habian hablado durante dos decadas.

La mujer llevaba un elegante traje chaqueta de color verde claro y el hombre, un traje negro. El decia estar muy preocupado por su hija, aunque tenia el convencimiento de que antes o despues volveria a aparecer por casa sana y salva. Queria hablar con la policia sin que se pusiera en marcha un equipo de busqueda o de rescate ni que saliera ningun aviso en los medios.

– Simplemente se esfumo -dijo la mujer.

Tenian la edad de Erlendur, unos cincuenta anos. Los dos se dedicaban al comercio, importaban articulos para ninos y eso les proporcionaba gozar de una buena situacion economica. Nuevos ricos. El paso del tiempo les habia tratado con benevolencia. Erlendur se fijo en dos automoviles nuevos aparcados delante del doble garaje. Los dos pulidos y brillantes.

La mujer se armo de valor y empezo a contarle toda la historia. Habia ocurrido hacia tres dias, el sabado. ?Dios mio, que deprisa pasaba el tiempo! Era un dia precioso. Les caso ese cura tan conocido.

– Horrible -dijo el marido-. Vino corriendo, solto un rollo y luego desaparecio rapidamente con su cartera. No entiendo como puede ser tan famoso.

La mujer no dejo que nada alterara la belleza de la boda.

– ?Un dia grandioso! Soleado, un precioso tiempo otonal. Seguramente habia unas cien personas en la iglesia. Tiene tantisimos amigos. Es una chica muy popular. Hicimos la fiesta aqui, en Gardabaer. ?Como se llama el sitio? Siempre se me olvida.

– Gardaholt -puntualizo el marido.

– Es un sitio tremendamente agradable. Llenamos. La sala, quiero decir. Recibio tantisimos regalos. Luego cuando… cuando…

– Tenian que bailar el primer vals -siguio el hombre cuando la mujer se puso a llorar-, y el tonto del novio estaba completamente solo en la pista de baile. Nosotros llamamos a Disa Ros, pero ella no aparecia. Empezamos a buscarla, pero era como si se la hubiera tragado la tierra.

– ?Disa Ros? -dijo Erlendur.

– Luego se descubrio que habia cogido el coche de bodas…

– ?Coche de bodas?

– ?Ay, si! Ese cochazo decorado con flores y lazos que les llevo desde la iglesia como se llame, y se largo de la boda. De repente. Sin explicaciones.

– ?De su propia boda! -exclamo la mujer.

– ?Y vosotros no sabeis la razon?

– Evidentemente ha cambiado de idea -dijo la mujer-. Se habra arrepentido de todo.

– Pero ?por que? -inquirio Erlendur.

– ?La encontraras? -pregunto el hombre-. No se ha puesto en contacto con nosotros y, como ves, estamos muy preocupados. La fiesta fue un fracaso total. La boda, reventada. No sabemos que hacer. Y nuestra pequena, desaparecida.

– Y… el coche de bodas, ?lo han encontrado?

– Si, en la calle Gardastraeti -dijo el hombre.

– ?Se sabe por que estaba alli?

– No. Ella no conoce a nadie alli. Tenia su ropa en el coche. Su ropa de calle.

Erlendur vacilo.

– ?Tenia la ropa de calle en el coche de bodas? -dijo finalmente, y se pregunto si seria culpa suya que esta conversacion hubiese llegado a un nivel tan bajo.

– Se quito el vestido de novia y se puso la ropa de calle, que parece que guardaba en el coche -respondio la mujer.

– ?Crees que la podras encontrar? -pregunto el marido-. Hemos hablado con todos sus conocidos, pero nadie sabe nada. No sabemos que hacer. Aqui tengo una fotografia de ella.

Le dio a Erlendur el retrato de una chica joven, guapa y rubia, que se habia esfumado y ahora le sonreia desde la fotografia.

– ?No teneis ninguna idea de lo que puede haber pasado?

– Ni idea -dijo la madre.

– Ninguna -anadio el padre.

– ?Y esos son los regalos?

Erlendur miraba una enorme mesa de comedor a varios metros de distancia, llena de paquetes de varios colores, articulos de decoracion, papel de celofan y flores. Se fue hacia la mesa y el matrimonio le siguio.

Nunca habia visto tantos regalos juntos y se preguntaba que tipo de cosas podia haber en los paquetes. Cuberterias, cristalerias, se imaginaba.

Vaya vida.

– Y aqui hay plantas -dijo Erlendur, y senalo unas ramas en un enorme florero en un extremo de la mesa de las que colgaban papeles rojos en forma de corazon.

– Si, es el arbol de los mensajes.

– ?Y eso que es? -pregunto Erlendur.

Solo habia asistido a una boda en su vida y de eso hacia ya mucho tiempo. No hubo ningun arbol de los mensajes.

– A los invitados se les dan unos papelitos. Escriben mensajes para los novios y los cuelgan de una rama. Ya habia muchos mensajes colgados cuando Disa Ros desaparecio -dijo la mujer, y volvio a sacar el panuelo.

El movil sono en el bolsillo de Erlendur. Cuando intento sacarlo, el aparato se quedo enganchado. Al tirar de el bruscamente se rompio el bolsillo y, sin querer, Erlendur le dio un golpe al arbol de los mensajes, que se cayo al suelo. Erlendur se disculpo y atendio la llamada.

– ?Vas a venir con nosotros a la calle Nordurmyri? -le pregunto la voz de Sigurdur Oli sin preambulos-. Para inspeccionar un poco mas la vivienda.

– ?Estas en el despacho? -quiso saber Erlendur, que se habia alejado del matrimonio.

– Te esperare -dijo Sigurdur Oli-. ?Donde demonios estas?

Erlendur apago el movil.

– Vere que podemos hacer -le dijo al matrimonio-. Pienso que no hay ningun peligro. La chica se ha asustado y estara en casa de alguna de sus amigas. No debeis preocuparos, os llamara en cualquier momento.

Los padres de la chica estaban agachados recogiendo los pequenos papeles que se habian caido del arbol de los mensajes. Erlendur se dio cuenta de que no habian visto los que estaban debajo de una silla y se agacho para recogerlos. Eran de carton rojo. Erlendur leyo los mensajes escritos y miro al matrimonio.

– ?Habiais leido esto? -les pregunto, y les dio uno de los mensajes.

El hombre lo leyo y en su rostro aparecio una expresion de sorpresa. Paso el papel a su mujer. Ella lo leyo varias veces y no parecio entender nada. Erlendur extendio la mano y la mujer le devolvio el papelito. El mensaje estaba sin firmar.

– ?Es la letra de tu hija? -interrogo.

– Creo que si -le contesto la mujer.

Erlendur volvio a leer el mensaje:

El es horrible. ?Que he hecho?

Capitulo 5

– ?Donde has estado? -dijo Sigurdur Oli cuando Erlendur volvio a la oficina.

Le contesto con una pregunta:

– ?Ha llamado Eva Lind?

Sigurdur Oli dijo que le parecia que no. Sabia lo que le pasaba a la hija de Erlendur, pero ninguno de los dos lo mencionaba. Pocas veces hablaban de sus asuntos privados.

– ?Hay algo nuevo sobre Holberg? -pregunto Erlendur cuando entro en su despacho.

Sigurdur Oli le siguio y cerro la puerta. Los asesinatos no eran frecuentes en Reikiavik y las pocas veces que

Вы читаете Las Marismas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×