a visitar a un medico para hacerse una revision ginecologica. Asegurarse de que el feto estaba bien.

El telefono no dejaba de sonar. La chica habia salido al pasillo y evidentemente estaba aturdida. Preguntaba si habia alguien en casa. Eva Lind contesto diciendole que estaba en la cocina. Erlendur se levanto del suelo y salio al pasillo para darle los buenos dias. Ella hizo caso omiso. Las dos habian dormido con la ropa puesta, igual que Erlendur. La chica echo un vistazo a la cocina, observo los destrozos y luego le miro a el.

Erlendur cogio por fin el telefono.

– ?A que olia en casa de Holberg?

Erlendur tardo algun tiempo en darse cuenta de que la voz era de Marion Briem.

– ?Olia? -pregunto.

– Si, ?a que olia? -repitio Marion Briem.

– Bueno, olia a sotano -dijo Erlendur-. Muy mal. A humedad. No se, a caballos o algo asi.

– No, no olia a caballos -repuso Marion Briem-. He estado buscando informacion sobre Las Marismas y hable con un amigo que es fontanero y que me puso en contacto con otros fontaneros. He hablado con muchos fontaneros.

– ?Fontaneros?

– Todo muy interesante. No me contaste lo de las huellas digitales que encontraste en la fotografia.

Su tono de voz era de reproche.

– No -dijo Erlendur-. Aun no las habia tenido en cuenta.

– Me entere. Gretar y Holberg tramaban algo. Gretar sabia que la nina era hija de Holberg. Quiza sabia algo mas.

Erlendur no dijo nada.

– ?Que quieres decir? -pregunto al cabo de un rato.

– ?Sabes que es lo mas importante que necesitamos saber sobre Las Marismas? -pregunto a su vez Marion Briem.

– No -respondio Erlendur.

Tenia dificultades para adivinar los pensamientos de Marion.

– Es tan evidente que se me escapo totalmente por aquel entonces.

– ?A que te refieres?

Marion guardo silencio por un momento, como para dar mas peso a sus palabras.

– A que son marismas.

Capitulo 26

Sigurdur Oli se sorprendio cuando advirtio que la mujer que le abrio la puerta sabia el motivo de su visita antes de que el dijera nada. Se encontraba en el rellano de un edificio de tres pisos en Grafarvogur. Acababa de presentarse y se disponia a explicar por que iba a verla cuando la mujer le invito a entrar, diciendo que habia estado esperandole.

Era temprano, por la manana. Lloviznaba y la ciudad estaba aun sumida en una penumbra que daba a entender que se acercaba el invierno, con sus dias cortos y sus bajas temperaturas. Por la radio habian dicho que no habia llovido tanto desde hacia decenas de anos.

La mujer le pidio que se quitara el abrigo y lo colgo en un armario. Un hombre salio de la cocina y le saludo con un apreton de manos. Eran un matrimonio de unos setenta anos, ambos vestidos de chandal y con calcetines blancos, como si hubieran tenido la intencion de salir a correr. Sigurdur Oli habia interrumpido su desayuno. La vivienda era pequena, pero de diseno practico, con un reducido cuarto de bano, una cocina acogedora, un salon comedor y un espacioso dormitorio. Sigurdur Oli acepto una taza de cafe y pidio un vaso de agua, la calefaccion estaba al maximo y se le habia secado la garganta. Intercambiaron algunos comentarios banales sobre el tiempo hasta que el no pudo contener mas su impaciencia.

– ?Asi que me estabas esperando? -dijo tomando un sorbo de cafe. Era muy aguado y de mal sabor.

– Claro. No se habla de otra cosa que no sea de esa pobre mujer que estais buscando -afirmo ella.

Sigurdur Oli la miraba sin entender nada.

– Entre nosotros, los de Husavik -aclaro la mujer como si fuera innecesario explicar algo tan evidente-. No hemos hablado de otra cosa desde que empezasteis a buscarla. Tenemos una asociacion muy activa en esta ciudad. Estoy segura de que, a estas alturas, no hay nadie que no sepa que buscais a esa mujer.

– ?No se habla de otra cosa? -repetia Sigurdur Oli.

– Anoche me llamaron tres amigas de Husavik que viven aqui cerca y esta manana me llamo otra que vive en el norte. Tambien en Husavik. No hay quien detenga las habladurias.

– ?Y habeis averiguado algo?

– No creo -dijo mirando a su marido-. ?Que le hizo exactamente ese Holberg?

No intentaba disimular su curiosidad. Su ansia por enterarse era tanta que Sigurdur Oli trato inconscientemente de medir sus palabras.

– Se trata de una cuestion de violencia -preciso-. Estamos buscando a una victima, pero supongo que eso ya lo sabes.

– Si, ya lo se. Pero ?por que? ?Que es lo que le hizo? ?Y por que ahora? A nosotros nos parece increible que eso pueda tener importancia despues de tantos anos -dijo con los ojos puestos en su marido, que escuchaba la conversacion sin decir palabra-. He oido que la violaron. ?Es eso cierto?

– Siento tener que decir que no puedo revelar nada sobre la investigacion del caso -repuso Sigurdur Oli-. Tal vez tampoco tenga demasiada importancia. Creo que no deberiais exagerar las cosas cuando lo comenteis entre vosotros. ?Sabes algo que nos pueda resultar util?

El marido y la mujer se miraron entre ellos.

– ?Exagerar? -exclamo la mujer, y su sorpresa parecia sincera-. No estamos exagerando en absoluto. ?A ti te parece que exageramos, Eyvi? -pregunto con la vista fija en su marido, que seguia en silencio, indeciso-. ?Contesta, hombre! -le dijo bruscamente.

– No, creo que no exageramos, no.

El movil de Sigurdur Oli empezo a sonar. No lo llevaba suelto en el bolsillo de cualquier manera, como Erlendur, sino guardado en una funda bien sujeta al cinturon de su pantalon, cuidadosamente planchado. Sigurdur Oli se disculpo y contesto al telefono. Era Erlendur.

– ?Puedes encontrarte conmigo en casa de Holberg? -pregunto.

– ?Que es lo que pasa? -quiso saber Sigurdur Oli.

– Excavaciones -dijo Erlendur, y colgo.

Cuando Sigurdur Oli llego a Las Marismas, Erlendur y Elinborg ya estaban alli. Erlendur estaba tan tranquilo, ante la puerta de la vivienda de Holberg, fumando un cigarrillo; Elinborg estaba dentro, dando bufidos, segun le parecio a Sigurdur Oli. Levantaba la cabeza, inhalaba, soplaba y volvia a inhalar. Erlendur se encogio de hombros, tiro la colilla al jardin y los dos hombres entraron juntos en la vivienda.

– ?Que opinas del olor que hay aqui dentro? -pregunto Erlendur a Sigurdur Oli, que empezo a husmear el aire igual que Elinborg.

Los dos iban olisqueando de habitacion en habitacion. Erlendur se mantuvo al margen, ya que su olfato era bastante pobre y estaba algo abotargado, despues de tantos anos de fumar.

– Cuando entre aqui por primera vez, pense que en este apartamento, o en la casa, vivia gente relacionada con caballos. El olor me recordaba a caballos, botas, sillas de montar o algo asi. Estiercol. Como una cuadra. Era el mismo olor a establo que habia en el primer apartamento que compre. Pero alli tampoco vivia gente aficionada a los caballos. Resulto ser suciedad y humedad. Durante anos habia goteado agua de los radiadores sobre la moqueta y el parque, sin que nadie hubiera hecho nada por evitarlo. Con el tiempo el agua se fue filtrando por el suelo, buscando su camino hasta el desague. Ahi se habia instalado una familia de ratas. Cuando por fin se reparo en el estropicio, los fontaneros rellenaron el agujero con paja y lo cubrieron con una fina capa de cemento. Sin embargo, aun se nota una especie de olor a cloaca en el apartamento.

– ?Lo cual quiere decir…? -pregunto Erlendur.

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