la ambicion, pero no el poder. Segui mansamente a un criado con librea hacia la biblioteca, una sala de dos pisos con estanterias de cerezo, con el techo en forma de cupula como una pajarera, con libros por todas partes, arriba y abajo, en lugar de jaulas de alondras primaverales y pinzones invernales, y en la gran mesa situada en el centro de la habitacion, presidiendo toda aquella madera y papel, estaba el gran duque, el «emperador Vladimir», con sus patillas de hacha y su voz retumbante.

Su palacio ahora es la Casa de los Cientificos de Leningrado. Sus huesos yacen en Rusia; los de su esposa e hijos estan repartidos por Francia.

Pero aquel dia era el amo de la casa, mi amo tambien, y me hizo sentar ante la enorme mesa en una silla de cuero frente a el, de modo que mis pies apenas rozaban el suelo. Si me hubiese chupado el dedo no habria parecido mas joven. Vladimir me miro con mucha seriedad, con las blancas patillas erizadas, alarmado. Por aquel entonces su barba tambien era blanca, aunque su bigote todavia tenia algo de color, y su rostro habia adelgazado como les ocurre a los ancianos a medida que la vida empieza a abandonarles. De joven el gran duque tenia el cuerpo carnoso, el rostro pleno y voluptuoso, pero al ir envejeciendo su rostro se volvio casi elegante: mejillas hundidas, las patillas grises y luego blancas, y se convirtio en un rostro inteligente; ya no era la cara de un rijoso borracho. Parecia un asceta, pero no lo era: todavia le encantaban la comida y el teatro, el poder y las mujeres, y gracias a Dios yo era una linda jovencita. Mis actos estaban preocupando al zarevich, me dijo, y amenazando la seguridad de su nueva prometida, ?lo comprendia? Nicolas y Alexandra serian un dia el padre y la madre de la nacion, butushka y matushka de Rusia. Yo no podia ir por ahi chillando de aquella manera y calumniando a Niki en cartas a Alix. Escondi mi cara entre las manos. Si, dijo, sabia lo de las cartas. Es mas, yo tenia que aceptar que Niki debia casarse. ?Acaso no habia arreglado las cosas adecuadamente conmigo? Yo asenti. Entonces, ?por que seguia armando tanto escandalo? El secretario de Estado queria que me expulsaran de la capital, con una asignacion mensual, y que fuese detenida si alguna vez volvia, me dijo. ?Era eso lo que queria? Yo sacudi la cabeza negativamente. Y entonces lo senti: el gran puno patriarcal que me estrujaba y me quitaba el aliento, como los corses con ballenas con los que bailaba. Yo podia ser otra Maria Labunskaya, despedida del Ballet Imperial y enviada a Paris, la ciudad donde, durante decadas, los zares habian exiliado a los miembros descarriados de su familia. No queria estar tan lejos de casa. No queria bailar como habia tenido que hacer Maria, en el teatro Parisian Gaite-Lyrique. Yo era una de las bailarinas imperiales del zar, no una animadora vulgar y corriente.

De modo que sonrei. Con dos dedos temblorosos me seque las lagrimas. Accedi a dejar de armar escandalo. Y el gran duque me llamo douchka (gracias a Dios yo habia sido su douchka) y me beso encima de la cabeza. Buena chica.

Y hubo algo mas. El gran duque me prometio que si me portaba bien, seria nombrada prima ballerina assoluta del Ballet Imperial. De modo que mi histeria me consiguio algun beneficio, despues de todo. Y para la envidia de todos a mi alrededor, la que era el hazmerreir fue ascendida. Asi de sencillo.

Alma y espiritu, cuerpo y corazon

Si, el mecenazgo tenia sus ventajas, y la carencia de el sus inconvenientes. Mis cien mil rublos de Niki y el Club de la Patata no me permitian vivir como una Romanov. El dinero estaba destinado solamente, segun comprendi, a que me las arreglara hasta que la suerte me deparase un nuevo protector. En el teatro, si no lo tenia, acabaria sujeta finalmente a los caprichos de la administracion, o quizas eclipsada por mi rival, Olga Preobrazhenskaya, que a pesar de su modestia y falta de astucia, iba ascendiendo justo por detras de mi, dandome patadas con sus piernas musculosas y asomando su rostro vulgar justo al lado del mio. Y ambas pronto nos veriamos pisoteadas por las chicas mas jovenes, las que se graduaban en la escuela cada ano y llenaban el escenario del Mariinski. No, yo necesitaba un protector con vinculos con la corte para que me ayudase a mantenerme bien agarrada en el centro de aquel escenario tan resbaladizo. Vladimir, como hermano del zar, era quiza demasiado viejo para mi… aunque lo pense, esa es la verdad. Pero no estaba aun en unas circunstancias tan apuradas como para tener que llevar a mi lecho a un abuelo de barba blanca. Sergio Mijailovich, sin embargo, que ya hacia visitas regulares a mi casa siguiendo instrucciones de Niki, podia valer. Cuando un amo se cansaba de su amante sierva, le daba una dote y la casaba con uno de sus siervos cazadores, uno de la elite de los siervos de la propiedad. Y eso, en esencia, era lo que Niki estaba haciendo conmigo, lo que me daba. Bueno, no era una dote exactamente, sino unos fondos, y los enviaba con su representante, el siervo Sergio Mijailovich, que era, como general de artilleria, un cazador de hombres. Estaba claro que Niki queria que Sergio, en quien confiaba por encima de todos los demas, me cuidase, y quiza tambien Niki habia intuido como yo que los sentimientos de Sergio por mi, en silencio, iban en paralelo a los suyos propios. De modo que no era una mala eleccion. Su padre era hermano de un zar y tio de otro, y como tal, Miguel Nikolaievich recibia uno de los appanages mas generosos del Tesoro; poseia tierras y propiedades en toda Rusia, de las cuales eran herederos sus hijos. Algun dia Sergio seria uno de los hombres mas ricos del imperio, y ahora mismo ya era bastante rico, ciertamente. Y como estaba tan unido al zarevich, en las visitas que me hiciera podia informarme del idilio veraniego de Niki con Alix en Inglaterra, de sus lecciones con el padre Yanishev, del servicio de Niki y Alix como padrinos del primer hijo de su primo ingles George, el de las castanas y las pinas, y de su esposa May, y de como el bebe no fue sumergido en la pila bautismal como era la costumbre sino solo salpicado con unas gotitas de agua bendita. ?Que europeo se estaba volviendo Niki! Si, Sergio lo sabia todo de las vacaciones de Niki y Alix en Osbourne, en la isla de Wight, donde Niki se remangaba los pantalones y andaba por el cesped de palacio hasta la playa arenosa para contar las velas blancas de los barcos que podia ver en el mar. En compania de Sergio yo nunca estaria lejos de Niki. Ademas, me gustaba Sergio. El me enseno a fumar esos cigarrillos pequenos y amarillos que fumaban en la corte entre plato y plato de la comida, me enseno a montar en bicicleta, y me habia prometido que cuando tuviese que viajar a Krasnoye Selo en julio me dejaria usar su vagon privado de tren. Que mejor manera de convencer a Niki de que ya no pensaba mas en el de lo que el en mi que meter rapidamente a Sergio en mi cama. A fin de cuentas, siempre existia la posibilidad de que Niki se pusiera celoso.

Trame todo aquello mientras Niki estaba en el Polar Star en el mar Baltico, navegando de vuelta a Rusia para la boda de su hermana Xenia con el hermano de Sergio, Sandro, que no hacia demasiado feliz a la familia real, ya que era uno de esos Romanov del Caucaso. Si, yo conspiraba mientras Niki estaba en el agua, lejos de Alix pero sonando con ella, estoy segura, probablemente leyendo las notas de su diario que hablaban de mi («cuando somos jovenes, no siempre podemos apartarnos de la tentacion»), como si yo fuera la propia serpiente y Niki un ser inocente. Y me preocupaba que Niki, a su regreso, me pudiese rechazar de alguna manera por mi carta, quizas enviandome una nota: «Querida Mala -diria-, demonio vengativo, oscura mientras Alix es luminosa, turbulenta mientras ella es suave, mancillada, mientras ella es pura». ?Mancillada por el! Asi, como estaba ya mancillada no habia motivo alguno para que no pudiese aceptar las atenciones y la proteccion de Niki ofrecida por Sergio. Pero ?y si Niki estaba tan enfadado despues de mi carta que apartaba de mi a Sergio? ?Donde quedaria yo entonces?

Y de ese modo, el 5 de julio Xenia se caso con el hermano de Sergio y este dijo adios a los suenos que tenia con ella, y el 28 de julio yo actue en la gala en honor de los novios en el antiguo teatro Peterhof Palace, renovado para la ocasion, con las galerias llenas de plantas tropicales y tanto el teatro como el largo paseo que conducia hasta el desde el Gran Palacio iluminado con luces electricas. El zarevich estaba sentado con su familia en la graderia imperial, que parecia una enorme tienda de terciopelo rojo, soportada por columnas y vigas de oro y rematada con una corona, y no se acerco a felicitarme despues de Le Reveil de Flore, como era la costumbre. Supe entonces que no solo los suenos de Sergei pertenecian al pasado, sino tambien los mios. De modo que mientras las doncellas de Xenia guardaban su vestido de novia y mientras Niki se sentia inspirado para escribir a Alix «tu me tienes enteramente y para siempre, alma y espiritu, cuerpo y corazon, todo es tuyo, tuyo», Sergio estaba de pie detras de mi en mi casa de Petersburgo y me quitaba las horquillas y cintas del pelo como si fuera una nina pequena a la que hay que acostar, y luego empezo a peinarme el pelo con sus dedos, y a enrollar sus largos y rizados mechones entre sus palmas. No dijo nada y yo tampoco. Era tarde ya, las once de la noche, y el sol se acababa de poner, de modo que el aire de la casa era suave y aterciopelado y nos dirigimos hacia uno de los dormitorios, no el que habia compartido yo con Niki. Nos

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