– ?Por que pregunta eso? -dijo.

– Creemos que es asi como el elige a sus victimas -contesto Sejer-. Al menos a algunas de ellas. Hojea un periodico, se topa con una pequena historia, anota el nombre y el lugar y luego hace algunas averiguaciones, tal vez en Informacion. En este pais no es nada dificil encontrar a la gente.

Francis fue a por el periodico, porque lo tenia guardado. Volvio y senalo la foto. Luego miro a Evelyn.

– Hace dos semanas -dijo-. Estabamos en una tienda eligiendo la moto. Entonces llego un tipo de la organizacion Seguridad Vial. Iba a escribir sobre ese tema, y tuve que responder a algunas preguntas. Al final tomo esta foto. Es una foto horrible -anadio-. Salgo gordisima.

Sejer leyo el breve articulo. La chica acababa de cumplir dieciseis anos y la moto era un regalo de su padre, que vivia en el extranjero. Luego leyo el texto de debajo de la foto.

«Francis Mold, de Kirkeby, espera ilusionada formar parte del trafico. Pero tambien le preocupa la seguridad, y se ha comprado el casco mas caro. Ha prometido que no va a conducir deprisa.»

– ?Ves? -dijo Sejer-. Ahi pone tu nombre y tu lugar de residencia, de modo que no le ha resultado dificil encontrarte. Pero ademas ha estado vigilando esta casa. Tenia que estar seguro de que tu estabas por ahi conduciendo la moto en el momento en que llamara a tu madre. Y seguramente lo hizo desde una cabina.

Contemplo a las dos mujeres sentadas muy juntas en el sofa.

– Cuando estuvo usted en la recepcion del hospital -dijo-, ?recuerda haberse sentido observada?

Evelyn lo miro con cara interrogante.

– Habia mucha gente en la cafeteria -dijo-. Y bastantes personas entrando y saliendo por la puerta principal. Pero no repare en si alguien me estaba observando o no, porque estaba completamente fuera de mi, ?sabe usted? Ni siquiera si hubiera habido un muneco de nieve detras del mostrador me habria dado cuenta. Pero ?por que lo pregunta?

– Porque el suele presentarse en el lugar de los hechos -contesto Sejer-. ?Quien ha llamado a su puerta hoy?

– Nadie. Solo usted.

– Entonces estoy seguro de que estaba en el hospital -dijo Sejer-. Ha estado vigilando esta casa. Vio a Francis arrancar la moto y desaparecer por la verja, y luego se fue derecho al hospital, sabiendo que usted iria alli. Es muy posible que presenciara todo ese dramatico episodio muy de cerca.

– No tengo palabras -dijo Evelyn.

– Ese tipo tiene que estar mal de la cabeza -dijo Francis.

* * *

Henry estaba dormido cuando Johnny entro.

En el sillon desgastado, con los pies sobre el escabel. Dormia sin hacer ruido, con la boca abierta, dejando ver unos desgastados dientes amarillos en su palida boca. Johnny se sento en el puf. Estaba orgulloso de lo que habia organizado y opinaba sinceramente que el era algo muy especial. No es que se sintiera muy valioso, no mas que un piojo, un ciempies, o alguna cosa fea que reptaba en la humedad y la oscuridad debajo de las piedras. No tenia mas metas o fines en la vida que eso, no ofrecia mas soluciones a las cosas, ni mas justificacion. No se sentia importante o decisivo, y en su vida no habia ninguna necesidad. Se sentia arrancado del contexto, como se arranca la mala hierba, que luego nunca echara raices. La vida y la muerte le eran indiferentes, asi como lo que estaba sucediendo y lo que diria la gente. Precisamente por eso podia arrasar como quisiera. No le importaba lo que podia provocar, y tampoco se molestaba en pensar en las consecuencias. Pero si se sentia atado a ese anciano dormido en el sillon.

?Adonde ire yo cuando tu hayas muerto?, penso. ?A quien visitare? ?A quien cuidare? Este es el unico lugar en el que soy capaz de pensar con claridad. Aqui, en este salon caluroso y enclaustrado, sentado en el viejo puf. Te preparo algun sandwich, mato a alguna que otra mosca, voy a por el correo y luego charlamos un rato.

– Abuelo -dijo en voz baja.

Henry parpadeo.

– Se que estas aqui -gruno-. Entras en la casa sigiloso como un gato, pero lo noto enseguida.

Johnny se deslizo mas cerca del sillon del anciano.

– ?Ha venido la asistenta? -le pregunto-. ?La tailandesa esa?

El abuelo levanto una mano que parecia una garra y se limpio una gota de la nariz. Aquella mano, con los dedos torcidos, recordaba a esas armas primitivas que Johnny habia visto en el cine, una maza de madera con unos clavos incrustados.

– Mai Sinok -dijo el abuelo-. Se llama Mai Sinok y ha venido a las ocho de la manana. Traia sopa de coliflor en un recipiente y cuatro melocotones. Me lo he comido todo, no te queda nada.

Abrio los ojos del todo. El iris estaba claro y acuoso.

– Abuelo -repitio Johnny-. ?Como te encuentras hoy? No estas peor, ?a que no? ?Te encuentras peor?

El viejo se quedo pensando. Repaso su fragil cuerpo de los pies a la cabeza.

– No estoy peor -contesto por fin-. Pero tampoco mejoro. Tengo los pulmones encharcados, ?sabes?, ademas de artritis e insuficiencia cardiaca, Johnny.

Johnny le puso una mano en el brazo.

– Vas a vivir hasta los noventa -le aseguro-. Dentro de veinte anos yo seguire sentado aqui, en el puf. Y tu pareceras una raiz de pino. Podre usarte como gancho para colgar el casco.

Unos grunidos salieron del viejo, probablemente fueran risas.

– Cuentame como es -le pidio Johnny-. Ser viejo, quiero decir. Con un cuerpo tan cansado como el tuyo. Y eso que apenas comes. No haces mas que dormitar. Y casi no hablas con nadie, excepto conmigo y con Mai Sinok. Cuentame como es.

– Al parecer piensas que estoy ya con un pie en la tumba -dijo Henry, apartandose el pelo de la frente-. Tu tambien lo estas -prosiguio-. ?Acaso no lo estamos todos?

– Pero si yo solo tengo diecisiete anos -objeto Johnny-. Creo que aun tengo por delante la mayor parte de mi vida.

– Eso es lo que a los humanos nos gusta creer. Si no, seria imposible vivir, supongo.

– Pero tienes que contarme como es -insistio Johnny-. Si puedes notar que la muerte se esta acercando. Si puedes notar que el corazon y todo lo demas trabaja mas despacio. Y como es vivir asi, a paso lento. Hablame de eso.

– Esta bien. Es como estar flotando en la marea. Te lleva y te aleja de la playa. Desde por la manana hasta por la noche. Y te tienes que resignar. No puedes hacer otra cosa.

– Me estas mintiendo -dijo Johnny-. ?Como estar flotando en la marea!

Se oyeron de nuevo unos grunidos a modo de risa procedentes del viejo. Agito un instante su maza de clavos, haciendo a Johnny una torpe caricia.

– Estoy bien, chico -dijo.

– Pero quiero saber como es -volvio a insistir Johnny-. ?Es algo de la luz, o de la acustica?

Henry susurro.

– Supongo que veo lo mismo que tu -contesto-. Todo el mundo vive su vida en su rincon. La vista es la misma. Todo lo demas es mentira.

– ?Donde has estado hoy? -pregunto Johnny-. ?Que has hecho?

Johnny se acomodo mejor en el puf. A pesar de su liviano peso, el pequeno mueble crujia entre plasticos y costuras.

– No gran cosa -dijo-. He estado en un cafe y me he tomado un bollo de vainilla. Y luego he ventilado un poco el periodico.

* * *

Esta claro que me van a pillar, penso.

Antes o despues. Esta bien. Y mientras espero a que me cojan, me estoy divirtiendo. Me gusta este juego, siempre gano yo. Pero si llegara a toparme con alguien superior a mi, no me importaria. No me quejare. Fue divertido mientras duro, y me he hecho notar por todas partes.

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