en escena las joyas que su protector les habia regalado, pero nadie habia recibido jamas un collar como aquel. Los Romanov tenian unas bonitas joyas, extraidas de las minas de la rica tierra de los Urales, en Siberia, desde el siglo XVII, y los zares elegian primero las mejores de todas. Alix quizas hubiese devuelto su broche de diamantes a Niki, pero yo me quede mi broche y mi collar, que todos llegaron a conocer como el collar del zar, y que yo valoraba muchisimo y durante anos me negue a vender. Con aquel collar en torno a mi cuello yo era intocable en el teatro. Se me habia subido un poco a la cabeza, y cuando no conseguia lo que queria, todos en el teatro llamaban a mis ataques de despecho «Su Imperial Indignacion».

Nuestro idilio. Dejenme que les hable de nuestro idilio. Niki a menudo dejaba a sus padres en el palacio de Anichkov, por la noche, y venia a mi casa en la Perspectiva Inglesa, su segundo hogar. Todavia recuerdo mi emocion al volver del teatro y ver su abrigo ya en el vestibulo, y la forma que tenia mi cuerpo de sonrojarse mientras yo me desplazaba desde la calidez perfumada de violeta de mi carruaje (porque la violeta era mi flor), durante un breve momento por el aire frigido de Petersburgo y luego de ahi a mi casa, a mi propia casa, donde me esperaba mi amante, cuando todas las demas chicas de mi edad vivian todavia con sus padres. ?Que triunfo! Y en mi casa, en la mesa con tablero de marmol del salon principal, se encontraba el gaban oscuro del heredero del trono ruso. Algunas noches cenabamos a ultima hora solos; otras noches cenabamos despues del teatro junto con algunos amigos del ballet o las companias de opera o con sus primos, los Mijailovich, o con sus companeros oficiales. Yo servia zakuski (champinones con salsa de crema, salchichitas pequenas, huevos y cebolla), esturion y rabihik, perdiz, y brindabamos a nuestra salud con los ocho vasitos de vodka de cristal pintado y piedras semipreciosas incrustadas que el zarevich me habia regalado para inaugurar la casa. ?Ya no tenia que beber en vasos sencillos! Las comidas iban seguidas por juegos de charadas, mientras Niki sujetaba su cigarrillo entre los dientes y fingia dirigir una orquesta que se extendia por encima de nosotros, por todo el techo, mientras los demas teniamos que adivinar que sinfonia era, y el yeso se iba apartando para acomodar a los musicos e instrumentos. Todavia puedo ver el perfil de su mandibula, la forma que tenia de tirar el cigarrillo para abrazarme y besarme, mientras sus primos golpeaban la mesa, aprobadoramente. O bien jugabamos al bacara, el inicio, supongo, de mi desagradable aficion por las cartas y el juego. Despues, a lo largo de mi vida, me converti en habitual de las mesas de juego de Montecarlo. Me llamaban Madame 17, porque siempre apostaba a ese numero. ?No adivinan por que? Despues de todo aquello, Nicolas y yo nos metiamos en la cama, que yo habia hecho de lo mas comoda, no como su lecho de campana en el palacio Anichkov. Si, el emperador, para no mimar demasiado a sus hijos, les hacia dormir en catres de campana y lavarse por la manana con agua helada. Los primos de Niki lo hacian tambien, una extrana tradicion imperial de privaciones para esos ninos que al crecer tendrian tantas cosas, como si un lecho duro y un bano frio pudieran darles humildad y fortaleza de caracter. Mi cama tampoco era como la del Palacio de Invierno, enfundada en un edredon que llevaba bordado el monograma de Catalina la Grande, y con la cubierta tan tiesa y resbaladiza que se caia al suelo en cuanto uno cambiaba de postura. No, yo tenia una cubierta de marta cibelina, que poniamos debajo o encima, y Niki se quedaba conmigo algunas noches hasta la manana. Yo dormia rodeandole con los brazos, o con los suyos rodeandome a mi, y a veces, justo antes de irse, nos examinabamos el uno al otro a la luz invernal, ante la cual desnudos eramos de distinto color del que habiamos sido la noche antes, a la lampara de aceite, una version mas palida de nosotros mismos no menos agradable. El me llamaba Mala, Maletchka, Panni (abreviatura de Panuschka, un termino carinoso para referirse a una jovencita polaca), o bien «mi M.K.». Yo le llamaba «mi Niki», y ese interludio en los meses antes de convertirse en zar y asumir las responsabilidades que exigia el gobierno fueron los ultimos dias de su juventud. El jugaba como un nino hasta un mes antes de la muerte de su padre, al otono siguiente. Niki y su primo Jorge montaron una gran batalla arrojandose castanas en Gatchina, y pocos dias despues se enzarzaron en otra con pinas de pino. Castanas, pinas, teatro, cartas, unos cuantos deberes imperiales y yo: asi paso el ano 1893 Nicolas II antes de convertirse en Nicolas II. Aquel ano, el zarevich me visitaba casi cada semana, en algunas ocasiones dos veces, y entre visita y visita nos escribiamos cartas de amor el uno al otro. Las que me escribio el las perdi en la Revolucion, pero las mias a el se conservan aun: estan en el Archivo Estatal de la Federacion Rusa, en Moscu. El habia conservado mis cartas igual que yo habia conservado las suyas, y todas ellas, junto con todas sus propiedades, hasta la ultima de ellas, fueron confiscadas despues de su arresto y muerte. Mis cartas ahora son un testimonio: el ultimo zar vivio y amo en tiempos… ?me amo a mi!

Hasta los ballets que interprete aquella temporada estaban llenos de posibilidades para mi.

Aquel invierno represente a Paquita, un nuevo papel hecho para mi en el ballet del mismo nombre. Llevaba un traje encantador con una flor enorme en el pecho y otra en el pelo. El ballet estaba ambientado durante la ocupacion espanola por Napoleon. Paquita le salva la vida a un oficial frances, Luden, pero aunque los dos estan enamorados no pueden casarse: ella es gitana y de humilde cuna. Solo cuando le ensena a Lucien un medallon que tenia desde la infancia ella se entera de que en realidad es de familia noble, raptada de nina por los gitanos que ella pensaba que eran los suyos. Y por tanto los amantes pueden casarse, porque en ese ballet, como en todos los de Petipa, la serie de escenas y actos culminaba siempre en una celebracion, normalmente una boda, en la cual se podian interpretar una serie de danzas clasicas y de caracter. Debian aprovecharse todos los talentos, como recordaran. La historia de Paquita es un poquito la mia propia, ?saben? Por mis venas corre sangre imperial, por los antepasados polacos del lado de mi padre. Mi bisabuelo era hijo del conde Krassinski. Quedo huerfano a la edad de doce anos, y fue confiado al cuidado de su tutor frances. Al parecer, el conde no confiaba en que su hermano fuese un buen guardian, y con motivo: en 1748, este envio a unos asesinos a matar al nino, y el tutor tuvo que huir con el a Neuilly. Ese tio usurpo los derechos de nacimiento y propiedades del nino y todo lo que le quedo a mi padre fue un anillo con las armas del conde Krassinski: una herradura de plata, una cruz de oro, un cuervo con un anillo de oro cogido en el pico, la corona de un conde, todo ello ante un fondo de azur. Yo tenia un anillo; Paquita, un medallon. Quizas eso me hiciera lo bastante imperial para Niki. Decidi pedirle a mi padre aquel anillo, ensenarselo a Niki y contarle la historia que habia tras el. En cuanto supiera que yo tambien procedia de una casa real, o casi real, el podria hablar con su padre y, ?quien podia predecir el efecto que aquello tendria sobre el zar? Pero no habia prisa, y por tanto yo malgaste sonadoramente todo aquel invierno y primavera, verano y otono, hasta principios del ano 1894, cuando el padre de Niki se puso enfermo repentinamente.

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