mejor las cosas, calculando todas las contingencias de antemano para no volver a fracasar.
Ninguna de estas reflexiones quitaron el sueno al Santo. Cuando desperto, el sol entraba alegremente por el hueco de las ventanas, y Horacio colocaba en la mesita la acostumbrada taza de te.
– Excelente manana -observo como siempre.
Desde el incidente del disparo, Templar habia renunciado, aunque de muy mala gana, a banarse en el mar, como todas las mananas, hasta que la situacion estuviese mas despejada. Pero salto a la comba y boxeo a pleno sol con gran vigor. Horacio le echo unos cuantos cubos de agua encima mientras Templar se hallaba echado en la hierba respirando a pleno pulmon, satisfecho de su perfecta salud. Porque el Santo preveia una lucha durisima y precisarla de todas sus fuerzas.
– El desayuno estara dentro de un minuto -dijo Horacio. El Santo sonrio mientras se vestia. Pensaba que Horacio era demasiado bueno para ser real.
Era ya tarde, y Horacio, servido el desayuno, se marcho a buscar a Patricia. La muchacha llego media hora despues, encontrando a Templar tumbado en la hamaca. Al verla, se puso en pie de un salto, brindandole, ambas manos.
– ?Cuanto tiempo sin verla!?Como se encuentra?
– Muy bien -contesto Patricia-. Y no ha pasado nada.
Estaba fresca como una rosa, y el Santo se dijo que no habia visto nunca nada tan encantador.
– Hubiera podido suceder algo -dijo-. Cuando era boy-scout, me ensenaron a estar siempre preparado.
Acerco un sillon para la joven, arreglo los cojines y la obligo a sentarse.
– Ya se que viene usted llena de curiosidad; asi es que vamos al grano.
Y sin mas preambulo, empezo a contar la historia. Le hablo de Fernando, al que encontro agonizando, con un cris clavado en el cuerpo, y relato lo que le habia dicho aquel desgraciado. Le hablo del Tigre, que habia sido durante muchos anos uno de los gangsters mas temidos de Chicago. Le refirio alguna de sus hazanas, y llego por fin al robo audaz, efectuado en el Banco Confederado. Fernando le habia contado algunos detalles; el resto lo supo por pacientes investigaciones.
– El Tigre es un verdadero genio -dijo-. El modo como huyo con aquel monton de oro, atravesando con el todo el oceano hasta dejarlo en Baycombe, es solo una pequena muestra de lo que su cerebro es capaz.
Despues le conto los hechos mas recientes, lo poco que logro saber estando en Baycombe, de como habia despertado las sospechas de la banda desde su llegada y lo que habia hecho para dar mas pabulo a las sospechas, con la esperanza de que la parte contraria se delatase al tratar de quitarle de en medio. Poco a poco fue comprendiendo Patricia todo el alcance del asunto, mientras el Santo iba anadiendo detalles. Templar se interrumpia con frecuencia, adornando su explicacion con pintorescas salidas y graciosas exageraciones. Sin embargo, la muchacha estaba pendiente de sus labios, subyugada por sus ojos, convencida de todo lo que decia. Ahora veia las escenas de la noche anterior de distinto modo.
El Santo termino con un humoristico esbozo de lo que sucedio en casa de Bittle despues de marcharse ella.
– Ya conoce usted la historia -concluyo-. Contada asi, tranquilamente, parece absurda. Pero, con lo que ha visto, le sera mas facil creer el resto. Lo mas interesante es que el Tigre esta en Baycombe, igual que yo e igual que el oro. Y el Tigre quiere que le sirvan mi cabeza en una bandeja, yo quiero su mal adquirido botin y los dos somos bastante tenaces para no cejar en nuestro empeno. De manera que el baile va a ser muy divertido… Ademas, ahora hay un nuevo conflicto, y este ha hecho que le contara todos los detalles. El caso es que usted se ha metido en el asunto; el Tigre, por lo que sucedio anoche, ha de contar con el riesgo de que usted lo sepa todo, y su comportamiento no le habra tranquilizado, por cierto. Usted puede ser un peligro para el, y, aunque no lo sepa seguro, no puede correr el riesgo. Para curarse en salud, han de suponer que usted y yo trabajamos por la misma causa. De modo que ya ve que se halla metida en el lio.
Acabando de decir esto, el Santo se inclino hacia la joven para verla mejor. Patricia se dio cuenta de que hablaba en serio y que no era hombre dado a exageraciones, aun cuando trataba de restar importancia al asunto bromeando.
– Voy a hacerle una proposicion -continuo Templar-. Conozco a un tipo llamado Terry Mannering, que vive al otro lado de Devonshire; se trata de un hombre que sabe apreciar el lado divertido de las cosas, igual que yo. Esta casado y su mujer es encantadora; ademas, tiene algunos yates, porque, desde que su viejo padre murio, es tan rico como yo quiero serlo un dia. Si yo la llevase alli y dijera al amigo Terry que a usted le conviene, por su salud, hacer un viajecito de algunos meses, hasta que el tumulto y el ruido de los disparos se haya apagado, por asi decirlo, y los Tigres y sus cachorros esten dispersados…, me consta que los tres se harian a la mar en seguida. Cuando todo hubiese acabado y el Tigre estuviera bajo tierra, se lo comunicaria para que volviese.? Que le parece?
Patricia estaba mirandose la punta del zapato. Imitando al Santo, dijo:
– Es una excelente idea para otro momento, pero no es posible forzar el viaje asi como asi. Ademas, estoy divirtiendome ahora de lo lindo aqui en Baycombe.
Templar se levanto.
– Pues a mi no me divierte su diversion -dijo sin ambages-. Esa valentia esta muy bien cuando sirve para algo, y ahora no es el caso. Crei haberle explicado claramente el asunto. Si quiere emociones, organizare un safari o algo por el estilo; pero esta aventura no es para usted y mas vale que sea razonable admitiendolo.
Patricia arqueo las cejas.
– Supongo que se dispondra a raptarme -dijo con calma-, porque solo asi lograra que me aleje de Baycombe.
– Es usted muy tonta.
Ella se echo a reir, se puso de pie y coloco las manos sobre los hombros de Templar.
– Querido Santo, estoy decidida a no enfadarme, como usted pretende. Se figura que si me trata con rudeza le volvere, enojada, la espalda. Le prometo que no lo hare… Se muy bien que no se trata de una merienda campestre…, pero siento que usted se haya metido en la cabeza que soy una mujer que solo sirve para meriendas campestres. Siempre he sonado con ser la heroina de una aventura, y no pienso dejar escapar la oportunidad.
Templar hizo grandes esfuerzos para no perder la serenidad. Sentia ganas de abofetear a aquella nina grande y obstinada, para que entrase en razon, pero tambien sentia de abrazarla. No habia duda de que ella estaba decidida a asumirlo todo, aunque el Santo no sabia a que atribuir tal terminacion. Comprendia muy bien que una muchacha sonara ser heroina de una gran aventura, pero no que, conociendo el peligro que podia correr, insistiese en su locura. Pero tenia que rendirse a la evidencia, porque Patricia le sonreia tranquila, resuelta, manifestando claramente su voluntad de correr el riesgo a su lado sin tener en cuenta las consecuencias.
– He conocido mujeres locas, pero ninguna cuya locura me encantara tanto como la suya -dijo amablemente el Santo tomando su mano entre la suyas.
– Entonces…?de acuerdo? -pregunto la joven.
– Si, de acuerdo, amiguita. Y quiera Dios que venzamos. No es culpa mia que usted insista en meterse en la guarida del Tigre.
– ?Que Dios le bendiga! -dijo Patricia en voz baja.
9. Patricia insiste
– Bien -observo Templar rompiendo un largo silencio con la mayor delicadeza-,?que hacemos ahora, Patricia?
Ella se solto de su mano y ocupo de nuevo el sillon; el Santo acerco una silla y se sento enfrente. La joven se desanimo al ver la gravedad con que el Santo volvio a hablar del asunto, pero mas tarde se dio cuenta de que antes no quiso insistir demasiado para no contrariaria.
– Yo tambien tengo algo que contarle -observo Patricia-. Lo supe anoche.
Y le dio amplios detalles de la confesion de Agata Girton.
Pese a su locuacidad, Templar sabia escuchar a los demas. Era un lado de su caracter que Patricia aun no conocia. Reclinado en su sillon, no la interrumpio una sola vez; pero cuando ella hubo terminado, el Santo fruncio