– ?Mantuvo tu hermana alguna relacion con Holberg despues de… los hechos?

– Ninguna, que yo sepa. Ninguna. Ya te puedes imaginar.

– ?Se hicieron pruebas de sangre para averiguar si el era el padre?

– ?Para que?

– Eso habria reforzado lo que declaro tu hermana de que realmente se trataba de una violacion.

Levanto la vista de la fotografia y se quedo un rato mirando a Erlendur antes de decir:

– Los policias sois todos iguales. No sabeis hacer vuestro trabajo.

– ?No?

– ?No te has informado del caso?

– Mas o menos, o eso creia.

– Holberg nunca nego que hubieran tenido relaciones sexuales. Era muy listo. Lo que nunca admitio fue que hubiera habido una violacion. Dijo que todo habia sido con el consentimiento de mi hermana. Dijo que se le habia insinuado y que le habia invitado a su casa. Esa era su defensa. Que Kolbrun se habia acostado con el por su propia voluntad. Se hizo el inocente. Se hizo el inocente, el gran bastardo.

– Pero…

– Lo unico que tenia mi hermana eran unas bragas rotas -siguio diciendo Elin-. No tenia magulladuras. No era fuerte y no pudo defenderse mucho. Me dijo que se quedo paralizada de miedo cuando el empezo los tocamientos en la cocina. Luego la obligo a ir al dormitorio y ahi la violo. Dos veces. La mantuvo sujeta debajo de el, tocandola y diciendole cosas obscenas hasta que estuvo preparado para volver a empezar. Tardo tres dias en acumular bastante valor para ir a la comisaria a denunciarlo, y tener que someterse a una revision medica no mejoro las cosas. Ella nunca entendio por que la ataco. Se sentia culpable de haberle animado de alguna manera. Pensaba que tal vez en casa de su amiga despues de que la sala de fiestas cerrara habia dicho o hecho algo que desperto el deseo de Holberg. Se sentia culpable. Supongo que eso es una reaccion frecuente.

Elin se quedo callada un rato.

– Cuando por fin se decidio, se topo con Runar. Yo la habria acompanado, pero le daba tanta verguenza que no explico a nadie lo que le habia pasado hasta un tiempo despues. Holberg la amenazaba. Le dijo que si lo denunciaba volveria a por ella. Cuando por fin fue a la policia pensaba que alli encontraria refugio. Que con eso se salvaria. Que la policia cuidaria de ella. Cuando Runar la mando de vuelta a casa, despues de humillarla y quedarse con sus bragas, vino a buscarme a mi.

– Nunca se encontraron las bragas -dijo Erlendur-. Runar nego…

– Kolbrun me dijo que se las habia entregado y, que yo sepa, mi hermana nunca mentia. No se que pretendia ese hombre. Lo veo algunas veces por el pueblo, en el colmado o en la pescaderia. Una vez le grite. No pude controlarme. Tuve la impresion de que eso le divertia. Sonreia. Kolbrun me hablo una vez de esa sonrisa suya. Runar dijo que no habia recibido ningunas bragas y que la declaracion de Kolbrun habia sido tan confusa que incluso llego a pensar que estaba ebria. Por eso la envio a casa.

– Finalmente se llevo una reprimenda que no tuvo demasiadas consecuencias -dijo Erlendur-. Runar era amonestado constantemente. Dentro del cuerpo de policia era visto como un verdugo, pero alguien lo protegio hasta que se hizo imposible cubrirle las espaldas por mas tiempo y tuvieron que echarlo.

– No existia ningun motivo de denuncia, es lo que dijeron. Runar tenia razon cuando le dijo a Kolbrun que debia olvidar el asunto. Claro que ella dudo mucho tiempo, demasiado tiempo. Fue lo bastante tonta para limpiar el piso de arriba abajo, incluidas las sabanas. De ese modo elimino todas las pistas. Guardo las bragas. A pesar de todo guardo esa prueba. Como si eso fuera suficiente. Como si bastara solo con decir la verdad. Quiso borrar todo de su vida a fuerza de lavadas. No queria vivir con las evidencias que se lo recordaban. Y como dije antes, no tenia magulladuras. Solo tenia un labio partido y un poco de sangre en un ojo.

– ?Se recupero?

– Nunca. Mi hermana era una mujer muy sensible. Tenia un alma delicada y era presa facil para los que la querian mal. Como Holberg. Como Runar. Los dos se dieron cuenta y se ensanaron con ella, cada uno a su manera. Devoraron la presa.

Bajo la vista.

– Animales -anadio.

Erlendur espero un rato antes de hablar.

– ?Como reacciono cuando descubrio que estaba embarazada? -pregunto.

– Con mucha serenidad, o eso pense yo. Enseguida tomo la decision de alegrarse por el nacimiento de su bebe. Queria muchisimo a Audur. Se querian mucho las dos y mi hermana cuidaba muy bien de su hija. Hizo todo lo posible por ella. Pobrecita, bendita nina.

– ?Asi que Holberg sabia que era el padre de la pequena?

– Claro que lo sabia, aunque juro que no era suya. Lo nego rotundamente. Dijo que no era suya. Acuso a mi hermana de promiscua.

– ?Asi que no tenian ninguna relacion, ni con la hija ni…?

– ?Relacion! Nunca. ?Como se te ocurre? Eso era imposible.

– ?Y Kolbrun no le envio la fotografia?

– No. No puedo imaginar algo asi. Habria sido imposible.

– Entonces fue el quien hizo la fotografia. O alguien que conocia la historia, y luego se la envio. Tal vez vio la esquela en los periodicos. ?Salieron esquelas en la prensa?

– Si, hubo esquelas y yo misma escribi una pequena nota en su memoria. Quiza la leyo.

– ?Audur esta enterrada aqui, en Keflavik?

– No. Somos de Sandgerdi y cerca de alli hay un pequeno cementerio. Kolbrun quiso que la enterraran alli. Era pleno invierno. Costo mucho cavar la tumba.

– En el certificado de defuncion dice que murio de un tumor cerebral.

– Ese es el diagnostico que le dieron a mi hermana cuando murio la nina. Simplemente murio. Se nos murio, pobrecilla, y no pudimos hacer nada por ella. Con tres anos y pico.

Elin levanto la vista de la fotografia y miro a Erlendur.

– Simplemente se murio.

La casa estaba a oscuras y las palabras pasaban por las sombras llenas de interrogantes y tristeza. Elin se levanto despacio y encendio una lampara de luz tenue de paso hacia la cocina. Erlendur la oyo abrir un grifo, llenar algun recipiente, abrir un bote. Poco despues le llego el aroma del cafe. Se levanto y observo los cuadros de las paredes. Habia dibujos y pinturas. Un dibujo hecho por un nino encerrado en un delgado marco negro. Por fin encontro lo que buscaba. Eran dos fotografias, posiblemente tomadas con un ano de diferencia. Dos fotografias de Audur.

La fotografia mas antigua estaba hecha por un profesional en un estudio. Era en blanco y negro. La nina tendria aproximadamente un ano y estaba sentada sobre un cojin, llevaba su mejor vestido, un lazo en el pelo y un sonajero en una mano. Miraba al fotografo con una sonrisa que revelaba cuatro pequenos dientes. La otra fotografia era de la misma nina a los tres anos mas o menos. Erlendur suponia que esta la habia hecho la madre. Era en color. La nina estaba entre unos arbustos y banada por la luz solar. Llevaba un jersey rojo y una pequena falda, calcetines blancos y zapatos negros. Miraba a la camara con cara seria. Tal vez se habia negado a sonreir.

– Kolbrun nunca se recupero -dijo Elin mientras entraba en el salon.

Erlendur se enderezo.

– Seguramente no hay nada peor que perder a un hijo -aseguro el, y acepto una taza de cafe.

Elin se sento en el sofa y Erlendur se acomodo frente a ella sorbiendo su cafe.

– Si quieres fumar no hay ningun problema -dijo ella.

– Estoy intentando dejarlo -explico Erlendur, procurando que no pareciera una excusa, mientras pensaba en el dolor que sentia en el pecho.

Saco el paquete del bolsillo y encendio un cigarrillo. El noveno del dia. Ella le acerco un cenicero.

– No -dijo ella-, probablemente no hay nada peor. Afortunadamente la lucha mortal fue breve. Empezo a tener dolores de cabeza. El medico que la examino dijo que era migrana infantil. Le receto unas pastillas que no le hicieron ningun efecto. No era un buen medico. Kolbrun me conto que habia notado que olia a alcohol y que no se

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