se cometia alguno el caso llamaba mucho la atencion. La policia tenia por costumbre no desvelar detalles de su investigacion criminal a la prensa, a no ser que fuera necesario. Ahora era distinto.

– Sabemos algo mas de el -dijo Sigurdur Oli, y abrio una carpeta que llevaba consigo-. Nacio en Saudarkrokur hace sesenta y nueve anos. Desde hacia algun tiempo trabajaba de camionero en la empresa Transportes de Islandia. Aun seguia ahi, aunque de forma esporadica.

Sigurdur Oli se callo.

– ?No tendriamos que hablar con sus companeros de trabajo? -agrego.

Acto seguido se arreglo la corbata. Llevaba un traje nuevo, era alto y bien parecido. Habia estudiado criminologia en Estados Unidos. Era la antitesis de Erlendur: moderno y metodico.

– ?No habria que establecer un perfil de ese hombre? -continuo-. ?Conocerle un poco?

– ?Perfil? -dijo Erlendur-. ?Eso que es? ?Una imagen de su perfil? ?Quieres una foto de su perfil?

– Recopilar informacion sobre el, ?que va a ser!

– ?Que opina la gente en general? -pregunto Erlendur manoseando un boton de su jersey, que finalmente se solto y le cayo en la mano.

Erlendur era de constitucion fuerte, algo llenito y su mata de pelo de color castano. Era uno de los investigadores de la policia con mas experiencia en el cuerpo. Normalmente se salia con la suya. Tanto los jefes como los otros empleados hacia tiempo que habian dejado de intentar contrariarle. A lo largo de los anos le habian ido dejando hacer. A Erlendur eso le parecia bien.

– Se esta buscando al de la chaqueta militar. Es probable que sea un chiflado. Algun joven que pretendia sacarle dinero a Holberg y al que le entro panico.

– ?Y que pasa con la familia de Holberg? ?No tenia?

– No hay familia. Aunque aun no tenemos toda la informacion. Seguimos buscando datos sobre parientes, amigos, companeros de trabajo… ya sabes, antecedentes. El perfil.

– Segun lo que vi en la vivienda, tengo la impresion de que era un solitario y que llevaba mucho tiempo aislado.

– Si, tu sabes que es eso, ?verdad? -se le escapo a Sigurdur Oli.

Erlendur hizo como si no lo hubiera oido.

– ?Algo nuevo del medico forense o del departamento tecnico?

– Tenemos un informe provisional. No explica nada que no sepamos. Holberg murio de un golpe en la cabeza. El golpe fue fuerte, pero la forma del cenicero y las aristas puntiagudas fueron definitivas. Le rompieron el craneo y causaron la muerte de forma casi instantanea. Tambien parece que se dio con la esquina de la mesita al caerse. Tenia una fea herida en la frente que coincide con la mesita. Las huellas dactilares del cenicero eran de Holberg; aunque luego encontraron otras dos huellas, una de las cuales tambien esta en el lapiz.

– Que seguramente seran del asesino.

– Es probable que sean del asesino, si.

– O sea, un tipico asesinato islandes chapucero. Eso es lo que tenemos.

– Tipico. Y en eso basamos nuestro trabajo.

Seguia lloviendo. Las depresiones venian del sur del Atlantico que en esta epoca del ano se desplazaban, una tras otra, desde el sur hacia el este del pais acompanadas de vientos fuertes, lluvia y triste oscuridad. El departamento tecnico seguia trabajando en la vivienda de Las Marismas. A Erlendur la cinta policial amarilla que rodeaba la casa le recordaba a la compania electrica: un agujero en la calle, una tienda de campana de lona sucia encima del hoyo, un destello de soldador dentro de la tienda, todo rodeado por una cinta amarilla. Del mismo modo, la policia habia limitado el escenario del crimen con una pulcra banda amarilla con el nombre del departamento. Erlendur y Sigurdur Oli se encontraron con Elinborg y con otros agentes que habian registrado la casa con minuciosidad toda la noche y ahora terminaban su trabajo.

Los vecinos de las casas colindantes fueron interrogados, pero, desde el lunes por la manana y hasta el momento en que se encontro el cadaver, ninguno habia notado nada ni visto a nadie sospechoso cerca del lugar del crimen.

Erlendur y Sigurdur Oli se quedaron solos en la casa. El charco de sangre de la alfombra se habia convertido en una mancha negra. Se habian llevado el cenicero como prueba, igual que el lapiz y el cuaderno. Todo lo demas estaba intacto. Sigurdur Oli se ocupo del recibidor y del pasillo que conducia a las habitaciones; Erlendur permanecio en el salon. Ambos se pusieron los guantes de latex. En las paredes colgaban reproducciones con aspecto de haber sido compradas a un vendedor a domicilio. En la libreria habia libros de intriga traducidos, volumenes de bolsillo de un club de lectores, algunos usados, otros sin tocar. Ninguna edicion interesante debidamente encuadernada. Erlendur se agacho hasta casi tocar el suelo para poder leer los titulos del ultimo estante. Solo conocia uno. Lolita, de Nabokov. Edicion de bolsillo. Lo saco del estante. Estaba en ingles y se notaba que habia sido leido.

Volvio a colocar el libro en su sitio y se fue hacia el escritorio, que tenia forma de L y llenaba un rincon del salon. A su lado habia una confortable silla de cuero, que tenia debajo un plastico protector para la alfombra. El escritorio parecia bastante mas antiguo que la silla. La mesa tenia cuatro cajones en los lados de la parte mas ancha y uno grande en medio. Total, nueve cajones. En la parte mas estrecha del escritorio habia una pantalla de ordenador de diecisiete pulgadas, bajo la que se habia anadido una rejilla para el teclado. La torre estaba en el suelo.

Todos los cajones estaban cerrados con llave.

Sigurdur Oli repaso el armario del dormitorio. Estaba bastante ordenado, los calcetines en un cajon, ropa interior en otro, calzoncillos y camisetas. Habia camisas y tres trajes colgados en perchas. A Sigurdur Oli le parecio que el traje mas antiguo seria de los tiempos de las salas de baile. A rayas marrones. En el fondo del armario habia algunos pares de zapatos. Sabanas en el estante de arriba. La cama estaba hecha. Una colcha blanca cubria el edredon y la almohada. Era individual.

Sobre la mesita de noche habia un despertador y dos libros. Uno de ellos era de conversaciones con un conocido lider politico y el otro, un libro de fotografias de la compania sueca de camiones Scania Vabis. La mesita tenia un armario con medicamentos, alcohol, pastillas para dormir, analgesicos y un pequeno bote de vaselina algo pringoso.

– ?Has visto llaves en algun sitio? -dijo Erlendur asomandose a la puerta.

– No, no he visto ninguna llave. ?Quieres decir llaves de la casa?

– No, llaves del escritorio.

– No, tampoco.

Erlendur salio al recibidor y de ahi paso a la cocina. Abrio cajones y armarios, pero no encontro nada mas que cubiertos, vasos, platos y espatulas de madera. Ninguna llave.

Busco en los bolsillos de los abrigos del guardarropa. Encontro una carterita negra con un llavero y unas monedas dentro. En el llavero habia dos llaves pequenas junto con las de la puerta de la calle, las de la entrada a la vivienda y las de los dormitorios.

Probo las llaves pequenas. Una de ellas abria los cajones.

Primero abrio el cajon grande del medio. Ahi encontro sobre todo facturas, del telefono, de la luz y la calefaccion, de las tarjetas de credito y de la suscripcion a un periodico. Los dos ultimos cajones del lado izquierdo estaban vacios. En el segundo de arriba habia declaraciones de renta y notificaciones de cobros de nomina, y en el primero, un album de fotos. Erlendur lo hojeo. Todas en blanco y negro, fotografias viejas de personas de diferentes epocas, algunas veces vestidas con sus mejores ropas; segun Erlendur, parecian estar sentadas en este mismo salon en Las Marismas. Algunas habian sido tomadas durante excursiones, se veian arbustos, la cascada de Gullfoss y el Geysir. Vio dos fotografias que podian ser del muerto cuando era joven, pero ninguna reciente.

Abrio los cajones del lado derecho. Los dos de arriba estaban vacios. En el tercero encontro barajas de cartas, un tablero de ajedrez junto con su caja de piezas y un viejo tintero.

Descubrio la fotografia debajo del ultimo cajon.

Erlendur estaba cerrandolo cuando oyo un ruido de papel. Volvio a abrir y cerrar el cajon. De nuevo oyo el ruido. El cajon tocaba algo al cerrarse. Erlendur suspiro, se arrodillo y miro dentro sin ver nada. Al sacar el cajon descubrio algo en el fondo.

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