– ?Todavia te duele donde te dio la patada? -pregunto Fjola.

A Erlendur le parecio ver una mirada de triunfo en sus ojos.

Aun era temprano cuando Erlendur y Sigurdur Oli llegaron a la casa de Holberg, en la calle Nordurmyri. Los vecinos del primero y el segundo piso estaban esperandolos. La policia habia tomado declaracion al matrimonio del primer piso, padres de los dos ninos, pero Erlendur queria hablar personalmente con ellos. Arriba vivia un piloto de aviacion que dijo haber llegado de Boston al mediodia, el dia que mataron a Holberg, y que se habia echado a dormir por la tarde y no se habia despertado hasta que la policia llamo a su puerta.

Empezaron por el piloto. Tenia unos cuarenta anos, vivia solo y su vivienda era como un contenedor de basuras. Ropa por todas partes, dos maletas sobre un sofa de cuero, bolsas de plastico de las tiendas duty free del aeropuerto por el suelo, botellas de vino sobre las mesas y latas de cerveza vacias por todos los rincones. El piloto los recibio sin afeitar y en camiseta de tirantes y pantalon corto. Los miro fijamente un momento antes de darse la vuelta, sin mediar palabra, e ir andando delante de ellos hasta el salon, donde se sento en un sillon. Ellos se quedaron de pie ya que no encontraron donde sentarse. Erlendur miro a su alrededor y penso que con este piloto ni siquiera entraria en un simulador de vuelo.

Por alguna razon el hombre empezo a explicar que estaba en medio de una separacion matrimonial que tal vez podria convertirse en un asunto policial. La muy zorra le habia enganado mientras el estaba de viaje. Un dia llego de Oslo, esa deprimente ciudad, anadio, donde habia estado con un antiguo companero de colegio. Erlendur y Sigurdur Oli se preguntaban que habia sido mas deprimente, que su mujer lo enganara o tener que pasar una noche en Oslo.

– Venimos por el asesinato que ocurrio aqui, en el sotano -dijo Erlendur, e interrumpio asi la balbuceante verborrea del piloto.

– ?Habeis estado en Oslo? -pregunto el piloto.

– No -dijo Erlendur-, pero no venimos para hablar de Oslo.

El piloto le miro y luego observo a Sigurdur Oli; de repente parecia despejarse.

– A ese hombre no le conocia de nada -explico-. Compre este agujero hace cuatro meses; segun tengo entendido, llevaba vacio mucho tiempo. A el le vi algunas veces por aqui, por la calle. Parecia normal.

– ?Normal? -pregunto Erlendur.

– Quiero decir que era agradable hablar con el.

– ?De que hablaste con el?

– Mas que nada, de aviacion. Le interesaba la aviacion.

– ?Que le interesaba de la aviacion?

– Los aviones -dijo el piloto, y abrio una lata de cerveza que saco de una bolsa de plastico-. Los destinos - siguio despues de tomarse un trago de cerveza-. Las azafatas -anadio, y solto un eructo-. Pregunto mucho por las azafatas. Ya sabeis.

– No, no sabemos -dijo Erlendur.

– Cuando pernoctamos en el extranjero.

– Ah, si.

– Que que hacemos, si las azafatas estan animadas y cosas asi. Habia oido que las estancias en el extranjero solian ser muy movidas.

– ?Cuando le viste por ultima vez? -pregunto Sigurdur Oli.

El piloto se quedo pensativo. No se acordaba.

– Hace algunos dias -dijo al fin.

– ?Sabes si recibio visitas ultimamente? -pregunto Erlendur.

– No, suelo pasar mucho tiempo fuera de casa.

– ?Has visto a alguien merodeando por aqui, por el barrio, alguien que pareciera estar buscando algo o simplemente paseando sin rumbo fijo?

– No.

– ?Alguien que llevaba una chaqueta militar de color verde?

– No.

– ?Un hombre joven con botas militares?

– No. ?Llevaba botas militares? ?Sabeis quien lo hizo?

– No -dijo Erlendur, y volco una lata medio llena de cerveza cuando se dio la vuelta para salir del piso.

La mujer iba a llevar a los ninos con su madre unos dias y estaba preparada para salir. No queria que los pequenos se quedaran en casa despues de lo que habia pasado. El hombre asentia con la cabeza. Era lo mejor. Evidentemente les habia afectado. Habian comprado la vivienda cuatro anos atras y estaban a gusto en ella. Un buen barrio para vivir. Tambien para los ninos. Estos estaban de pie al lado de su madre.

– Fue tremendo encontrarlo asi -dijo el hombre con la voz entrecortada, como susurrando. Miro a sus hijos-. Les hemos dicho que el hombre estaba dormido -anadio-, pero…

– Sabemos que estaba muerto -dijo el nino mayor.

– Muerto -dijo el pequeno. El matrimonio sonrio desconcertado.

– Se lo han tomado muy bien -aseguro la mujer, y acaricio la mejilla del mayor.

– Holberg me caia bien -explico el hombre-. Conversabamos algunas veces, aqui en la calle. Habia vivido en esta casa mucho tiempo y hablabamos sobre el jardin, sobre mantenimiento y cosas asi, lo habitual cuando hablas con un vecino.

– Pero no teniamos mucha relacion -dijo la mujer-. Me parecia mejor asi. Mejor mantener la intimidad.

No habian notado nada fuera de lo normal y no habian visto a nadie con chaqueta militar verde merodeando por los alrededores. La mujer estaba impaciente por marcharse con los ninos.

– ?Recibia Holberg muchas visitas habitualmente? -pregunto Sigurdur Oli.

– Nunca lo vi con nadie -dijo la mujer.

– Parecia sentirse un poco solo -anadio el hombre.

– Su casa apestaba -dijo el nino mayor.

– Apestaba -repitio el pequeno.

– En el sotano habia humedad -dijo el hombre justificando a los ninos.

– A veces la humedad sube hasta aqui -siguio la mujer.

– Se lo habiamos comentado -aseguro el hombre.

– Dijo que lo iba a mirar -repuso ella.

– Hace dos anos de eso -aclaro el.

Capitulo 4

El matrimonio del barrio de Gardabaer miro a Erlendur con angustia. Su hija pequena habia desaparecido. No sabian nada de ella desde hacia tres dias. Nada, desde la boda. Le dijeron que habia desaparecido durante la celebracion. Su hijita pequena. Erlendur se imaginaba una pequena nina rubia hasta que se entero de que tenia veintitres anos y que estudiaba psicologia en la universidad.

– ?De la boda? -pregunto Erlendur, y miro a su alrededor en el enorme y lujoso salon; tenia el tamano de una planta entera del edificio donde el vivia.

– ?De su propia boda! -dijo el hombre, como si todavia no entendiera lo que habia pasado-. ?La chica se escapo de su propia boda!

La mujer se sono en un panuelo arrugado.

Era mediodia. Erlendur habia tardado una media hora en llegar desde Reikiavik hasta Gardabaer, a causa de las obras que se encontro en el camino; ademas le costo lo suyo dar con el gran chale de la familia. Desde la calle no se veia, oculto en medio de un gran jardin donde crecian varios tipos de arboles, algunos de hasta seis metros de altura. El matrimonio le esperaba con una angustia evidente.

Erlendur sabia que esto era una perdida de tiempo y que tenia otros asuntos mas importantes que resolver; pero ya que su ex mujer le habia pedido que le hiciera este favor decidio complacerla, a pesar de que apenas se

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