persona.

– Carreras para nuestros chicos -cito el Santo con irreverencia.

Bittle cruzo las manos sobre el vientre.

– Antes de llegar a tan interesante exposicion -continuo-, creo que hay dos miembros de la compania que querran estar presentes. -Volviendose a uno de los marineros-: Lambert, ve y pregunta al senor Bloem y al senor Maggs si se encuentran bien para reunirse con nosotros.

El hombre salio del salon, y durante un minuto reino silencio.

– Mientras esperamos -dijo Bittle-, podria usted contamos como logro escapar.

El Santo sonrio.

– Nada mas facil. Siendo nino, un famoso adivino me profetizo que creceria muy poco, y me aplique al estudio de la ciencia de la levitacion, con la esperanza de conjurar el destino que me habia sido profetizado. Tanto exito obtuve, que, debido a muchos anos de practica, concentracion, ayuno y oraciones, ahora puedo saltar a alturas increibles. Por lo tanto, cuando cai en aquella trampilla, salte con la misma facilidad afuera. Eso es todo, excepto que una tia mia tuvo una vez un segundo jardinero cuyo sobrino conocia a un hombre cuyo padre habia estrechado la mano a una senora que recordaba haber encontrado a un dentista en Maida Vale, cuya prima en septimo grado era la mujer divorciada de un bolsista de Manchester que comio una vez un cubo de caracoles de mar con un pescador en Wigan Pier a causa de una apuesta. En efecto -continuo Templar, animandose-, somos una familia muy distinguida. Otra tia mia tuvo la gota, y una suegra cuya cocinera se caso con un mecanico que…

– Ahorrese el resto -suplico Bittle-; no me divierte.

– ?Pero me divierte a mi!…, como dijo la actriz en una ocasion muy celebre -exclamo el Santo, y hubiera continuado en la misma forma si Bloem y Maggs no hubiesen entrado en aquel momento.

Ambos tenian aspecto de maltrechos, y se veia claramente que solo con abundancia de agua fresca habian vuelto en si. Ademas, la frente de Bloem estaba desfigurada con un chichon de regular tamano que iba tomando poco a poco los vivos colores del arco iris. El modo como miro al Santo no era amistoso.

– Mis parabienes, senor Bloem -dijo Templar-.?Y quien es ese otro brazo de mar, senor presidente?

– Nuestro capitan, senor Maggs -contesto Bittle-. Usted no le conocia aun, pero nuestra querida amiga la senorita Holm le dejo inconsciente hace cosa de una o dos horas.

– Encantado -murmuro el Santo-. Parece que ha hecho bien las cosas, Maggie.?O es que siempre tenia esta cara?

– Me llamo Maggs.

– Pero yo le llamare Maggie -insistio Templar-. Es mas maternal y le va mejor. Pero no he querido ofenderle por lo de la cara. Tiene usted una fisonomia muy linda, como una vaca.

El capitan se levanto apartandose del Santo y dirigiendose a la joven. El Santo sintio miedo y se le hincharon las venas al forcejear con sus ligaduras.

– Pudo usted haberme matado con ese golpe. Mas tarde la obligare a pedirme perdon…, y me gusta que me lo pidan con mucha zalameria,?estamos?

– ?Sientese, Maggs! -ordeno Bittle.

– Como anticipo, me dara usted un beso. Venga.

– ?Sientese, Maggs!

Bittle se habia levantado y apuntaba al capitan con el arma. Maggs se dejo caer a reganadientes en un sillon y se quedo mirando a Patricia con furia.

Bloem dio la vuelta a la mesa y se sento al lado de Maggs. Bittle se quedo de pie donde estaba, al final de la mesa, frente al Santo, que se hallaba al otro extremo.

Bittle callo durante un momento, y los marineros apostados en la pared se quedaron inmoviles. Una atmosfera densa de endiablada crueldad lleno la estancia, debida a las miradas de odio de todos aquellos hombres silenciosos. Bittle, perfecto histrion, estaba aguardando el efecto teatral del ambiente cargado de tension.

El Santo interrumpio el silencio, que iba haciendose insostenible:

– En el momento de dirigirme al grupo, despues de un ano de buenos negocios, siento el deseo de decir… Continue, Bittle; anuncie la cuenta de los dividendos y asegurese de que todos los botones de sus tirantes esten firmes antes de inclinarse para recibir los aplausos.

Las palabras ironicas y la suave voz del Santo desvirtuaron el efecto perseguido por Bittle.

Templar miro a la muchacha, y ella le contesto con una sonrisa.

– No me impresiona la puesta en escena -dijo con voz firme-. Se que es muy aficionado al melodrama.

– El melodrama -repuso Bittle- es una cosa que aborrezco. Sin embargo, en una situacion como esta, es muy dificil moverse dentro de los limites de la trivialidad. Procurare ser lo mas breve posible. -Clavo sus malignos ojos en el Santo-. Ese hombre, Simon Templar, que veis ahi, ha tenido el capricho de meterse donde nadie le llamaba. Por un puro milagro, hasta ahora ha logrado salvarse de las diferentes medidas que tomamos para quitarle de en medio. Pero ahora, en alta mar, no creo que pueda escapar. Nos ha causado muchos problemas. Mientras viva, nadie de nosotros estara seguro. Creo expresar la opinion de todos al decir que debe morir.

Todos los bandidos dieron su asentimiento. Bittle volvio a mirar al Santo.

– El veredicto es firme -dijo.

– No te pongas monos, guapo -dijo el Santo, burlon.

Bittle continuo:

– Vamos al caso de su criado Horacio. Tambien contra el alguno de vosotros tendra resentimiento. Sea como sea, es el hombre de confianza de Templar y debe morir.

– ?Cuanta estupidez! -observo el Santo.

– Finalmente -continuo Bittle-, queda la muchacha. Tengo la intencion de hacerla mi mujer. Maggs nos casara tan pronto como la sentencia se haya cumplido. -Tomo un revolver de la mesa y lo sopeso-. Si hay alguno aqui que no este conforme, incluso Maggs, puede hablar ahora.

Nadie se movio.

– ?Toma! -exclamo el Santo.

– ?Eso es todo lo que el famoso Templar sabe decir? -se burlo Bittle-. Estoy decepcionado… Tanto ha hablado usted de lo que iba a hacer con nosotros, que estaba esperando algo interesante.

El Santo bostezo.

– Antes de que muera -dijo-, puedo contarles mi famoso chiste sobre un hombre llamado Carn. Erase una vez un medico llamado Carn, que al final resulto ser un inspector de policia…

– Patricia -le interrumpio Bittle, acentuando el nombre con singular intencion- ya me lo ha contado. Si es algun consuelo para usted, le dire que esa circunstancia no hara sino que yo tenga mas cuidado de ella. El mismo ultimatum por el cual esta usted en mi poder creo que descorazonara a Carn. Sera seguramente un dilema desagradable para el, pero creo que sus sentimientos humanitarios seran mas fuertes que su sentido del deber.

– Pero yo estoy seguro -dijo el Santo lentamente- de que dara la orden de hacer fuego y que volara el barco con todo lo que hay a bordo.

Bittle se encogio de hombros e hizo senas a uno de los hombres al que Horacio habia derribado.

– Empezaremos por el criado -dijo.

– Canallas -exclamo Horacio-. Si sois valientes todos, desatadme y subamos los seis y os ensenare lo que hacen los hombres que son hombres y no monigotes como vosotros.

El hombre que alzo el revolver sobre Horacio empezo a sudar copiosamente.

– No se preocupe por mi, senor -continuo Horacio-. No crea que me importa un comino…?Dispara ya, maldito!?De que tienes miedo??De que le muerda? Acaba ya y vete al infierno.

– ?Alto!

La suavidad de la voz del Santo no oculto el tono acerado de la orden.

El hombre bajo el arma. Bittle se volvio hacia el Santo, preguntando con ironia:

– ?Que??Por fin tiene algo que decir antes de que se cumpla la sentencia??Le gustaria arrodillarse para suplicarme que no le mate? Sus suplicas no me conmoveran, pero el espectaculo de ver al senor Templar retorcerse a mis pies sera muy divertido para mi.

– No me sucedera en este viaje precisamente -replico Templar.

Habia logrado, no sin grandes esfuerzos, sacar la pitillera del bolsillo del pantalon y habia cortado ya, las

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