el cenicero en el que aun humeaba un cigarro acabado de encender. ?Es que Bittle seria capaz de salir dejando alli el puro apenas encendido?

Una sensacion de inminente peligro le produjo una comezon en la espina dorsal, como si sintiera el helado contacto de mil puas de acero… ?O significaba que Bittle volveria al instante? En tal caso, seria una estupidez advertirle de su presencia con la luz del cuarto. Volvio a apagarla, y la oscuridad reino de nuevo en el recinto.

Asustada, se volvio, y le vio muy cerca. Pero Bittle fue demasiado rapido. Antes de que ella pudiera moverse, ya le habia arrancado de las manos los dos revolveres.

18. El Santo reaparece

Bittle empujo a la muchacha sin contemplaciones dentro del camarote y cerro la puerta.

– Ahora permitame que la contemple.

Estaba en mangas de camisa, y el hecho de haberse soltado la corbata y el cuello para estar comodo aumento el efecto rufianesco de su aspecto. John Bittle era uno de esos hombres solo soportables vestidos de etiqueta. Y ahora su abultado rostro no tenia trazas de cordialidad alguna.

Su mirada la desnudo de pies a cabeza, y la muchacha se puso roja.

Bittle guardo los revolveres en los bolsillos del pantalon y se apoyo contra la puerta, cruzando los brazos.

– Muy bien, muy bien -dijo-.?De manera que asi es la inmaculada senorita Holm! Perdoneme la sorpresa, pero, francamente, nadie podia imaginarse que una muchacha aristocratica se portase de este modo.

– Como tampoco nadie puede imaginarse a sir John Bittle en tal lugar y situacion -replico ella.

Bittle movio la cabeza.

– Hay un sir John Bittle, en efecto, pero no soy yo. Me apropie de su aristocracia para confundir a las almas sencillas de Baycombe. Mas, como ahora usted y yo nos hemos despedido de tan simpatico pueblo, no me importa volver a ser John Bittle a secas.

– Encantada de oir que vuelve usted a su ordinariez -dijo Patricia glacialmente.

No iba a permitir que aquel hombre pensase que le tenia miedo, a pesar de que, realmente, por primera vez en su vida, estaba acobardada. Bittle era dueno de la situacion y lo sabia; su unica esperanza era fingir que sabia mas que el.

– Confio en que usted se acostumbrara a ello -replico el canalla con suavidad-, porque, de otro modo, su vida de casada no seria feliz,?me comprende? Mantengo mi ofrecimiento, que me parece muy generoso, porque en realidad no tiene usted eleccion en el asunto. En menos de una hora estaremos navegando, y este barco esta bajo mi mando. Solo puedo decirle que le estoy muy reconocido por haber venido en el preciso momento en que crei tener que renunciar a usted.

– Mucho presumir es eso. -Patricia continuaba glacial.

La estereotipada sonrisa del rostro de Bittle no cambio.

– Como hombre de negocios, no tengo tiempo de andarme por las ramas. Usted se casara conmigo hoy mismo, y se acabo. Maggs, como capitan, tiene poderes para casarnos legalmente. Ademas, usted tendria que estar agradecida. Si no estuviese yo aqui…, bueno. Maggs es vengativo, y me parece que no le perdonaria la manera como lo ha tratado usted. Yo podre protegerla contra el y, a cambio, espero que sera usted para mi una buena esposa.

Patricia hizo un gesto de desprecio.

– Antes prefiero morir.

– No se morira usted -replico Bittle suavemente, y el tono de su voz implicaba tal seguridad, que Patricia sintio un escalofrio.

Sobre la litera habia una especie de guardapolvo, y la joven lo recogio. Se lo puso, procurando al mismo tiempo dar la impresion de una insultante indiferencia hacia Bittle. Este continuo con voz pastosa:

– Salia yo de mi camarote cuando usted obligo a Maggs a entrar en el otro. Adivine que luego vendria aqui, y me parecio que, si la dejaba hacerlo, mi situacion seria un tanto ridicula. Un hombre no debe dar jamas ocasion a la que elige por esposa para que le desprecie.

– Pues cuando haya hecho su eleccion -opino Patricia-, lo mejor que puede hacer es irse a vivir a los antipodas… Seria para ella una enorme ventaja no verle mas la cara.

El hombre la miro de reojo.

– Es usted una fierecilla, pero sabre domarla.

– ?Embustero! Usted hara lo que el Tigre le mande y nada mas. A proposito del Tigre: me gustaria conocerle.?Me lo presentara?

Bittle se echo a reir y se irguio.

– Yo soy el Tigre.

La joven le miro de arriba abajo con desprecio soberano.

– Lo creere… cuando los tigres tengan aspecto de ratas.

– Ya lo vera -contesto Bittle, y miro al reloj-. Tengo que dejarla ahora. El cargamento esta casi a bordo y nos vamos a hacer a la mar en seguida. Espero que no habra usted maltratado demasiado a Maggs.

– Poco, querra decir.?Lastima que le haya dejado vivo!

Bittle se encogio de hombros.

– El piloto puede navegar lo mismo, aunque carezca de patente. Maggs se repondra pronto. Au revoir, Patricia.

La joven se quedo sola. Percibio el ruido de la cerradura al girar la llave desde fuera y los pasos de Bittle al alejarse.

No sabia que hora era, porque se habia dejado el reloj en el torreon. Paso algun tiempo buscando un arma por el camarote, pero sin esperanza de hallarla. Luego dirigio su atencion a la porta, pero la abertura era demasiado pequena para que ella pudiera pasar. No podia hacer nada… Se hallaba en una trampa.

En vista del resultado negativo de sus investigaciones, se sento sobre la litera y examino la situacion con sangre fria.

No habia oido alboroto alguno, de manera que podia suponer que Horacio seguia aun libre. A aquella hora ya la estaria buscando y, si tenia suerte, acaso lograria comunicar con el. Se quedo rigida, para eliminar todo ruido dentro del camarote, y escucho atentamente, por si podia percibir pasos furtivos fuera, que solo podian ser del criado. No se atrevio a correr el riesgo de llamarlo, porque seria fatal para los dos que el enemigo supiese que ella no habia subido sola al barco.

Si Horacio la encontrase,?que haria? No podria liberarla; solo podria darle un revolver por la porta, en cuyo caso estaria en condiciones de acabar con Bittle a su regreso. Todo dependeria de Horacio y de Algy, y, aun en el mejor de los casos, las probabilidades de ganar eran pocas… Empezo a sonar con locas estratagemas para salir victoriosa, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para volver a la realidad, porque sabia que sonar en imposibles era preludio de la desesperacion. Y tras un severo e imparcial examen de la situacion, tuvo que admitir que las probabilidades de vencer al Tigre eran muy pocas…

Luego se sintio invadida de una gran sensacion de irrealidad…, una sensacion de que todo aquello era demasiado fantastico para ser verdad. Lo que era tambien un falso consuelo, como comprendio en seguida, y de nuevo se obligo a pensar con serenidad. Vio que tambien era ir a la derrota completa dejarse vencer por una especie de aletargamiento y esperar que el despertar pondria fin a la horrenda situacion. No…, aquello no era una pesadilla corriente. Ella se habia metido en la aventura con clara conciencia, y ahora llevaba las de perder. Pero era preciso mantener la esperanza, negandose a darse por vencida; era necesario seguir pensando como podria salir del atolladero.

El tiempo pasaba. Ella no hubiese podido decir cuanto hacia que estaba alli, esperando la llegada de Horacio o el regreso del Bittle, mientras seguia pensando. Horacio no aparecio.?Le habrian cogido tambien? Pero desde la captura de ella no habia oido nada que indujese a creerlo. Podia dar, pues, por seguro que aun estaba en libertad y que seguramente la buscaria. Era un consuelo. Puede que Algy se hubiese repuesto y acaso el y Horacio trabajasen de acuerdo…

Buscando la salvacion por este lado, paso el tiempo hasta que creyo que habian transcurrido horas desde que

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