queria que Andres estropease sus oportunidades de un gran enlace, como habia hecho su hermano Kyril, que el ano anterior justamente se habia fugado con la divorciada Victoria Melita y como consecuencia de ello habia sido despojado de todos sus titulos, ingresos y pais. Quiza la imprudencia de Kyril hubiese inspirado a Andres… El gran duque Vladimir le advirtio de que yo era una diversion muy agradable, pero nada mas; el tenia que saberlo. No, Andres no podia casarse conmigo, dijo, volviendo a mi avergonzado. Yo me eche a reir y chasquee los dedos. ?Que parecido era al joven zarevich! Yo ya sabia que no me podia casar con el. Y no era solo Andres el que no podia casarse conmigo, sino ningun hombre de rango real, ni ningun hombre de rango inferior tampoco, ya que yo estaba muy manoseada. No, el zar no podia casarse conmigo, Sergio no podia casarse conmigo, ni siquiera Andres podia casarse conmigo. Cuando la princesa Radziwell me felicito mas tarde, aquel mismo ano, por tener a dos grandes duques a mis pies, yo me esforce por reir y replique: «?Por que no? Tengo dos pies».

Lo que no tenia era al zar, que me habia vuelto la cara a mi y a mi hijo por mucho que alborotase yo en los lechos de la capital.

Cuando Vova me veia salir aquellas tardes para ir a ver a Andres, se ponia celoso y, como suponia que salia para ensayar en el teatro, decia que ya era lo bastante mayor para venir conmigo. Queria ver el escenario, lloraba, y queria verme bailar, queria tomar lecciones en la escuela de teatro, igual que habia hecho yo en tiempos con mi padre, hasta que este, exasperado, me llevo a ver a Lev Ivanov, que me hizo posar y bailar y dijo: «De acuerdo, que venga a la escuela inmediatamente» (?Yo tenia siete anos!). Del mismo modo Vova lanzaba ya su insistente campana. El viviria en la escuela, me dijo, y yo podria ensenarle.

– No te aceptaran hasta los diez anos -le explique-. Hasta entonces, estudiaras con tus tutores.

Para cuando tuviese diez, imagine, se olvidaria de todo aquello, y esperaba que fuera asi, porque a los diez o doce anos los chicos no solo podian ingresar en la Escuela de Teatro, donde no tenia ninguna intencion de inscribirle (y adonde asistirian las hijas de mi hermano Iosif, Slava y mas tarde Celina), sino tambien en el prestigioso Corps des Pages, donde, antes del nacimiento de Vova, ya habia hecho que Sergio colocase su nombre en una lista. Despues de todo, el joven zarevich vivia todavia; el tio de Alix, Leopold, habia vivido hasta los treinta y uno antes de que una hemorragia por un pequeno accidente de coche se lo llevase, y Vova debia tener una vida propia. El Corps des Pages admitia solo a los hijos de los grandes duques, tenientes generales, vicealmirantes y consejeros del monarca, y mi hijo, por lo que a ellos respectaba, era hijo del gran duque Sergio Mijailovich. El antiguo palacio de Vorontsov, disenado en la decada de 1790 por el mismo Rastrelli que habia creado el palacio Catherine y Peterhof para la emperatriz Elizabeth, habia albergado la escuela durante mas de cien anos, y en sus terrenos se encontraban una iglesia ortodoxa y otra catolica. Dentro del palacio habia dormitorios, aulas y una sala de baile con una gran galeria donde la escuela celebraba sus bailes anuales. Los jovenes cadetes que adornaban aquellas salas recibian unos uniformes de dia, uniformes completos para apariciones ante la corte, ropa de noche de brocado negro con solapas doradas y uniformes para el baile, con unas armas que se quitaban mientras bailaban, aunque eran muchos los desastres que ocurrian cuando espuelas y espadas entraban en contacto con el tafetan y el raso. En sus anos finales, los estudiantes mas aventajados de la clase eran nombrados pajes de la corte. Al emperador se le asignaba un paje, igual que a los grandes duques y duquesas. La emperatriz viuda y Alix tenian cuatro cada una. Si Vova era nombrado paje de la corte y lo asignaban a algun miembro de la familia real (o mejor dicho, cuando fuera nombrado), le darian un uniforme de corte con unos bombachos de gamuza blanca, una casaca roja y dorada y unas botas Wellington negras, y lo llevarian en un carruaje de la corte hasta el Palacio de Invierno, los pajes todos cubiertos de sabanas para que su uniforme no recibiera ni una sola mancha de camino hasta la llegada. Y cuando Vova completase su servicio, podria ser recompensado con un reloj de oro que llevaria grabado el monograma del personaje imperial al que hubiera servido, y le nombrarian oficial de la corte, asignandole como ayudante a uno de los hombres de la familia imperial para empezar lo que seria, de eso estaba segura, una brillante carrera en la corte. Ya podia ver su aparicion inicial alli, donde seria presentado formalmente a la familia imperial, incluida Alix, cuya mano besaria y con quien intercambiaria bromas en frances hasta el punto en que ella fuese capaz de seguirlas. Mi hijo ya tenia un tutor frances, asi que a los dieciocho anos hablaria esa lengua con fluidez. ?Que pensaria ella de el? ?Notaria le semejanza imperial? ?Veria en el los ojos de Niki, quizas, el parecido del rostro, sus andares, su porte? ?O para ella no seria mas que otro de los muchos jovenes guapos de uniforme? Familia, riqueza, belleza, lealtad… esos eran los requisitos para la Guardia.

Si, mi hijo veria a su padre en el Palacio de Invierno de una forma u otra, pero por ahora, mi nino se quedaria en casa conmigo, adorado por mi familia y mimado por Sergio, que lo consolo por no asistir a la escuela de teatro construyendole una casita de juguete en nuestra dacha. Y mas tarde, cuando Vova se quejo, indignado, de que tenia que aliviarse de pie en el jardin, entre unos rosales, Sergio anadio a la casita de juguete un cuarto de bano que funcionaba de verdad. Tambien le compro un automovil en miniatura que conducia de verdad, una manguera de bombero por la que salia agua de verdad, y una enorme llama de peluche que sobresalia de su cama. Por la noche, debajo de la llama, Sergio y Vova se arrodillaban a rezar sus oraciones, los dos juntos. Cuando Vova estaba enfermo, Sergio le cepillaba el fino cabello y se lo ataba con una cinta para bajarle la fiebre y llamaba a su hermano el hipocondriaco para que enviase a su medico personal y tratase a Vova; Sergio incluso tenia un catre de campana montado en la habitacion de Vova para poder dormir a su lado hasta que se ponia bien. Aunque Sergio nunca me reprocho mis devaneos con Andres, parece que fue porque Vova me habia sustituido en sus afectos, y los dos nos ibamos turnando junto al nino, que se volvio muy caprichoso por recibir tantas atenciones. Y todo eso siguio sucediendo hasta 1912.

Mira como sufrimos

A finales de septiembre de aquel ano, el zar y su sequito viajaron como de costumbre desde Polonia, donde estaban cazando, a sus propiedades en Skernevetski, Bielovezh y Spala, y mi hermano, Iosif, ahora presidente de los Nortenos, una sociedad de cazadores -que por medio de mi influencia, como recordaran, habia sido colocado a cargo de los pabellones de caza del zar despues de ser despedido del ballet-, viajo con el. No paso mucho tiempo hasta que empezaron a llegar a Peter rumores sobre los asuntos en Polonia. La gente decia que el zarevich se habia puesto enfermo de tifus o de colera. El London Times escribio que el heredero habia resultado herido por una bomba terrorista. Sergio no sabia cual era la verdad. Si los rumores eran ciertos, Niki no hablaba todavia de ellos. Y entonces, el 9 de octubre, Iosif me envio un laconico telegrama dandome instrucciones de que acudiera a Spala de inmediato a peticion del zar, y que llevase a Vova conmigo. Yo lleve el telegrama tanto tiempo en la mano que por la tarde el papel se habia empezado a desintegrar. ?Que querria el zar de mi y de mi hijo, despues de tanto tiempo? ?Que quiso en 1904? Pero cuando respondi al mensaje de mi hermano, Iosif no me dio mas explicacion que: «No uses el vagon de ferrocarril de Sergio». Tenia que llamarle a el al pabellon cuando llegase a la estacion de Varsovia. Iosif, el revolucionario, ?se habia convertido ahora en criado del zar? Hay que ver como pueden cambiar a un hombre la pobreza y la necesidad.

Solo le dije a Vova que ibamos a Polonia a visitar a mi hermano, que servia al zar en su pabellon de caza. Sin embargo, en la estacion de ferrocarril vi la gazeta con el comunicado bordeado de negro que anunciaba que el zarevich estaba gravemente enfermo, y pense que aquel comunicado no especificaba cual era la enfermedad, y supe que la familia no habria permitido que se anunciase a menos que el zarevich estuviese muy proximo a la muerte. De camino hacia el sur y al oeste de Petersburgo, Vova parloteaba, preguntaba si podria el ir de caza, y si cazaria un reno y un ciervo, y si alli habria tambien bisontes europeos. ?Tendria su propia escopeta, o Iosif le dejaria la suya? ?Se podria llevar las cornamentas a casa y colocarlas en la pared de su dormitorio, o mejor aun, encima de la chimenea de mi Salon Blanco, para que nuestros invitados pudiesen verlos y le pidiesen que relatase su historia? Queria practicar conmigo las pocas palabras en polaco que le habia ensenado, pero yo estaba alterada y no paraba de sacar los telegramas de Iosif para leerlos y releerlos por si aparecia alguna nueva informacion en ellos que pudiese disipar mis temores. Al final, enfadado conmigo, Vova se fue a pasear por el pasillo del compartimento. En cada estacion me pedia que le comprase kvass al perfume de fresa, o te, o nueces tostadas. Mantuvo a los vendedores muy ocupados a lo largo de toda la ruta. En la estacion de Varsovia, mientras esperabamos el coche que Iosif enviaba a buscarme, yo me afanaba con Vova, alisandole el pelo, estirando su chaqueta y abrochandola bien, atrayendolo hacia mi en un momento dado, pero el era ya lo bastante mayor para que aquello le avergonzase, de modo que se retorcio para

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату