avvocato Santomauro. -Pero, antes de que el pudiera abrirla, explico-: No hay absolutamente nada de particular. Natural de Venecia. Licenciado en derecho por Ca'Foscari. Siempre ha trabajado aqui. Es miembro de todas las organizaciones profesionales. Contrajo matrimonio en San Zaccaria. Encontrara declaraciones de impuestos, solicitudes de pasaporte y hasta el permiso para cambiar el tejado de su casa.

Brunetti hojeo la carpeta y encontro exactamente lo que decia la mujer y nada mas. Volvio su atencion a la segunda carpeta, bastante mas gruesa.

– La otra carpeta es de la Lega della Moralita -dijo, y Brunetti se pregunto si todo el mundo que pronunciaba este nombre le imprimia el mismo acento de sarcasmo o si tal vez eso distinguia unicamente a la clase de personas con las que el trataba habitualmente-. Aqui hay cosas mas interesantes. Cuando la repase vera a que me refiero. ?Desea algo mas?

– No, signorina, muchas gracias.

La mujer se fue y el abrio la carpeta y empezo a leer. La Lega della Moralita habia sido constituida hacia nueve anos como institucion benefica, con objeto, segun su acta fundacional, de promover «la mejora de las condiciones de vida de los menos favorecidos, a fin de que, mitigadas sus preocupaciones materiales, pudieran dedicar sus pensamientos y afanes a la vida espiritual». Tales preocupaciones materiales debian mitigarse mediante viviendas subvencionadas propiedad de diversas parroquias de Mestre, Marghera y Venecia, cuya administracion se habia encomendado a la Liga, la cual asignaba los apartamentos, a cambio de una renta minima, a los feligreses de tales parroquias que cumplian los requisitos fijados de comun acuerdo por las parroquias y la Liga. Entre tales requisitos figuraba el de la regular asistencia a la iglesia, el certificado de bautismo de todos los hijos y una carta del parroco en la que se hiciera constar que eran personas de «recta moral» y se encontraban en situacion de penuria economica.

Los estatutos de la Liga atribuian la facultad de elegir a los beneficiados al consejo directivo de la misma Liga, cuyos miembros, a fin de eliminar toda posibilidad de favoritismo de la autoridad eclesiastica, debian ser laicos. Tambien ellos debian ser personas de intachable moralidad y haber conseguido cierta preeminencia en la comunidad. Del actual consejo de seis miembros, dos eran de caracter «honorario». De los otros cuatro, uno vivia en Roma, otro, en Paris y un tercero en el monasterio de la isla de San Francesco del Deserto. Por consiguiente, el unico miembro activo del consejo residente en Venecia era el avvocato Giancarlo Santomauro.

En el acta fundacional se hacia constar el traspaso de cincuenta y dos apartamentos a la administracion de la Liga. Al cabo de tres anos, el sistema habia resultado tan satisfactorio, a juzgar por las cartas y declaraciones de los arrendatarios y los miembros de las parroquias que los habian entrevistado, que se amplio a otras seis parroquias, con lo que cuarenta y tres apartamentos mas pasaron a ser administrados por la Liga. Lo mismo sucedio tres anos despues, y sesenta y siete apartamentos, la mayoria situados en el centro historico de Venecia y la zona comercial de Mestre, se sumaron a ellos.

Dado que los estatutos por los que se regia la Liga y que le otorgaban el control de los apartamentos que administraba debian ser refrendados cada tres anos, Brunetti calculo que el proceso debia repetirse el ano en curso. Volvio atras y leyo los dos primeros informes de las comisiones consultivas. Miro las firmas: el avvocato Giancarlo Santomauro figuraba en ambas y habia firmado los informes, el ultimo en calidad de presidente -cargo totalmente honorario- de la Lega della Moralita.

Acompanaba al informe una lista de las direcciones de los ciento sesenta y dos apartamentos actualmente administrados por la Liga, con indicacion de superficie y numero de habitaciones de cada uno. Brunetti acerco el papel que le habia dejado Canale y busco las direcciones. Las cuatro estaban en las listas. Brunetti se preciaba de ser hombre de miras amplias y estar relativamente exento de prejuicios, a pesar de lo cual no creia que se pudiera considerar a cinco travestis que se prostituian como personas de «los mas altos principios morales» ni aunque habitaran apartamentos que se adjudicaban con la finalidad de ayudar a los inquilinos a «dedicar sus pensamientos y afanes a la vida espiritual».

De la lista de direcciones volvio a pasar al informe. Tal como sospechaba, todos los arrendatarios de los apartamentos de la Liga debian pagar el alquiler, que era puramente nominal, a una cuenta de la oficina en Venecia de la Banca di Verona, la cual gestionaba tambien los donativos que la Liga destinaba a «ayudas a viudas y huerfanos», y que se hacian con los fondos de los minimos alquileres recaudados. Hasta Brunetti se sorprendio de que se permitieran una formula de una retorica tan rancia como «ayudas a viudas y huerfanos», y descubrio que esta modalidad concreta de beneficencia no se habia practicado hasta que el avvocato Santomauro fue nombrado presidente. Casi parecia que, al haber alcanzado esta posicion, se sintiera facultado para actuar con entera libertad.

Al llegar a este punto, Brunetti interrumpio la lectura, se levanto y se acerco a la ventana del despacho. Hacia ya un par de meses que habian quitado los andamios de la fachada de ladrillo de San Lorenzo, pero la iglesia permanecia cerrada. Mientras la contemplaba, se dijo que el estaba cometiendo el mismo error contra el que prevenia a otros policias: daba por descontada la culpabilidad de un sospechoso antes de tener ni la mas pequena prueba que lo asociara al crimen. Pero, del mismo modo que sabia que el no volveria a ver abierta aquella iglesia, estaba seguro de que Santomauro era responsable de los asesinatos de Mascari y de Crespo y de la muerte de Maria Nardi. El y, probablemente, Ravanello. Ciento sesenta y dos apartamentos. ?Cuantos de ellos podian haberse alquilado a personas como Canale, dispuestas a pagar el alquiler en efectivo y sin hacer preguntas? ?La mitad? Aunque solo fuera una tercera parte, ello les reportaria mas de setenta millones de liras al mes, casi mil millones al ano. Penso en las viudas y huerfanos y se pregunto si Santomauro no habria llegado hasta el extremo de incluirlos tambien a ellos en el plan, y los minimos alquileres que entraban en las arcas de la Liga se volatilizaban, distribuidos entre viudas y huerfanos imaginarios.

Volvio a la mesa y hojeo el informe hasta que encontro la referencia a los pagos efectuados a las personas consideradas dignas de la ayuda de la Liga. En efecto, los pagos se hacian a traves de la Banca di Verona. Se quedo de pie, con las manos apoyadas en la mesa y la cabeza inclinada sobre los papeles, y se dijo que una cosa es la certeza y otra, pruebas. Pero tenia la certeza.

Ravanello habia prometido enviarle copia de las cuentas que Mascari gestionaba en el banco, seguramente extractos de las inversiones que supervisaba y de los prestamos que aprobaba. Desde luego, si Ravanello no tenia inconveniente en proporcionarle estos datos, lo que Brunetti buscaba no estaria reflejado en ellos. Para tener acceso a los archivos completos del banco y de la Liga, Brunetti necesitaria una orden judicial, y esta solo podria conseguirla una autoridad superior.

A traves de la puerta sono el «Avanti» de Patta, y Brunetti entro en el despacho de su superior. Patta levanto la mirada y, al ver quien era, volvio a bajarla a los papeles que tenia delante. Brunetti observo con sorpresa que Patta parecia estar leyendolos, en lugar de utilizarlos como pretexto para simular que trabajaba.

– Buon giorno, vicequestore -dijo Brunetti al acercarse a la mesa.

Patta volvio a levantar la mirada y senalo la silla situada frente a el. Cuando Brunetti se hubo sentado, Patta pregunto senalando con el indice los papeles que tenia ante si:

– ?Esto debo agradecerselo a usted?

Brunetti no tenia ni idea de lo que contenian aquellos papeles, y no queria comprometerse con una afirmacion antes de analizar el tono del vicequestore. Normalmente, el sarcasmo de Patta era grueso, y ahora no habia en su voz ni asomo de el. Pero, por otra parte, Brunetti no habia tenido ocasion de familiarizarse con la gratitud de Patta, es mas, solo podia especular acerca de ella como el teologo, acerca de la existencia de los angeles de la guarda, por lo que no estaba seguro de que el tono de Patta estuviera impregnado de este sentimiento.

– ?Se trata de la informacion que le ha dado la signorina Elettra? -se aventuro Brunetti, tratando de ganar tiempo.

– Si -dijo Patta acariciandolos como se acaricia la cabeza de un perro querido.

Esto fue suficiente para Brunetti.

– La signorina Elettra ha hecho todo el trabajo, yo solo le indique un par de sitios en los que podia mirar -dijo bajando los ojos con falsa modestia, para dar a entender que no osaria esperar elogios por hacer algo tan natural como ser util al vicequestore Patta.

– Lo arrestaran esta noche -dijo Patta con regodeo.

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