cuerdas que le sujetaban las manos. Despues se habia encogido mas en el sillon para subir bien las piernas y en aquellos momentos estaba cortando pacientemente las cuerdas de abajo.
– El caso es -dijo el Santo, siempre con voz lenta- que, como decia usted muy bien, todos estamos expuestos a cometer errores. Ustedes han cometido tres muy grandes. Quiero que sepa usted, serafin mio, que si odia el melodrama, en cambio, yo le tengo una gran aficion. Creo que puedo decir que he arreglado esta pequena escena solo para mi propia diversion. Me parecio que la aventura habia de terminar de manera digna y dramatica, y, si todo va como pienso, tendra usted que sufrir la angustia de ver bastante melodrama concentrado como para llenar un libro. Las cosas, de ahora en adelante, tendran suficiente emocion para que el publico se quede sin aliento.?Que le parece, mi bien amado Bittle?
– Se lo dire cuando haya terminado -dijo Bittle con brusquedad.
El Santo continuo, sin inmutarse:
– Ahora habla el accionista principal de la empresa, de modo que no me interrumpa. Sientese y escuche, que ya ha tenido ocasion de hablar… Bien, aqui estamos todos como en una familia feliz, exactamente como yo queria tenerles reunidos. No niego que haya corrido cierto riesgo, pero ha sido preciso para disponer la escena de un modo conveniente e interesar al publico en la funcion. Ademas, era necesario que pasase algun tiempo antes de que llegara el momento oportuno para el gran golpe. Ahora, si estan ustedes listos, soltare el primer golpe. -El Santo se detuvo sonriendo a Bittle y Bloem-.?Donde esta Harry-le-Duc?
Si hubiese hecho estallar un cartucho de dinamita bajo sus pies no hubiera podido producir mayor sensacion. Los hombres se miraban los rostros, llenos de sospechas, furor y miedo. Hubo un silencio intenso, durante el cual el Santo se recosto mejor, sonriendo beatificamente y rompiendo al mismo tiempo los ultimos cabos de la cuerda que ligaba sus pies.
De pronto estallo la tormenta. Bittle se echo sobre Bloem y lo zarandeo sujetandolo por los hombros.
– ?Que ha pasado con Harry? -pregunto furioso.
Bloem se puso en pie de un salto y aparto las manos de Bittle.
– Haga el favor de no tocarme. -Bloem estaba nervioso y hablaba incoherentemente-. No es mia la culpa… Usted nada me pregunto… Estaba demasiado entretenido hablando siempre…, no he tenido tiempo de decirselo. -Se volvio hacia el Santo-. Ese demonio de hombre me sorprendio…, estaba llevandole comida a Harry…, la puerta estaba abierta… y me tiro al suelo. Ya sabia yo que encontraria a Harry.
Bittle se echo sobre su socio hecho una furia, el rostro contorcido, y Bloem se tambaleo al recibir un fuerte golpe. Bittle cogio rapidamente un revolver en cada mano, y el otro se echo atras al ver la llama de ira en sus ojos. Bittle hubiese matado al otro en aquel instante ante la menor provocacion, y Bloem no lo ignoraba.
– Registrad el barco -ordeno Bittle gritando-.?Todos!… Salid y registrad el barco.
– ?Para que molestarse? -pregunto el Santo con gran amabilidad-. Si quieren encontrar a Harry-le-Duc tendran que volver a Baycombe.
– ?Que quiere decir? -pregunto Bittle en tono amenazador.
– Quiero decir que, cuando acaricie el craneo del viejo Bloem, entre en el camarote y encontre alli a Harry- le-Duc, alias Agata Girton. Tuvimos una larga conversacion. Me dijo que Agata habia muerto hace muchos anos en Hyeres y que el ocupo su puesto. El Tigre lo descubrio, cometiendo luego otro error de marca. Cualquier hombre en sus cabales se hubiese dado por satisfecho con un millon de dolares, pero no, el Tigre fue tan codicioso que, por el procedimiento del chantaje, le quito a Harry el dinero de la senorita Holm, y eso enfurecio a Harry, quien, hombre muy peligroso cuando esta resentido, trato de matar al Tigre. Este comprendio tarde la tonteria que habia cometido y decidio llevarse a Harry a bordo de este barco para echarlo luego al mar con algunas barras de hierro atadas a los pies, lo que constituye un medio muy eficaz de matar a un hombre y tiene la ventaja de que no deja huellas. Harry me conto cosas muy interesantes acerca del Tigre y de sus cachorros. Luego le conte algo que el no sabia, y despues nos estrechamos la mano…, porque, al fin y al cabo, algo bueno tiene. Cuando menos, trato de proteger a la senorita Holm contra los insanos deseos de usted. Bien, pues como iba diciendo: nos despedimos y le ayude a bajar del barco para que volviese a nado a Baycombe, a condicion de que escribiese una carta anonima a Carn en la que le informara de todas las cosas sobre Tigres y cachorros de Tigre de que habiamos hablado. Por lo tanto,?oh gran Bittle!, le aseguro que la policia subira a bordo con el piloto cuando se acerque a El Cabo, y la Policia Montada estara rodeando su mina en caso de que trate de llegar alli por otro camino.?Verdad que es agradable?
– Al menos, usted no reira mas -dijo Bittle apuntandole con el revolver.
– Un momento -exclamo el Santo con voz que parecia el estallido de un latigazo, y Bittle vacilo-. Ya que me siento tan comunicativo, mas vale que escuche el resto. Puede que le sirva de algo, aunque lo dudo. Permitame que le hable del segundo error. Va usted a oir lo que es bueno. En realidad, es cosa de Horacio, pero a el no le importara que lo cuente yo. Horacio bajo al cuarto de maquinas y puso a dormir al maquinista, colocandose despues su traje. Usted hablo con el sin advertirlo…?Que le parece? Luego llegue yo, y tambien crei que Horacio era el maquinista y por poco lo mato antes de advertir mi error. Horacio y yo sabemos lo suficiente acerca de motores para poder obedecer al telegrafo de la sala de maquinas; fuimos, pues, nosotros los que hicimos salir al barco. Luego obligue a Horacio a dejar el mono de mecanico para que no sospechase usted nada; pero el maquinista sigue encerrado, y me parece que a estas horas ya debe de estar molesto en la posicion que le dejamos. Pero no es esto todo…, falta lo mejor.
Bittle habia bajado el revolver, porque adivinaba que el Santo tenia aun un triunfo en la mano. Aunque Templar era un principe de las baladronadas, Bittle no podia creer que mintiese con tanto descaro para prolongar su vida. El Santo sonreia todo el tiempo, y lo hacia de tal modo, que casi invitaba a los demas a dudar de sus palabras, pero de vez en cuando les regalaba un precioso anillo de hechos comprobables para destruir sus ilusiones y obligarlos a creerle. Y entre tanto, Bittle se daba cuenta de que el Santo, a su manera, estaba preparando la explosion de una bomba mas devastadora aun que las anteriores. No adivinaba que pudiera ser, pero iba convenciendose de que le estallaria muy cerca. Y por eso aguardaba a que el Santo dijese todo lo que tenia que decir, porque esperaba poder reducir el peligro sabiendo lo que ocurria.
Templar estaba mirando por la borda al oscuro horizonte, y algo que vio alli debio de agradarle. Su sonrisa estaba a punto de convertirse en franca risa, como si recordara un chiste, y al continuar se advertia en su voz cierta agitacion.
– Horacio y yo -siguio diciendo- tenemos cerebro. Horacio, por haber sido sargento de Infanteria de Marina, pudo proveer tambien la materia prima para que nuestra inteligencia pudiese hacer lo mas conveniente. Antes de subir para reunirnos aqui en familia destruimos totalmente la bomba de agua de pantoque y abrimos uno de los escotillones de la quilla. Mis conocimientos nauticos son escasos y no se como la llamaria un marinero, pero Maggie les aclarara lo que quiero decir. Sea como sea, el agua entro con bastante rapidez, y nosotros nos marchamos sin esperar el resultado. Sin embargo, creo que hemos perdido bastante velocidad y, si mis ojos no me enganan, tenemos lo que en lenguaje tecnico se llama una escora a estribor; de modo que supongo que el barquito se esta hundiendo de veras… Decidme si me equivoco.
Maggs se puso en pie de un salto y los demas miraron alocados en torno. El Santo habia dicho la verdad. El bandeo habia sido muy lento al principio, de modo que nadie se percato, absortos todos en el otro asunto; pero ahora que el Santo les habia advertido, el hecho era innegable.
Todos se dirigieron a la puerta.
Bittle dio un salto, furioso como un loco, y detuvo a los desertores amenazandoles con el revolver. Luego abrio la puerta y se asomo.
El barco habia perdido, en efecto, velocidad y se inclinaba mucho a estribor.
Bloem se dirigio como ebrio a la puerta.
– El oro -balbuceaba-, el oro… Bittle, haga que pongan el oro en las lanchas.
– ?Atras… estupido!
Bittle le dio un empujon para apartarlo, pues era el mas sereno de todos. Aparentemente, se habia calmado, pero sus ojos delataban su intenso furor. Apunto con ambos revolveres al Santo.
– Al final me ha derrotado usted, Templar -exclamo-. Pero no sera usted quien goce de la victoria. -Como un poseso, aparto a un hombre que se habia interpuesto en la trayectoria de sus armas-.?Riase ahora, Templar, que le queda un segundo de vida!
El Santo rio entre dientes, echando la cabeza atras alegremente, porque acababa de ver el golpe final. No tenia necesidad de hacer nada por su parte, como se habia propuesto.
– ?Arriba las manos, Bittle!