metro del alero. Aquella casa -por lo menos, para un autentico veneciano, es decir, una persona dotada de innato interes en la compraventa de inmuebles-, tenia un aire de soledad que saltaba a la vista, incluso de un transeunte casual.

Hasta el andamiaje parecia abandonado: todas las persianas estaban cerradas. No habia senales de que alli se trabajara, ni tampoco de que alguien hubiera sufrido un fatal accidente, aunque Brunetti no estaba seguro de que hubiera podido indicarlo.

Brunetti retrocedio hasta apoyarse en la pared del edificio de enfrente. Contemplo toda la fachada sin ver senales de vida. Cruzo la calle, se volvio y miro el edificio situado frente al andamiaje. Tambien este parecia deshabitado. Miro entonces a su izquierda: la calle terminaba en un canal y, al otro lado, se veia un jardin.

Vianello, a su propio ritmo, habia duplicado los movimientos de Brunetti y dedicado la misma atencion a ambos edificios y al jardin. Se acerco a Brunetti.

– Parece posible, ?verdad?

Brunetti asintio, reconocido.

– Nadie veria nada. En la casa de enfrente no vive nadie, y hasta el jardin parece abandonado. Asi que nadie lo veria caer.

– Si es que se cayo -agrego Vianello.

Despues de una pausa larga, Brunetti pregunto:

– ?Tenemos algo sobre el caso?

– Que yo sepa, nada. Creo que en el parte consta como accidente. Vendrian los Vigili Urbani de San Polo a echar un vistazo. Y, si ellos decidieron que habia sido un accidente, asunto concluido.

– Vamos a hablar con ellos. -Brunetti se separo de la pared en la que estaba apoyado y se volvio hacia la puerta de la casa. La cerraba una cadena con candado pasada por un aro de hierro clavado en el marmol del dintel.

– ?Como se las arreglo para entrar y subirse al andamio? -pregunto Brunetti.

– Quiza eso puedan aclararlo los Vigili -dijo Vianello.

No pudieron. Bonsuan los llevo en la lancha por Rio di San Agostino arriba hasta la comisaria proxima a campo San Stin. El policia de la entrada reconocio al comisario y a su sargento e inmediatamente los condujo al despacho del teniente Turcati, el oficial de guardia, un hombre de pelo negro que vestia un uniforme que parecia hecho a la medida, lo que basto para que Brunetti se dirigiera a el con formalidad, mencionando su graduacion.

Cuando estuvieron sentados y Turcati hubo escuchado lo que Brunetti tenia que decir, pidio el expediente de Rossi. El hombre que llamo para avisar del hallazgo de Rossi tambien pidio por telefono una ambulancia despues de hablar con la policia. Como el Giustiniani, que era el hospital mas proximo, no tenia ambulancias disponibles, Rossi fue llevado al Ospedale Civile.

– ?Esta el agente Franchi? -pregunto Brunetti al leer el nombre que figuraba al pie del informe.

– ?Por que? -pregunto el teniente.

– Me gustaria que me explicara algunas cosas.

– ?Por ejemplo?

– Por que creyo que se trataba de un accidente. Si Rossi tenia en el bolsillo las llaves del edificio. Si habia sangre en el andamio.

– Comprendo -dijo el teniente alargando la mano hacia el telefono.

Mientras esperaban a Franchi, Turcati pregunto si querian tomar cafe, pero ellos rehusaron.

Al cabo de unos minutos, pasados en charla trivial, entro un agente. Tenia el pelo rubio, tan corto que apenas se veia y un aspecto tan juvenil que casi parecia que aun no se afeitaba. Saludo al teniente y se quedo en posicion de firmes, sin mirar a Brunetti ni a Vianello. «Conque asi es como el teniente Turcati dirige su negocio», penso Brunetti.

– Estos senores quieren hacerle unas preguntas, Franchi -dijo Turcati.

El policia modifico ligeramente la postura, pero a Brunetti no le parecio que se relajara.

– Si, senor -dijo, todavia sin mirarlos.

– Agente Franchi -dijo Brunetti-, su informe sobre el hallazgo del hombre que sufrio una caida cerca de Angelo Raffaele esta muy claro, pero me gustaria hacerle varias preguntas.

Aun de cara al teniente, Franchi dijo:

– ?Si, senor?

– ?Le registro los bolsillos?

– No, senor. Llegue casi al mismo tiempo que los hombres de la ambulancia. Lo habian puesto en una camilla y lo llevaban al barco. -Brunetti no pregunto al policia por que habia tardado en recorrer la corta distancia entre la comisaria y el lugar de los hechos lo mismo que la ambulancia en cruzar toda la ciudad.

– Escribio usted en su informe que el hombre se habia caido del andamio. Me gustaria saber si examino el andamiaje para ver si encontraba algun indicio. Quiza un tablon roto o un trozo de la tela del traje. O quiza una mancha de sangre.

– No, senor.

Brunetti esperaba una explicacion y, como no llegaba, pregunto:

– ?Por que no, agente?

– Vi al hombre en el suelo, al lado del andamiaje. La puerta de la casa estaba abierta y, cuando mire en su cartera, vi que trabajaba en el Ufficio Catasto, por lo que supuse que estaba haciendo una inspeccion. -Hizo una pausa y, ante el silencio de Brunetti, agrego-: ?Comprende a lo que me refiero, senor?

– Dice que cuando usted llego lo llevaban a la ambulancia.

– Si, senor.

– Entonces, ?como tenia usted la cartera?

– Estaba en el suelo, medio escondida debajo de un saco de cemento vacio.

– ?Y donde estaba el cuerpo?

– En el suelo, senor.

Con voz atona y tono paciente, Brunetti pregunto:

– ?Donde estaba el cuerpo en relacion con el andamiaje?

Franchi reflexiono y dijo:

– A la izquierda de la puerta, a un metro de la pared.

– ?Y la cartera?

– Debajo del saco de cemento, como ya le he dicho.

– ?Y cuando la encontro?

– Despues de que se lo llevaran al hospital. Me parecio que debia echar un vistazo, y entre en la casa. La puerta estaba abierta cuando llegue, tal como escribi en el informe. Y ya habia visto que las persianas situadas encima del lugar en el que el habia caido estaban abiertas, de modo que no me parecio necesario subir. Fue al salir cuando vi la cartera en el suelo y la recogi. Habia una credencial del Ufficio Catasto y pense que el hombre habria ido a inspeccionar el edificio o algo asi.

– ?Habia algo mas en la cartera?

– Dinero y tarjetas. Lo traje aqui y lo puse en una bolsa de pruebas. Creo que en el informe hay una lista.

Brunetti volvio la hoja del informe y vio que se mencionaba la cartera.

Levanto la mirada y pregunto a Franchi:

– ?Observo usted algo mas en aquel lugar?

– ?Que habia de observar, senor?

– Algo que le pareciera extrano o fuera de lugar.

– No, senor. Nada.

– Ya -dijo Brunetti-. Muchas gracias, agente Franchi. -Y agrego, antes de que alguien mas pudiera hablar-: ?Podria traerme esa cartera?

Franchi miro al teniente, que asintio.

– Si, senor -dijo Franchi, que dio una rapida media vuelta y salio del despacho.

– Parece un joven capaz -dijo Brunetti.

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