Tambien oia el murmullo creciente y menguante de voces, el tintineo de tazas y vasos en la cafeteria, y el repentino y agudo crujido de un periodico, justo el sonido que uno hace para indicar que acaba de decir algo importante. Luego oyo la voz de Solveig Groner.
– Francis Mold. Si. Accidente de trafico. Su madre ha llegado. No, es una chica joven. ?Como? ?Que dices?
Se hizo el silencio. Evelyn esperaba. La espera le producia dolores en las piernas, tanto espero que se le saltaron las lagrimas. Pronto vendria alguien, la cogeria del brazo y la llevaria hasta la cama de su hija. O tal vez se encontrara ya en el quirofano. ?Que se habria lastimado en el accidente? ?Las piernas o acaso la cabeza? ?Volveria a ser como antes? ?Ya no tendria dieciseis sino tres anos, habria retrocedido a la etapa infantil, o peor aun: habia desaparecido? ?Era ya solo algo que respiraba por tubos y agujas? Se tapo la boca con una mano, y nerviosa, cambiaba el peso de un pie al otro. Estaba a punto de vomitar sobre el mostrador de informacion.
Solveig Groner empezo a hablar en voz baja.
– Evelyn -dijo con mucha delicadeza, extendiendo un brazo-. No se muy bien lo que significa todo esto. Pero aqui no ha ingresado nadie con ese nombre. Y tampoco ha llegado nadie a quien no hayamos podido identificar. ?Lo entiende?
Evelyn temblaba ya tanto que le castaneteaban los dientes.
– Ustedes me llamaron -sollozaba-. Diciendo que tenia que acudir enseguida.
Solveig Groner buscaba desesperadamente una explicacion. El panico de la mujer estaba a punto de desbordarla. Entonces se le ocurrio otra posibilidad, y se aferro a ella al instante.
– ?Pudo ser del Hospital General? -pregunto-. ?Puede usted haberse equivocado de nombre?
Evelyn tuvo que pensarlo. El Hospital General. Estaba a una hora de coche de donde ellos vivian. ?Podria Francis haber ido tan lejos en su pequena moto? Pues si, podria, porque la moto era nueva y ella tenia mucha aficion. Pero no era lo que le habian dicho. ?Podrian haber dicho Hospital General? Intento recordarlo. ?Fue un hombre o una mujer quien llamo? ?Cuales habian sido las palabras exactas? ?Por que era todo un lio? ?Por que era incapaz de sacar algo concreto de todo eso? Solo recordaba algo de hospital, algo de Francis, si era su hija, que cuando habia nacido, y algo de un accidente. Que tenia que acudir inmediatamente. Luego ella pidio detalles, que como estaba la chica. Entonces le dijeron que no se podian dar detalles por telefono.
Pero ?es grave? pregunto. Si, contesto la voz. Es grave. Es importante que acuda enseguida.
Estaba balanceandose como una enferma, agarrada al mostrador.
– Voy a llamar al Hospital General -dijo Solveig Groner-. ?Cual es el nombre completo de su hija?
– Francis Emilie Mold. Nacio en el noventa y cuatro. Tiene quince anos.
Tras haber pronunciado esas palabras se derrumbo. Esperaba el veredicto. Tenia la sensacion de que alguien la habia colgado de un gancho, pues ya no tenia contacto con el suelo. Solveig Groner llamo al Hospital General, se presento y pidio que la pasaran con el responsable del ingreso de accidentados. Cogio un boligrafo y se agarro a el. Habia algo incomodo en esa situacion, algo desconocido. No solia tener problemas manejando catastrofes, pero en todo aquello habia algo extrano. Cuando le contestaron, se confirmaron sus sospechas. Dio las gracias y colgo. Echo un vistazo sobre el mostrador a Evelyn Mold. Reunio todo su coraje. Tenia la sensacion de que ella misma estaba moviendose al borde del precipicio.
– ?Tiene su hija un telefono movil? -pregunto en voz baja.
Evelyn estaba a punto de derrumbarse.
– Dijeron que era grave -tartamudeo-. No entiendo lo que quiere usted decir.
Solveig Groner sabia que corria un riesgo, pero estaba obligada a hacerlo.
– Le sugiero que intente llamarla -dijo-. Llamela ahora.
– Pero ?para que?
– Si no ha ingresado ni aqui ni en el Hospital General tenemos que intentar otra cosa.
Se inclino sobre el mostrador y miro a Evelyn a los ojos.
– ?Sabe usted? Han ocurrido muchas cosas raras ultimamente.
Evelyn Mold necesito unos instantes para entender lo que la mujer le estaba diciendo. Era como si su cerebro con todas sus habitaciones estuviera cerrado a todo lo demas, y solo la camara del terror permaneciera abierta. Saco el telefono movil del bolsillo. Miro sin saberlo al techo y descubrio cientos de lucecitas que ahora brillaban como estrellas. Volvio a oir el crujido de un periodico cerca, como si de una confirmacion se tratara.
– ?Tantas cosas raras? -susurro, con la mirada clavada en Solveig Groner.
– Ya sabe usted, ese tipo que engana a la gente -le explico Solveig-. Ese del que todo el mundo habla, el que entrega esquelas y comunicados falsos.
Evelyn marco el numero de su hija. Y mientras esperaba que contestara, alzo la mirada hasta las estrellas del techo.
Llegaron a casa casi al mismo tiempo.
Evelyn vio la moto en el momento de detener el coche.
No se dijeron gran cosa, habian sido empujadas dentro de una habitacion desconocida, y ahora estaban buscando la manera de salir de alli, para volver a lo conocido y querido. Lo cotidiano y seguro, con la luz del sol entrando por las ventanas y el canto de los pajaros en los arboles detras de la casa. El sonido del televisor encendido en un rincon. Y las conversaciones entre ellas, que siempre fluian ligeramente y sin esfuerzo, conversaciones con bromas, carino y risas. Ahora todo se habia detenido y se sentian torpes, porque no sabian exactamente como manejar lo que les habia sucedido. Evelyn Mold siempre se habia considerado una persona fuerte y resistente. Una persona realista. Capaz de encajar algun que otro golpe. Al menos eso era lo que creia. Habia hecho rafting por el rio Soja, bueno hacia unos anos, pero le gusto lo dramatico de ese deporte. Habia corrido la maraton de Oslo dos veces, tambien cuando era mas joven. Y definitivamente no era de las que se tomaban la vida como algo obvio. Cuando le compro la moto a Francis sintio por dentro un ligero miedo, miedo de que su hija pudiera ser atropellada por un coche. Lo penso y a continuacion aparto ese pensamiento. Era una persona racional. No se preocupaba de antemano. Pero este suceso la habia llevado a lugares desconocidos. Cuando entraron en casa y Evelyn hubo cerrado la puerta tras ellas, dio un par de pasos hacia el salon y se derrumbo por completo. Se quedo inclinada sobre la mesa, con las manos plantadas en el tablero, jadeando por falta de aire. Francis siguio sus pasos, un poco torpe ella tambien. Mama, estoy aqui. No pensemos mas en esto.
Pero a Evelyn le costaba respirar. Nunca habia bajado a esos abismos dentro de ella misma, y la sensacion era tan sobrecogedora que sentia como si alguien le hubiera pegado. Permanecia inclinada sobre la mesa respirando con dificultad. Y se acordo de que estuvo exactamente asi dieciseis anos antes, cuando Francis estaba a punto de nacer y le sobrevinieron los tremendos dolores del parto.
– Vamos a por algo de comer -dijo vacilante, porque no se le ocurria otra cosa que decir.
Francis protesto. Cogio a su madre del brazo.
– No. Ahora nos vamos a sentar en el sofa a ver la tele. No tenemos nada que hacer.
Se sentaron muy juntas en un rincon del sofa y optaron por callarse. Al final Evelyn dijo con un hilo de voz que ya habia pasado todo y que tendria que tranquilizarse y olvidar aquello. Pero era como si hubiera empezado otra cosa, dijo con voz herida. No se lo que puede pasar cuando salgas de casa en esa moto. ?Lo entiendes, Francis?
Francis bajo la cabeza, como haciendo pucheros.
– ?Quieres que la venda?
– Dentro de dos anos podras conducir un coche -dijo Evelyn-. En un coche iras al menos mas protegida.
Mas tarde, Sejer pregunto si alguna vez habia salido algo en el periodico local sobre Francis. Que se habia escrito, cuantos datos personales se habian incluido en el articulo, y si tambien habian publicado una foto de la chica.
Francis Emilie se habia puesto un chandal color rosa y se habia enrollado en el rincon del sofa como un gatito.