podria ayudarnos a encontrar un apartamento en Venecia. Llevabamos seis meses buscando, pero era dificil encontrar algo, especialmente a distancia. -Brunetti se preguntaba si iba a tener que escuchar una retahila de lamentaciones. Ratti, adivinando quiza su impaciencia, prosiguio-: Nos dio un numero de telefono de Venecia. Llamamos, explicamos lo que deseabamos y la persona que estaba al otro extremo del hilo nos pregunto que clase de apartamento nos convenia y cuanto estabamos dispuestos a pagar.
Ratti hizo una pausa. ?O punto final?
– ?Si? -insto Brunetti con la misma entonacion que tenia el cura cuando los ninos se encallaban al recitar la leccion de catecismo.
– Le explique lo que queria y el me dijo que me llamaria al cabo de unos dias. Asi lo hizo, y dijo que, si veniamos a Venecia aquel fin de semana, podria ensenarnos tres apartamentos. Vinimos y nos enseno este apartamento y otros dos.
– ?El que los acompano era el mismo que les habia atendido por telefono?
– No se si era el mismo que contesto la primera vez pero era el mismo que nos llamo.
– ?Saben quien es?
– Es el que nos cobra el alquiler, pero no se como se llama.
– ?Y como se hace el pago?
– El nos llama la ultima semana del mes y nos dice donde nos encontraremos. Por lo general, en un bar o, si es en verano, en las afueras.
– ?Donde, aqui, en Venecia, o en Milan?
– El siempre parece saber donde estamos -tercio la mujer-. Nos llama a Venecia si estamos aqui y a Milan si estamos alli.
– ?Y que hacen entonces?
Ahora respondio Ratti.
– Acudo a la cita y le doy el dinero.
– ?Cuanto?
– Dos millones y medio de liras.
– ?Cada mes?
– Si, aunque a veces le pago varios meses por adelantado.
– ?Sabe quien es ese hombre? -pregunto Brunetti.
– No, pero lo he visto varias veces por la calle, aqui, en Venecia.
Brunetti se dijo que ya habria tiempo para pedir una descripcion.
– ?Y la Liga? ?Como intervienen ellos en la transaccion?
– Cuando dijimos al hombre que estabamos interesados en el apartamento, el dijo un precio, pero nosotros le obligamos a rebajarlo hasta los dos millones y medio -dijo Ratti sin disimular su autocomplacencia.
– ?Y la Liga? -insistio Brunetti.
– El nos dijo que recibiriamos los formularios de solicitud de la Liga, que los rellenaramos y los devolvieramos y que dos semanas despues podriamos instalarnos.
Aqui intervino otra vez la
– Tambien nos dijo que no contaramos como habiamos conseguido el apartamento.
– ?Alguien se lo ha preguntado?
– Algunos amigos de Milan -respondio ella-. Pero les dijimos que lo habiamos encontrado por medio de una agencia.
– ?Y a la persona que les dio el numero de telefono?
– Lo mismo, que habiamos utilizado una agencia.
– ?Saben como conocia el numero de telefono esa persona?
– Nos dijo que se lo habian dado en una fiesta.
– ?Recuerdan el mes y el ano en que hicieron la primera llamada?
– ?Por que? -pregunto Ratti con suspicacia.
– Me gustaria hacerme una idea de cuando empezo esto -mintio Brunetti, pensando en mandar comprobar sus llamadas a Venecia en aquellas fechas.
Con tono de escepticismo, Ratti contesto:
– En marzo, hace dos anos. A ultimos del mes. Nos instalamos a primeros de mayo.
– Ya -dijo Brunetti-. Desde entonces, ?han tenido algun trato con la Liga?
– No, ninguno -dijo Ratti.
– ?Y los recibos?
Ratti se revolvio, incomodo.
– El banco nos envia uno cada mes.
– ?De cuanto?
– De doscientas veinte mil.
– ?Por que no quiso ensenarselo al sargento Vianello?
Una vez mas, la mujer se adelanto a contestar por el:
– No queriamos vernos mezclados en nada.
– ?Mascari? -pregunto Brunetti bruscamente.
Ratti parecia ahora mas nervioso.
– ?Que quiere decir?
– ?No les llamo la atencion que el director del banco que les enviaba los recibos del alquiler fuera asesinado?
– No, ?por que? -dijo Ratti, poniendo colera en su voz-. Lei como habia muerto. Supuse que lo mato algun compinche.
– ?Alguien se ha puesto en contacto con ustedes ultimamente en relacion con el apartamento?
– No, nadie.
– Si reciben una llamada o una visita del hombre al que pagan el alquiler, deberan comunicarnoslo inmediatamente.
– Desde luego, comisario -dijo Ratti, otra vez en su papel de ciudadano intachable.
De pronto, Brunetti se sintio harto de sus posturas y su ropa de diseno y dijo:
– Por favor, vayan con el sargento Vianello y haganle una descripcion lo mas detallada posible del hombre al que pagan el alquiler. -Y a Vianello-: Si se parece a algun conocido, enseneles fotografias.
Vianello asintio y abrio la puerta. Los Ratti se pusieron de pie y ninguno de los dos alargo la mano a Brunetti. El profesor tomo del brazo a su esposa durante el corto trayecto hasta la puerta y, una vez alli, se hizo atras para cederle el paso. Vianello miro a Brunetti permitiendose una sonrisa apenas perceptible, salio detras de la pareja y cerro la puerta.
24
Su conversacion de aquella noche con Paola fue corta. Ella pregunto si habia novedades y reitero la sugerencia de volver, que podia dejar a los chicos solos en el hotel, pero Brunetti dijo que ni pensarlo, que hacia mucho calor.
Paso el resto de la velada en compania del emperador Neron, del que Tacito dice que estaba «corrompido por todas las concupiscencias, naturales y antinaturales». No se acosto sino despues de leer la descripcion del incendio de Roma, que Tacito parece atribuir a que Neron habia contraido matrimonio con un hombre y durante la ceremonia habia escandalizado incluso a los miembros de su disoluta corte por «llevar el velo nupcial». En todas partes, travestis.
A la manana siguiente, Brunetti, ignorando que en el