dia mas. No recordaba cuando fue la ultima vez que se cambio de ropa. Antes de coger el telefono, echo una mirada dentro del dormitorio y vio que las dos chicas estaban dormidas en su cama, tal como las habia acostado la noche anterior. Dejo la puerta entreabierta.

– Las huellas digitales concuerdan perfectamente con las huellas de la fotografia -dijo Sigurdur Oli, sin mas preambulos.

Tuvo que repetir la frase hasta tres veces mas, antes de conseguir que Erlendur entendiera de que estaba hablando. Finalmente Erlendur contesto:

– ?Quieres decir las huellas digitales de Gretar?

– Si, de Gretar.

– ?Y tambien hay en la foto huellas digitales de Holberg? -dijo Erlendur-. ?Que demonios estarian tramando?

– Se me escapa -repuso Sigurdur Oli.

– ?Que?

– Nada. Eso quiere decir que Gretar hizo la foto y seguramente se la enseno a Holberg, o Holberg la encontro. Hoy seguiremos con la busqueda de marujas, ?verdad? -pregunto Sigurdur Oli-. ?No tienes nada nuevo?

– Si… -dijo Erlendur- y no.

– Voy camino de Grafarvogur. Estamos terminando con los interrogatorios a mujeres en Reikiavik. ?Quieres que enviemos a alguien al norte, cuando acabemos aqui?

– Si -contesto Erlendur, y colgo.

Eva Lind se habia levantado y estaba en la cocina. El telefono la habia despertado. Las dos chicas llevaban todavia la ropa puesta. Erlendur habia vuelto a entrar en el agujero la noche anterior para buscar a la otra chica y se las habia llevado a las dos a casa.

Eva Lind entro en el cuarto de bano sin decir palabra. Erlendur la oyo vomitar y se fue a la cocina para preparar cafe, el unico remedio que conocia. Luego se sento a la mesa de la cocina esperando a que apareciera su hija. Paso un largo rato. Lleno dos tazas de cafe y por fin aparecio Eva Lind. Se habia lavado la cara pero, a pesar de todo, Erlendur penso que tenia un aspecto horrible. Su cuerpo extremadamente delgado casi no se aguantaba en pie.

– Yo sabia que se drogaba a veces, pero fue totalmente fortuito que topara con ella -dijo con una voz ronca Eva Lind cuando se sento al lado de su padre.

– ?Que te ocurrio a ti? -pregunto Erlendur.

– Estoy intentando recordarlo, pero es dificil -contesto ella.

– Vinieron dos chicos aqui preguntando por ti. Bastante insolentes. Le pague una deuda tuya a un tal Eddi. Fue el quien me dijo donde estabas.

– Eddi es un buen tipo.

– ?Vas a seguir intentandolo?

– ?No tendre que abortar?

Eva Lind bajo los ojos al suelo.

– No lo se.

– Tengo miedo de hacerle dano.

– Quizas es eso lo que estas tratando de hacer.

Eva Lind miro a su padre.

– ?Que mierda dices?

– ?Yo?

– ?Si, tu!

– ?Que quieres que piense? -grito Erlendur-. ?Crees que podras enfrentarte a esa interminable y maldita autocompasion tuya? Menuda cobarde estas hecha. ?De verdad te encuentras tan a gusto en tu miseria que no puedes pensar en nada mejor? ?Con que derecho destrozas tu vida de esa manera? ?Con que derecho tratas asi a la vida que llevas dentro? ?Crees que tu vida es tan desgraciada? ?Crees que eres la mujer mas desgraciada del mundo? Yo estoy investigando la muerte de una nina que no llego a cumplir los cuatro anos. Que enfermo y murio. Algo incomprensible la destrozo y la mato. Su ataud mide un metro. ?Me oyes? ?Que derecho tienes tu a vivir? ?Dime!

Erlendur estaba chillando. Se habia levantado y descargo un golpe tan fuerte sobre la mesa que las tazas se volcaron. Cuando se dio cuenta, las cogio y las lanzo contra la pared, detras de Eva Lind. Le dominaba la ira y por un momento perdio el control. Volco la mesa y todo lo que habia encima -platos, ollas y vasos- cayo al suelo y se estrello contra la pared. Eva Lind se quedo quieta, sentada en su silla, viendo la colera de su padre; lentamente los ojos se le llenaron de lagrimas.

Poco a poco Erlendur fue tranquilizandose, y entonces advirtio que a Eva Lind le temblaban los hombros y que la chica se cubria la cara con las manos. Miro a su hija y le vio el pelo sucio, los brazos delgados, unas munecas que apenas eran mas anchas que los dedos de el, y el cuerpo enflaquecido sacudido por el llanto. Iba descalza y tenia las unas de los pies negras de mugre. Fue hacia ella e intento apartarle las manos de la cara, pero ella no le dejo. Queria pedirle perdon por su comportamiento. Queria abrazarla. No hizo ninguna de las dos cosas.

En vez de eso se sento a su lado en el suelo. Sono el telefono, pero no lo cogio. La chica del dormitorio no daba senales de vida. El telefono dejo de sonar y lo unico que interrumpia el silencio eran los sollozos de Eva Lind. Erlendur sabia que no era un padre ejemplar y que su discurso iracundo tal vez iba dirigido a el mismo, a sus propias carencias como padre. Eso era lo que probablemente opinaria un psicologo: que se sentia fracasado como padre y que lo pagaba con su hija. De todos modos, quiza su actitud tendria algun efecto sobre Eva Lind. Era la primera vez que la veia llorar desde que era un bebe. La habia dejado cuando tenia solo dos anos.

Finalmente Eva Lind acabo por apartar las manos de la cara. Despues se sorbio desabridamente los mocos y se seco las lagrimas.

– Era su padre -dijo.

– ?Su padre? -pregunto Erlendur.

– El que «era horrible» era su padre -explico Eva Lind-. Es verdaderamente horrible. Su padre empezo a tocarla cuando le salieron pechos. Luego las cosas fueron cada vez mas lejos. No la dejo en paz ni en su propia boda. Se la llevo a un pasillo y le dijo que tenia un aspecto tan sexy con el vestido de novia que no podia contenerse. No podia soportar que lo dejara. La empezo a tocar. Ella se hundio.

– ?Que animal! -suspiro Erlendur.

– Yo sabia que algunas veces se drogaba. En ocasiones me habia pedido que la ayudara a conseguir la droga. Se derrumbo totalmente y fue a buscar a Eddi. Ha estado en aquel agujero desde entonces. Creo que su madre estaba enterada de todo. Desde el principio. Pero no hizo nada. Tenian una casa demasiado elegante. Demasiados coches.

– ?La chica no quiere poner una denuncia? -pregunto Erlendur.

– ?Guau!

– ?Que?

– Meterse en todo ese rollo de mierda a cambio de tres meses de libertad condicional, y eso si alguien la cree.

– ?Que va a hacer?

– Volver con el tio. Con su marido. Creo que le quiere.

– Se culpaba a si misma, ?no?

– No sabe que pensar.

– Dejo escrito «?que he hecho?». Seguramente se sentia culpable.

– No me extrana que este un poco confusa.

– Lo peor es que esos condenados maricones siempre viven felices. Sonrien al mundo sin que la conciencia les moleste para nada. Malditos imbeciles.

– No vuelvas a hablarme de esa manera -dijo Eva Lind-. Nunca mas me hables asi.

– ?Debes dinero a alguien, aparte de a Eddi? -pregunto Erlendur.

– Si, a alguno mas. Pero el problema es Eddi.

Volvio a sonar el telefono. La chica del dormitorio se desperto, se sento en la cama, miro a su alrededor y luego se levanto. Erlendur no tenia ganas de coger el telefono. No tenia ganas de ir a trabajar.

Pensaba que le gustaria pasar el dia con Eva Lind, hacerle compania y quiza convencerla de que fuera con el

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