– Podria entrar alguna avispa.

– ?Tienes ratas en el sotano? -pregunto Johnny.

– Antes si. Ahora ya no. Mai se ocupa de esas cosas.

Johnny solto la mano de Henry. Se levanto y aliso la manta.

– Abuelo, ?cuando empezo a beber mi madre? -pregunto.

– Justo antes de nacer tu -contesto el viejo-. No fue facil para ella, ?sabes? Ocurrieron tantas cosas terribles…

– Ella no quiere contarme nada relacionado con mi padre -se quejo Johnny-. No consigo saber de donde vengo.

– Dejad las cosas como estan -dijo Henry. Dirigio la cara hacia otra parte y volvio a cerrar los ojos-. La verdad no es siempre la mejor solucion. Creeme.

* * *

Lily Sundelin empujaba el cochecito con Margrete dentro, y su marido Karsten andaba tranquilamente a su lado. Ella iba agarrada al coche, el al brazo de ella, mas juntos no podian estar. Era por la tarde y el sol estaba bajo y les quemaba la nuca. Margrete llevaba un resplandeciente mono de rayas rojas y blancas que quedaba muy bien en su nuevo coche.

Salieron de la urbanizacion y tomaron la carretera principal. Se detuvieron ante un coche.

– ?Sabes lo que he pensado esta manana nada mas levantarme? -dijo Lily-. Me vino a la cabeza como un rayo.

– ?Que? -pregunto Karsten, apretando el brazo de su mujer.

– El chupete -contesto Lily-. Habia desaparecido. El chupete rosa.

Se agacho y acaricio la mejilla de Margrete.

– ?Estas segura?

– Si. Por alguna razon el tipo se llevo el chupete. ?No te parece un poco morboso? Quiero decir, ?quien roba un chupete? No lo entiendo.

Karsten no tenia respuesta. Pero Lily vio que apretaba la boca. Lo sucedido habia provocado algo en su marido, en parte bueno, pero habia algo en ello que le daba miedo, como esa repentina ira. Su voz habia adquirido un tono aspero, lo notaba cuando hablaba por telefono. Estaba siempre alerta, siempre a la ofensiva por si sucedia algo. Lily nunca habia visto ese rasgo en el, y queria que lo ocultara, porque tenian que seguir adelante. Pero a la vez estaba emocionada de verlo tan protector con ellas, las protegia con su cuerpo y su alma. Nunca habia sido tan grande y tan ancho como entonces, y su voz nunca habia sido tan aspera.

– ?Crees que nos esta siguiendo, vigilando lo que hacemos? -pregunto ella.

Karsten miro la carretera y las casas.

– No digas tonterias. Pero tal vez piense en nosotros. Tal vez este orgulloso de lo que ha hecho, tal vez este planeando nuevas fechorias. Acercate mas al borde, Lilly, viene un coche. Joder, como conducen.

Se quedaron alli parados mientras el coche los pasaba a toda velocidad.

– Schillinger -dijo Karsten.

– ?Quien?

– Bjorn Schillinger, ?sabes?, ese de los perros groenlandeses. Vive arriba, en la cuesta de Saga. ?Te has fijado en su coche? Es un Landcruiser. Cuando cambiemos el Honda, compraremos un Landcruiser.

– ?Por que?

– Es mas grande y mas fuerte -explico-. Y mas resistente. Ocho cilindros. Doscientos ochenta y seis caballos. ?Hasta donde quieres andar? Hace mucho calor. Margrete esta roja como un bogavante hervido.

Lily se quedo pensando un instante. Llevaba buen calzado y la nina estaba dormida.

– Vamos hasta Saga -contesto-. Luego podemos dar la vuelta en el puente.

* * *

Tardaron veinte minutos en llegar al puente.

En ese momento paso un autobus, y tuvieron que apretarse contra la barandilla. El vestido de Lily aleteo alrededor de sus piernas al pasar el autobus. El bramido del agua hizo que se agarrara con fuerza al cochecito, como un mero reflejo. Se inclino sobre la barandilla para contemplar el agua. Era de color oxido, con algo de espuma amarilla. En un entrante de la montana vio restos de una hoguera, una lata vacia de cerveza tintineaba contra las piedras. Karsten le puso un brazo alrededor del hombro, y ella se inclino contra su ancho pecho.

– Esa agua tiene mucha fuerza -dijo el-. Escucha, ruge como un motor. Antes la gente se apanaba con la fuerza del sol, del viento y del agua. Ahora nos estamos cargando el planeta.

– ?Y por eso quieres cambiar el coche por un Landcruiser? -le dijo Lily riendose.

Karsten gruno algo incomprensible como respuesta, y Lily se puso seria de nuevo. Notaba como el pecho de su marido subia y bajaba, y se sentia extrana. Era vulnerable de una manera nueva despues de todo lo sucedido. Porque era incapaz de superarlo, incapaz de olvidar lo que le habia pasado a Margrete. Algo terrible alli fuera se habia fijado en ellos, los habia senalado con un dedo tembloroso, y algo se habia roto. Pasaba algo con la luz, algo con el ritmo mismo de la vida, que ya no funcionaba. Miro las piedras del fondo del riachuelo, eran redondas y lisas. Luego vio tambien otra cosa, algo parecido a una rueda.

Apreto el brazo de Karsten.

– ?Aquello es un triciclo? -pregunto asustada.

Karsten se esforzo por ver. Vio algo rojo. Una especie de manillar. Tambien vio una rueda, y algo de caucho negro.

– La rueda es demasiado grande -dijo.

– ?Un cochecito de nino? -aventuro Lily preocupada-. Dios mio. ?Es un cochecito de nino, Karsten?

Karsten Sundelin se inclino sobre la barandilla. Ese objeto en el agua le parecia familiar. Era algo que habia visto muchas veces, pero no entendia como habia podido acabar en el riachuelo.

– Es rarisimo -dijo-. Es un andador.

– ?Un andador? ?Como ha acabado en el agua?

– Ven -dijo el-. Volvamos a casa.

– No habra una persona en el fondo, ?no? -pregunto Lily-. ?Alguien que se haya caido del puente?

– No digas chorradas -contesto Karsten.

Giro el coche de la nina y emprendieron el paseo de vuelta. Margrete se desperto y los contemplo con sus ojazos de color azul oscuro. Luego se puso a lloriquear. Lily no soportaba ese lloriqueo, la torturaba como gravilla en una herida abierta. Se apresuro a tocarle la carita.

– Siempre hay algo en el fondo de ese riachuelo -dijo Karsten-. Bicicletas. Y carros de la compra, seguramente robados de algun patio. Luego los tiran por la barandilla. La gente hace cosas muy raras para divertirse.

* * *

Johnny estaba sentado en el borde de su cama escuchando los sonidos que llegaban de la cocina.

Era su madre, que estaba abriendo y cerrando armarios y cajones. Se habia levantado y estaba vestida. Algunas veces recapacitaba haciendo un gran esfuerzo, y preparaba comida caliente.

La esperanza es lo ultimo que se pierde, penso Johnny Beskow. No estaba acostumbrado a que le sirvieran nada. Oyo los pasos de su madre. De repente ella abrio la puerta y miro fijamente a su hijo, sentado en el borde de la cama.

– Traias una bolsa -dijo-. ?Que has comprado?

– Un par de peliculas -contesto-. En la tienda de videos.

– Ah, ?si?, ?y tenias dinero?

– El abuelo me lo dio -explico Johnny.

– Dios mio, tu siempre tienes dinero -se quejo ella-. Algunos tienen mas suerte que otros.

Vio que el habia dejado la bolsa sobre la mesilla de noche. La cogio con un gesto arrogante, saco los dos DVD

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