fiaba de el. Luego todo paso muy deprisa. La nina se puso peor. Alguien hablo de un carcinoma en la piel que el medico deberia haber notado. Manchas. Los del hospital las llamaron «manchas de cafe». La mayoria las tenia en los sobacos. Finalmente la enviaron al hospital, aqui, en Keflavik. Alli llegaron a la conclusion de que se trataba de una especie de tumor en el sistema nervioso. Resulto ser un tumor cerebral. Todo eso duro seis meses.

Elin se callo.

– Como te dije, Kolbrun nunca fue la misma despues -suspiro-. Supongo que nadie puede recuperarse de tanta desgracia.

– ?Le hicieron la autopsia a Audur? -pregunto Erlendur, imaginandose el pequeno cuerpo de la nina encima de una camilla de acero inoxidable, bajo la luz de los fluorescentes y con un corte en forma de Y en el pecho.

– Kolbrun se nego rotundamente -dijo Elin-, pero no la escucharon. Se trastorno cuando se entero de que le habian hecho la autopsia. Se volvio loca de dolor y no hubo quien la calmara. Claro, despues de perder a su hija, no podia ni pensar que habian abierto el cuerpo de su nina. Estaba muerta y ya nada podia remediarlo. La autopsia confirmo el diagnostico. Le encontraron un tumor maligno en el cerebro.

– ?Y tu hermana?

– Kolbrun se suicido tres anos mas tarde. Se hundio en una depresion muy fuerte y estaba en manos de medicos. Paso algun tiempo internada en un psiquiatrico en Reikiavik, pero luego volvio a Keflavik. Yo hice lo que pude para cuidar de ella, pero era como si se hubiera apagado. No le quedaban ganas de vivir. A pesar de las circunstancias en que la habia concebido, Audur le habia dado felicidad. Pero Audur ya no estaba.

Elin miro a Erlendur.

– Seguramente te estaras preguntando como lo hizo.

Erlendur no contesto.

– Se metio en la banera y se corto las venas de las dos munecas. Habia comprado hojas de afeitar por primera vez en su vida.

Elin volvio a callarse, estaban los dos en la penumbra del salon.

– ?Sabes lo que me viene a la mente cuando pienso en el suicidio? No es la sangre en el cuarto de bano. Ni mi hermana sumergida en el agua rojiza. Ni los cortes. Lo que me viene a la mente es Kolbrun comprando hojas de afeitar. Buscando calderilla en su monedero para pagar unas hojas de afeitar. Contando las monedas.

Elin se quedo en silencio.

– ?No es extrano como trabaja la mente? -pregunto, como si estuviera pensando en voz alta.

Erlendur no sabia que contestar.

– Fui yo quien la encontro -siguio Elin-. Ella lo habia previsto asi. Me llamo por telefono pidiendome que fuera a verla por la noche. Hablamos un ratito. Siempre tenia cuidado con que decia por lo de la depresion, pero ultimamente parecia que habia mejorado. Como si se disipara la niebla. Como si fuese a poder enfrentarse a la vida de nuevo. Aquel dia no detecte nada en su voz que indicara que iba a suicidarse. Todo lo contrario. Hablamos sobre el futuro. Ibamos a hacer un viaje juntas. Cuando la encontre, de su rostro emanaba una paz que no le habia visto en mucho tiempo. Paz y conciliacion. Sin embargo, se que no habia paz en su alma.

– Tengo que preguntarte una cosa, y no volvere a mencionarla -dijo Erlendur-, pero necesito oir tu respuesta.

– ?Que quieres preguntar?

– ?Sabes algo acerca del asesinato de Holberg?

– No, no se nada.

– ?Y no has tenido nada que ver, directa o indirectamente?

– No.

Ninguno de los dos dijo nada durante unos instantes.

– El epitafio que eligio para su hija hablaba de los enemigos -dijo Erlendur.

– «Guarda mi vida del temor al enemigo.» Tambien eligio su propio epitafio, aunque ahora no figure en su lapida.

Elin abrio uno de los cajones de un bonito armario de cristal y saco una pequena caja negra. La abrio con llave y extrajo un sobre del que saco una hoja.

– Encontre esto sobre la mesa de la cocina la noche que murio, pero no estoy muy segura de que lo hubiera escogido para su lapida. Lo dudo. Hasta que lo encontre creo que no fui consciente de lo mucho que sufria.

Le dio la hoja a Erlendur y el leyo las primeras tres palabras del salmo que habia visto en la Biblia.

Escucha, ?oh, Dios!

Capitulo 12

Cuando Erlendur llego a su casa por la noche, su hija, Eva Lind, estaba sentada ante la puerta y parecia dormida. Le hablo, intentando despertarla. No reaccionaba, asi que se agacho para cogerla y entro con ella en brazos. No sabia si estaba dormida o bajo los efectos de la droga. La acomodo en el sofa del salon. Respiraba con regularidad. El pulso parecia normal. La miro fijamente un buen rato pensando que hacer. Sobre todo le habria gustado banarla. Olia mal, tenia las manos sucias y el pelo enredado y mugriento.

– ?Donde habras estado? -suspiro Erlendur.

Se sento en un sillon a su lado, todavia sin quitarse ni el abrigo ni el sombrero. Pensando en su hija se quedo profundamente dormido.

No tenia ningunas ganas de despertarse cuando Eva Lind lo sacudio por la manana. No queria soltar los restos de un sueno que le producia la misma angustia que el de la noche anterior. Sabia que era el mismo sueno, pero no era capaz de fijarlo en su mente y acordarse. Lo unico que le quedaba era una angustia y un malestar que no desaparecian hasta despertarse del todo.

Aun no eran las ocho de la manana y fuera estaba todavia oscuro. No parecia que fuese a cesar la lluvia ni el viento otonal. Con gran sorpresa Erlendur sintio el aroma a cafe recien hecho, asi como olor a vaho, como si alguien se hubiese banado. Vio que Eva Lind llevaba puesta una camisa de el y unos tejanos viejos que se sujetaba con un cinturon apretado. Iba descalza y limpia.

– Anoche tenias un aspecto estupendo -dijo Erlendur, y se arrepintio enseguida.

Despues penso que tendria que haber dejado de ser considerado con ella hacia tiempo.

– He tomado una decision -dijo Eva Lind entrando en la cocina-. Voy a hacerte abuelo. El abuelo Erlendur, ese eres tu.

– ?Y la de ayer fue tu ultima juerga, o que?

– ?Te parece bien que venga a vivir aqui por algun tiempo? Solo mientras me busco otro sitio.

– Por mi esta bien.

Se sento con ella a la mesa de la cocina, y tomo a sorbitos el cafe que le habia preparado.

– ?Y por que llegaste a esta conclusion?

– Por nada.

– ?Por nada?

– ?Puedo estar aqui contigo?

– Tanto tiempo como quieras. Ya lo sabes.

– ?Entonces seras capaz de dejar de hacerme preguntas? ?Dejar de interrogarme? Es como si siempre estuvieras trabajando.

– Siempre estoy trabajando.

– ?Has encontrado a la chica de Gardabaer?

– No. Eso no es prioritario. Ayer hable con su marido. No sabe nada. La chica dejo un mensaje diciendo que el era horrible y «?que he hecho?».

– Alguien la estaria chinchando en la fiesta.

– ?Chinchando? ?Y eso que quiere decir?

– ?Que se puede hacer en una boda para conseguir que la novia se largue?

– No lo se -dijo Erlendur sin interes-. A no ser que el novio magreara a las damas de honor delante de ella. Estoy contento de que vayas a tener el nino. Tal vez eso te ayude a salir de tu circulo vicioso. Ya era hora.

Silencio.

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