los ojos, de un azul muy claro, como esa palida gema que se llama turmalina, tan agudos y penetrantes y tan transparentes a la luz como el cristal. Oi decir que apenas sabia leer un fragmento de las Escrituras, que tenia problemas para recordar cualquiera de sus pasajes, y que escribia garabateando unas enormes letras negras, deformes, de tamano irregular, sin ortografia, amontonadas unas encima de otras. Pero cuando hablaba era como un conjuro, una retahila casi incoherente: «El mundo es como el dia; mira, ya es casi de noche; ama a las nubes, porque ahi es donde vivimos». Lo mas teatral de todo eran sus curaciones, en las cuales tomaba la mano del paciente y luego, con gran poder de concentracion, hacia que su rostro perdiese todo el color, y se volviese amarillo. El sudor brotaba de su rostro, y con los ojos cerrados empezaba a temblar… era como si la vida le abandonase y entrase en el cuerpo del enfermo. Sin embargo, un alud de criticas habia rodeado siempre a Rasputin, a causa de su conducta fuera del escenario. En la cima de su popularidad, acudian mujeres continuamente a su apartamento de Petersburgo a escuchar sus sermones, darle dinero e incluso ser profanadas por el, despues de lo cual, por la noche, el se iba a los banos y tenia tratos con prostitutas, bebia hasta emborracharse en publico mas incluso que cualquier ruso corriente, y una vez en el restaurante Yar de Moscu, Rasputin, lascivo, se exhibio ante un grupo de mujeres y causo un escandalo que solo termino cuando se recurrio tan alto en la cadena del mando que alguien, el ayudante del ministro del Interior, se considero en una posicion lo suficientemente alta para dar permiso para el arresto del favorito de palacio. Alix creia que los informes policiales eran falsos, y que los ministros que hablaban en contra de su asociacion con el eran enemigos de Rasputin… y de ella. Pero empezaron a circular sus cartas a Rasputin por Petersburgo en 1911, unas cartas escritas con un estilo efusivo, tan ajenas a su conducta publica absolutamente glacial, unas cartas en las que todo el mundo era su «querido», y en las cuales ella deseaba besarlos a todos, copias de las cuales el propio Rasputin hizo circular al principio por la capital y luego en ciudades de toda Rusia para silenciar a sus torturadores. («Solo deseo una cosa, quedarme dormida para siempre sobre tus hombros y entre tus brazos. ?Donde estas? ?Adonde has ido? ?Estaras de nuevo cerca de mi?») Toda Rusia entonces parecio escandalizarse. ?Que hacia la emperatriz en los brazos de un staretz sin lavar?

Las caricaturas que resultaron de esas cartas (caricaturas de Rasputin, Alix y las chicas, que aparecieron en los periodicos y no se pudieron evitar, ahora que las reformas de 1905 habian levantado la censura de la prensa y garantizaban la libertad de expresion) mostraban a las mujeres de la familia imperial retozando desnudas, y a la emperatriz y Rasputin abrazados. En otra, un Rasputin demoniaco, con el pelo negro, de tamano enorme, sujetaba dos marionetas con cara de idiota en las manos: Niki y Alix, la emperatriz arrodillada ante el, desnuda, con una corona amarilla en su largo pelo castano, y Niki con el vientre grueso y castrado, sentado en un palanquin, vestido solo con unas botas y un gorro de piel; los tres rodeados por una legion de grandes duques y ministros, todos ellos ahora exiliados o asesinados. Ante esto, la familia, los ministros de Niki, incluso el primer ministro de la Duma, Piotr Stolypin, insistieron en que habia que desterrar a Rasputin. Y asi, cediendo a la presion, algo que nunca le habia gustado hacer, Niki envio a Grigori Rasputin de vuelta a Siberia durante un tiempo, a su pueblo de Pokrovskoe, y por eso en 1912 Alix tuvo que telegrafiarle alli desde Spala.

Vi a Rasputin en San Petersburgo despues de aquel otono, porque tras su gran exito en Spala se le habia permitido volver del exilio a la capital, una tarde despues de salir del teatro, mientras iba yo en coche por el puente Troitski. Al principio era solo una silueta, un gaban largo y negro, una capucha, unas manos que gesticulaban, dos animales que se debatian, y luego, cuando nos acercamos mas, las linternas exteriores de mi coche incidieron en su rostro. El hombre que habia bajo la capucha quedo subitamente iluminado, como si la figura hubiese aparecido ante las candilejas de un escenario. Se habia vuelto hacia el Neva y miraba el agua, quizas agobiado por su propio destino, pero volvio la cabeza hacia mi cuando yo pasaba en mi carruaje perfumado y bien calentito, y vi el rostro de la criatura que los petersburgueses habian empezado a llamar el Sin Nombre o el Inmencionable: una nariz con las aletas muy anchas, como la retorcida raiz de un arbol, una frente abultada como una cornisa por encima de los ojos azules, tan palidos como el agua electrificada. Supe de inmediato, con toda seguridad, que era el, tanto habia circulado su descripcion. Cuando sus ojos conectaron momentaneamente con los mios, senti una conmocion, como si me volvieran del reves y me vaciaran toda la mente. Y luego pasamos y mire hacia atras para verle, pero el no se volvio a mirarme. Ni siquiera sabia quien era yo, ni sabia que mi hijo podia arrebatarle todo su poder.

?Donde estaba? Ah, si, al momento en el que vimos a Alexei por primera vez Vova y yo. Aunque fuera la luz del dia brillaba con fuerza, la luz electrica estaba encendida en aquellas salas estrechas y oscuras. Mientras mi hermano supervisaba la carga de nuestro baul en el coche, una vez concluido nuestro proposito alli, el zar nos escolto por el vestibulo. La puerta que conducia a la habitacion de Alexei estaba abierta de par en par, y de pie junto al lecho, que estaba pegado a una mesa llena de medicinas y toallas, paliativos sin valor alguno, se encontraban las hermanas de Alexei, las cuatro vestidas como si fueran un pequeno corps de ballet, con blusas de encaje blanco con cuello alto y unas faldas de lino claras, con pliegues. Hasta el cabello lo llevaban recogido con unos peinados similares: la mitad echado hacia atras y recogido en la coronilla con un lazo, el resto suelto por detras de las orejas y cayendoles sobre los hombros. Solo el pelo de la mas pequena, Anastasia, era liso. El de las otras tres caia formando suaves ondas. Estaban besando los dedos de su hermano y contandole el fragmento teatral que habian representado la noche anterior durante la cena para los invitados, miembros del sequito imperial y nobles polacos invitados a acompanarles: dos escenas de Le Bourgeois gentilhomme, que debian de exigir que dos de ellas fuesen la dama y el pirata que yo habia visto en el pasillo la noche anterior, y sus risas se detuvieron al vernos en el umbral a Vova y a mi, un nino bajito y una mujer bajita. Ellas eran altas, como cisnes rosados en torno a la silueta pequena de rostro blanco, que sonrio a Vova desde su cama. Por un momento, en aquella sonrisa se pudo ver al alegre nino que Sergio me habia descrito en la cena, que lamia su plato aunque hubiese compania, no paraba de moverse, bromeaba con sus hermanas, robo la zapatilla de una criada y luego se la devolvio con una fresa metida en la punta, escribia notitas a Niki contandole como le habia ido el dia («Cuando te vea me metere en tu bano… te beso la mano»). Los ninos tenian pocos amigos, ya que Alix seguia apartandolos de lo que consideraba que era la influencia obscena de la corte, que era todo lo que ellos conocian. De modo que las ninas se entretenian juntas, y a Alexei le permitian que tuviese la compania del hijo de su tutor, o cuando la familia estaba en Crimea, el hijo de algun campesino o de vez en cuando algun chico del Corps des Pages, un cadete que se portase bien y al que llamaban a palacio cuando estaban en Petersburgo. Y ahora se encontraba con mi hijo, su hermanastro, el ultimo al que habian llamado, de pie en la puerta de su dormitorio.

Quizas Alexei pensase que Vova era uno de esos chicos que iban a jugar con el durante su convalecencia, porque levanto la mano y le hizo senas a Vova de que se acercase, diciendole que no le hiciera reverencias. Cuando Vova se acerco, con un juguete en la mano que habia cogido para armarse de valor, Alexei dijo: «?Es para mi?» y sin protestar Vova le tendio el elefante de trapo que le habia regalado por Navidad para recordar al elefante de verdad que trajo una vez el payaso Dourov a mi casa. El animalito llevaba una silla roja y dorada de trapo y un sombrerito a juego con una campana que sonaba de verdad. Las ninas cayeron sobre el al instante: «?Oh, que mono, mira la trompita!», mientras Alix y yo nos mirabamos la una a la otra. Toda la noche, cada una de nosotras habia pensado que perdia a su hijo, y aquella manana compartiamos el mismo alivio. Mi hijo se inclino sobre la cama y le enseno al heredero los trucos mediante los cuales se podian mover las patas del elefante, y las cabezas de ambos se tocaron. El pelo de Alexei era un poco mas castano, pero Niki tenia razon: los dos ninos se parecian muchisimo, de una edad similar y con unos rasgos muy similares; me quede sin aliento al ver lo mucho que se parecian, pero el uno tenia el color de la salud y el otro una piel amarilla, tensa por encima del rostro. Pero Alexei estaba vivo, no seria enterrado en los frios bosques, junto al rio Pilitsa. Muy pronto, el zarevich pidio a una de sus hermanas (no recuerdo a cual) que le trajera su caja de soldaditos de plomo para poder jugar a la caza del elefante, y cuando ella reaparecio con un baul de preciosos soldaditos pintados, cada uno moldeado en una postura distinta, Niki fue detras de ella y se quedo en la puerta mirando como los chicos colocaban los soldados uno a uno hasta que llenaron las colinas y los valles de las sabanas de la cama en torno a las piernas de Alexei: subiendo por una pierna, bajando por la otra. Pasaria un ano entero antes de que el zarevich pudiese caminar normalmente o recuperase toda la fuerza en la pierna izquierda, porque la sangre estancada que habia llenado sus articulaciones era como un acido que se comia huesos y cartilagos, y esa deformacion habia trabado la pierna en una posicion torcida. Durante un ano llevaria unas ferulas de hierro destinadas a ir enderezando de nuevo poco a poco el miembro, y durante ese ano seria fotografiado oficialmente solo sentado: en sillas, en trineos o en escalones. Los chicos acercaban sus soldados al elefante y hacian ruidos de disparos, y despues de unas cuantas

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