funebre con su traje azul marino. Aunque comprendia que era una idea sentimental y politicamente incorrecta, Brunetti no pudo por menos de pensar que cuando el que caia en acto de servicio era una mujer resultaba mas terrible. Terminada la misa, se quedo en la escalinata de la iglesia mientras seis policias uniformados sacaban el feretro. Cuando aparecio el marido de Maria Nardi, sollozando entrecortadamente y tambaleandose de dolor, Brunetti desvio la mirada hacia la izquierda, donde, al otro lado de la laguna, se veia Murano. Alli estaba mentalmente cuando Vianello se acerco y le toco el brazo.

– ?Comisario?

Entonces regreso.

– ?Si, Vianello?

– Esa gente ha hecho una identificacion.

– ?Cuando? ?Por que no me lo han dicho?

– No lo he sabido hasta esta manana. Ayer tarde miraron fotografias, pero dijeron que no estaban seguros. A mi me parece que si, pero antes querian hablar con el abogado. De todos modos, esta manana a las nueve han vuelto y han identificado a Piero Malfatti.

Brunetti emitio un silbido silencioso. Malfatti era un viejo conocido de la policia, habia sido acusado de delitos violentos, entre otros, violacion y tentativa de asesinato; pero, antes de que compareciera a juicio, las acusaciones se volatilizaban; los testigos cambiaban de parecer o decian que se habian equivocado al identificarlo. Habia sido encarcelado dos veces, una por proxenetismo y otra por intento de extorsion al dueno de un bar, establecimiento que habia ardido mientras Malfatti estaba en la carcel, cumpliendo una condena de dos anos.

– ?Lo han identificado positivamente?

– Los dos estaban bastante seguros.

– ?Sabemos su paradero?

– La ultima direccion es la de un apartamento de Mestre, pero hace un ano que no vive alli.

– ?Amigos? ?Mujeres?

– Estamos investigando.

– ?Y que sabemos de la familia?

– No lo habia pensado. Tiene que estar en la ficha.

– Mire que parientes tiene. Si se trata de alguien proximo, madre o hermanos, pongan a un agente en un apartamento cercano por si se presenta. No -dijo entonces, recordando lo poco que sabia del historial de Malfatti-; mejor pongan a dos.

– Si, senor. ?Algo mas?

– ?Los papeles del banco y de la Liga?

– Esperamos que nos los envien hoy.

– Los quiero cuanto antes. Aunque tengan que llevarselos por la fuerza. Quiero todos los papeles relacionados con los pagos en efectivo por los apartamentos, y quiero que interroguen a todos los del banco, que les pregunten si Mascari les dijo algo de la Liga. Cuando quiera que haya sido. Aunque tengan que pedir al juez que vaya con ustedes.

– Si, senor.

– Cuando vayan al banco, traten de averiguar quien es el encargado de supervisar las cuentas de la Liga.

– ?Ravanello? -pregunto Vianello.

– Probablemente.

– Veremos lo que podemos encontrar. ?Y Santomauro, comisario?

– Hoy hablare con el.

– ?Sera…? -Vianello se interrumpio antes de preguntar si le parecia prudente y dijo-: ?Sera posible, sin estar citado?

– Creo que el avvocato Santomauro estara muy interesado en hablar conmigo, sargento.

Y lo estaba. El bufete del avvocato se encontraba en campo San Luca, en el primer piso de un edificio situado a menos de veinte metros de tres bancos. «Que practico», penso Brunetti, mientras la secretaria de Santomauro lo conducia al despacho del abogado, tras solo unos minutos de espera.

Santomauro estaba sentado detras de su escritorio. A su espalda tenia una gran ventana que daba al campo y que se hallaba hermeticamente cerrada, porque la habitacion estaba refrigerada, demasiado, casi hacia frio alli dentro, y la sensacion se acentuaba cuando se veia a la gente transitar por el campo con los hombros, las piernas, la espalda y los brazos al aire, mientras aqui se agradecia la chaqueta y la corbata.

Santomauro levanto la cabeza cuando Brunetti entro en el despacho, pero no se molesto en sonreir ni en levantarse. Vestia traje gris clasico, corbata oscura y camisa blanca, impecable. Tenia unos ojos azules, separados, que miraban al mundo de frente, y la cara descolorida, con una palidez invernal: no hay vacaciones para los que laboran en las vinas de la ley.

– Sientese, comisario -dijo-. ?Para que deseaba verme? -Extendio el brazo y movio un marco de plata ligeramente hacia la derecha, para ver mejor a Brunetti y para que Brunetti pudiera ver mejor la foto, en la que aparecian una mujer de la edad de Santomauro y dos jovenes que se parecian a Santomauro.

– Por varias razones, avvocato Santomauro -respondio Brunetti sentandose frente a el-. Para empezar, deseo hacerle unas preguntas sobre la Lega della Moralita.

– Para eso tendra que hablar con mi secretaria, comisario. Mi relacion con la Liga es de indole casi enteramente ceremonial.

– No se si he comprendido eso, avvocato.

– La Liga necesita una figura representativa, alguien que actue de presidente. Pero estoy seguro de que usted ya habra averiguado que los miembros del consejo no intervenimos en la gestion diaria de los asuntos de la Liga. Quien hace todo el trabajo es el director del banco que maneja las cuentas.

– ?Cual es entonces su funcion concreta?

– Como le decia -explico Santomauro con una leve sonrisa-, soy solo una figura representativa. Tengo una cierta… una cierta… ?podriamos llamarlo relevancia? en la comunidad y por ello se me ofrecio la presidencia, pero es un cargo meramente honorifico.

– ?Quien se lo ofrecio?

– La direccion del banco que gestiona las cuentas de la Liga.

– Si el director del banco se encarga de los asuntos de la Liga, ?cuales son sus funciones, avvocato?

– Hablo en nombre de la Liga cuando la prensa formula alguna pregunta o se solicita la opinion de la Liga sobre algun caso.

– Comprendo. ?Y que mas?

– Dos veces al ano me reuno con el empleado del banco encargado de la cuenta de la Liga, para hablar de la situacion financiera de esta.

– ?Y cual es esa situacion, si me permite la pregunta?

Santomauro apoyo las palmas de las manos en la mesa delante de si.

– Como usted sabe, somos una institucion sin animo de lucro, por lo que, en el aspecto economico, nos damos por satisfechos simplemente con mantenernos a flote.

– ?Y eso que significa? ?En el aspecto economico?

La voz de Santomauro se hizo aun mas sosegada, su paciencia aun mas audible.

– Que recaudamos suficiente dinero para poder seguir favoreciendo con nuestras donaciones a las personas seleccionadas para beneficiarse de ellas.

– ?Y quien selecciona a esas personas?

– El empleado del banco, por supuesto.

– ?Y quien decide la adjudicacion de esos apartamentos que administra la Liga?

– La misma persona -dijo Santomauro permitiendose una ligera sonrisa y agrego-: El consejo se limita a aprobar formalmente sus recomendaciones.

– Usted, en su calidad de presidente, ?tiene alguna influencia en esto, algun poder de decision?

– Creo que podria tenerlo, en el caso de que deseara ejercerlo. Pero, como le decia, comisario, nuestros

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