habria casado tan deprisa con Alix, y quien sabe si esos meses de retraso no hubieran tenido como efecto un cambio de opinion. ?No era justo! Pero Nicolas, en su primer decreto como zar, nombro a su prometida Alix «la verdadera creyente Gran Duquesa Alexandra Fiodorovna». Y en el segundo declaro que su matrimonio con la Verdadera Creyente Gran Duquesa tendria lugar una semana despues del funeral de su padre. Como dicen los campesinos «hay que subir mucho para llegar hasta el zar», y Niki habia volado tan lejos de mi que supongo que solo su gran duquesa podia alcanzarle a tanta altura.
Los detalles de la boda no pude evitar sonsacarselos a Sergio, que como era uno de los cuatro padrinos de Niki tenia, por asi decirlo, vistas desde el palco imperial, los mejores asientos de la casa. Pero el no quiso contarmelos y asi contribuir a mi agonia. Tuve que besarle para sacarle cada palabra.
– ?Y que llevaba ella?
Un traje plateado y una capa dorada.
– ?Y en la cabeza?
Un diamante kokoshnik.
– ?Y sus joyas?
Perlas. El diamante imperial Riviere de 475 quilates.
– ?Y el ramo?
Rosas blancas y mirto.
– ?Y la cola?
Ribeteada de armino. La llevaban cuatro pajes.
– ?Y con que fue a palacio?
En un coche dorado.
– ?Y Nicolas donde estaba?
En la capilla de palacio, vestido con su uniforme de husar y con botas.
– ?Y que llevaban?
Una vela cada uno.
– ?Y los votos?
Niki se atasco un poco, necesito que le apuntaran.
– ?Y luego?
Los sacerdotes bendijeron a la feliz pareja, que beso la cruz dorada.
– ?Y asi acabo todo?
Justo antes de la una.
– ?Y cuando dejaron el palacio en su carroza?
La multitud de la Perspectiva Nevsky lanzo vitores.
Cuanto teatro, ?no?
Yo me regodee con esto: en la recepcion, Alix se encontro practicamente sola en una de las habitaciones de la larga enfilade, abandonada en la confusion por sus jovenes pajes de la escuela militar, el Cuerpo de Pajes, que tenian el deber de llevar la cola de la nueva zarina y perdieron tanto la cola como a la emperatriz. Alli, con su pesado traje cortesano, con sus faldas y sus sobrefaldas, sus gruesas mangas y su larga cola, con el pesado kokoshnik y el collar con el diamante de 475 quilates y los pendientes de diamantes tan cargados de piedras que tuvieron que sujetarselos con alambres para que no le desgarraran los lobulos, Alix se dio cuenta de que no se podia mover. Y por tanto se quedo alli, paralizada, en aquel salon de alto techo. Me pregunto en que pensaba, alli perdida, en aquel palacio de un pais tan extrano para ella que nunca llegaria a entenderlo del todo. Si yo hubiese estado alli, habria susurrado a su oido: «?Vete a casa!», y le habria dado un empujon hacia Occidente. Pero al final su hermano Ernest se dio cuenta de que ella no estaba y fue a buscarla. Su hermano, ?se dan cuenta? No Niki.
Aquella noche llore como solo una jovencita alimentada cada dia de teatro podria llorar. Y Sergio, cuya familia habia empezado a llamarle mi «perrito faldero», no encontraba truco alguno con el cual distraerme. Y eso que lo intento.
Yo misma no haria el papel de novia hasta los cuarenta y nueve anos. No hubo kokoshnik para mi, ni traje de plata, ni capa de oro, ni vitores en la Perspectiva Nevsky. Petersburgo era solo una ciudad fantasma cuando yo me case, en 1921. Ninguna carroza de oro recorria las calles. No habia emblemas imperiales en las fachadas del Palacio de Invierno; los habian roto y tirado en la plaza del Palacio como angeles de piedra caidos de los cielos. Tres cuartas partes de las casas estaban vacias. Caballos muertos yacian en las calles. La basura flotaba en los canales. Cuando yo me case, estaba ya con un pie en el umbral de la ancianidad. Mis labios habian empezado a arrugarse. La piel de mis brazos estaba llena de arrugas y blanda. Tenia que tenirme el pelo de negro. Como novia, yo era Petersburgo.
Les he contado que ahora vivo en Paris, ataviado para la Navidad este mes, con las luces como dientes de una horca subiendo por los costados de los arboles de los Campos Eliseos, el gran abeto lleno de bombillitas de colores y campanas en Notre-Dame, los puestecitos de madera del mercado navideno llenos de ramas y luces que me recuerdan mucho a los mercados Shrovetide del Campo de Marte, donde los campesinos vendian su artesania navidena y sus juguetes. Llevo cincuenta anos viviendo en Francia, pero esta epoca es solo como una fina capa de chapa encima de mi carpinteria autentica. De dia hablo frances cuando debo hacerlo, pero no en famille, y por la noche sueno en ruso. Me estableci en Paris antes que en Berlin, adonde huyeron tantos escritores, artistas y musicos despues de la Revolucion, atraidos por el marco, que estaba barato, y los grandes apartamentos como los que habiamos tenido en otros tiempos en Petersburgo (ahora atestados de familias trabajadoras y campesinas, una familia en cada habitacion), todos esos apartamentos de las afueras suroccidentales de Berlin que dejo vacios la clase media repentinamente indigente, cuyas se vieron completamente destruidas por la Segunda Guerra Mundial. Pero los Romanov, o lo que quedaba de ellos, se trasladaron en su mayoria a Francia, a sus villas de la Riviera, y por tanto yo tambien lo hice, y desde alli, a medida que nuestra situacion economica iba declinando mas y mas, a Paris, donde la luz, las plazas y los bulevares de la ciudad antigua eran tan parecidos a los de Petersburgo. Paris en invierno huele a castanas asadas al carbon; las calles de Petersburgo en invierno estaban salpicadas de hogueras, no para cocinar, sino sencillamente para caldear el aire. En Paris, los oficiales del Ejercito Blanco trabajaban como taxistas y choferes; los hombres de negocios como trabajadores de las fabricas; los condes y los barones, de camareros. Y los bailarines del Ballet Imperial abrieron academias de danza. Yo di clases en la avenida Vion-Whitcomb durante treinta y cinco anos en mi propio estudio, el Estudio de la Princesa Krassinski. Cerre la academia en 1964. Ya tenia noventa y dos anos. Di unas pocas clases a la gran Margot Fonteyn, seguro que la conocen, y a Pamela May, ambas del Vic-Wells. Ensene a Mia Slavenska y a Tatiana Riabochinska, la ultima de una gran familia de banqueros rusos, y ambas se convirtieron en estrellas del Ballet Russe de Montecarlo, esa compania que recogio lo que quedaba de Les Ballets Russes despues de la temprana muerte de Diaghilev. Ensene El lago de los cisnes a Alicia Markova, una chica inglesa llamada Alice Marks que se disfrazo con un bonito nombre ruso porque, gracias a los zares, Rusia era sinonimo de ballet; ?que bailarina que valiese la pena no era rusa? Y yo, que en tiempos fui la mejor bailarina imperial, ahora vivo de la caridad de viejos amigos y de mis antiguas estudiantes. Si, yo, la Kschessinska, vivo de la caridad.
En mi comoda, junto con los pocos francos que tengo, conservo un recibo por once cajas de plata y oro depositadas en 1917 en las bovedas del Banco de Azor y Don de Petersburgo. Once cajas ahora vacias. En 1920 Lenin liquido los bancos, cogio todo lo que estaba en ellos y que no le pertenecia para apuntalar su tambaleante regimen. ?Saben que mas tengo en mi comoda? Dinero viejo, papel moneda, rublos impresos con el aguila imperial o con la cara del zar, la cara de Niki. La gente acumulaba esos billetes durante la Revolucion, gastaban los rublos del gobierno provisional y no estos, o mas tarde, sus rublos bolcheviques con sus hoces, martillos o la cara de Lenin, como si escondiendo el dinero del zar pudieran protegerle a el, al regimen y a si mismos.
Los sacerdotes ortodoxos aqui en Paris no daran su bendicion a mi deseo de contactar con mis muertos a