Le gustaba ese juego, de modo que dejo que sus pensamientos volaran un poco mas.
He hecho un bizcocho, diria tal vez. Esta en la cocina enfriandose.
Tiene una capa de almendras y azucar.
Ahora nos vamos a sentar a comernoslo y pasarnoslo bien.
Cuando por fin llego a casa tras la larga caminata, y el bidon de diez litros le habia entumecido el brazo derecho, lleno el deposito de la Suzuki. Resulto dificil vaciarlo del todo, algo quedaba en el fondo. La idea del dulce bizcocho se esfumo y fue sustituida por amargos pensamientos. Si esta tumbada en el sofa borracha, penso, le echo los restos de gasolina encima y le prendo fuego.
La vieja convertida en fuego y llamas, penso.
Se notaria un olor a hiena asada por todo Askeland.
Entro en la casa.
Nadie estaba cocinando en la cocina electrica.
No habia ningun bizcocho caliente enfriandose sobre la rejilla. Se volvio y fue al cuarto de estar. Se paro en la puerta a mirar. Su madre estaba en el sofa. La tension entre los dos era notable, el ambiente se podia cortar.
– Vaya, vaya -dijo ella-. Supongo que vienes de casa del viejo. ?Y cual ha sido hoy el beneficio obtenido?
Johnny agacho la cabeza. En el fondo ella tenia razon, el abuelo le habia dado dinero. Pero no se lo habia pedido. Solo habia dicho que el deposito estaba vacio. Lo habia dicho sin lamentarse, solo a modo de explicacion.
– No te quedes ahi mirando como un tonto -prosiguio su madre-, me pones nerviosa. Tienes una mirada muy fija, ?lo sabes? Vete a tu cuarto.
Johnny hizo lo que le dijo y se fue a su habitacion. Saco a Butch de la jaula, se tumbo en la cama y cerro los ojos, dejando que el hamster se paseara por el edredon con sus minusculos pies de relampago. Le llegaron unos lejanos sonidos procedentes de la cocina. Tal vez su madre estuviera preparandose algo de comer, Johnny oia cajones y armarios que se abrian y se cerraban, y pasos arrastrandose por el suelo. Ruidos de cubiertos. Muy bien, penso, la hiena esta buscando algo que comer. Un pensamiento se entrometio en el silencio, entrando sigilosamente en su habitacion, un pensamiento malvado y tortuoso. La policia estaba ya sobre la pista, cada vez mas cerca de el, habia que aprovechar el breve tiempo que le quedaba. Permanecio tumbado en la cama, escuchando los sonidos procedentes de la cocina, luego registro algunos paseos por el cuarto de estar, y luego la vuelta a la cocina. Asi estuvo su madre bastante tiempo. Abria y cerraba el grifo de la pila y sonaban constantemente las puertas de los armarios. Por fin, veinte minutos despues, la oyo ir al bano. Rapido como el rayo, Johnny se levanto de la cama, y saco tirando con mucha fuerza un cajon de la comoda. Escondido en una vieja camiseta tenia guardado el raticida. Abrio el paquete y estudio los granos de color rosa. Tenian una pinta muy apetitosa si no se sabia que eran mortales. Aguzo el oido en direccion al bano y escucho. Hay que actuar deprisa, penso, ahora mismo, que soy el mas malvado de los malvados, en este instante, que no me importa nada lo que me pueda pasar, que no me importa nada la noche que va a llegar o el dia de manana, que me importan un bledo las consecuencias. Fue de puntillas a la cocina. En la placa habia una cacerola hirviendo y en la encimera un cucharon. En la cacerola habia carne y verduras, todo mezclado en un caldo oscuro. Johnny actuo. Echo toda la caja de raticida en la cacerola y la revolvio con el cucharon. Resultaba complemente imposible distinguir los minusculos granos mezclados con todo lo demas. Esto va a ser explosivo, penso, revolviendo la mezcla mientras escuchaba por si ella salia del bano. Luego se metio la caja vacia debajo del jersey y volvio corriendo a su habitacion. Toda la maniobra no habia durado mas de unos segundos. Entonces oyo a su madre tirar de la cadena en el bano. Se levanto de un salto y fue a la entrada, con las mejillas al rojo vivo.
Ella lo oyo y fue hacia el a toda prisa.
– Asi que te vas -dijo-, ahora que estoy preparando comida para los dos.
– Ya comere mas tarde -contesto el-. No me esperes. Tu come cuando quieras.
La madre se dio la vuelta y se dirigio a la cocina, donde se puso a dar vueltas con el cucharon la olla envenenada. Lo unico que Johnny veia de ella eran sus piernas con venas azules.
Johnny Beskow estuvo fuera muchas horas.
Estaba acalorado, sofocado y agitado por lo que acababa de hacer. Ya no habia vuelta atras. La imaginacion lo llevaba a lugares de locura, creando imagenes dramaticas en su cabeza, imagenes de su madre comiendo de la olla envenenada. Se imagino que ella comia directamente del cucharon y que le chorreaba comida por la barbilla, se imagino que vaciaba la cacerola y lamia el fondo. Vio imagenes de su madre con espasmos, vio como los dientes le castaneteaban en la boca. Un momento se derrumbaba sobre la mesa, y al siguiente daba tumbos por la cocina, mientras gritaba como si se estuviera muriendo, con los ojos sanguinolentos y espumarajos alrededor de la boca. Emitia sonidos estertoreos, gritaba mientras se le caia la baba, pero luego se levantaba de nuevo y se ponia a dar vueltas por las habitaciones. Corria al telefono a pedir ayuda, pero su vision ya estaba distorsionada, era incapaz de ver claramente. Intentaba abrir una ventana para llamar a la gente que pasaba por la calle, pero sus dedos no la obedecian, no conseguia abrir, ademas, se habia quedado sin voz. Porque habia sido envenenada. Sus brazos y piernas estaban envenenados, el corazon y el cerebro estaban envenenados, y el veneno recorria todo el cuerpo con la sangre y encontraba hasta el lugar mas recondito, con su efecto mortal. Por fin su madre se desplomaba, tal vez arrastrando algo consigo en su caida, y haciendo muchisimo ruido. Porque ella no moriria pacificamente, sino que abandonaria este mundo con dolor y gritos.
Eso pensaba Johnny Beskow. Fue en la moto hasta la laguna Sparbo. Aparco la Suzuki contra el tronco de un abeto y dejo los guantes dentro del casco. Dio diez pasos sobre el muro de contencion de la presa y se sento. El agua bramaba y espumeaba camino de la tuberia. Estuvo fuera mucho tiempo, esperando a que el veneno hiciera efecto. Daba vueltas nerviosas por los senderos del bosque, iba de aca para alla en la Suzuki, controlando el tiempo. Tras cuatro horas penso que todo habria acabado. Entonces se dirigio hacia su casa, entro en el patio empujando la moto y aparco.
Se quedo escuchando.
La casa nunca habia estado tan silenciosa.
Se la imagino tumbada en el bano.
Boca abajo en el suelo, con la cara contra los viejos azulejos amarillos. O se habia desplomado delante del sofa, en un intento de tumbarse en el. O tal vez se hubiese arrastrado hasta su dormitorio para echarse sobre la cama. Johnny permanecio muy quieto en la entrada, no se oia ni un soplo. De alli se fue al bano, y del bano al cuarto de estar. Alli estaba ella, rebuscando en un cajon del escritorio. Se sobresalto al verlo.
– ?Que te pasa? -le grito-. ?Por que vas por la casa como un ladron? Dios mio, que susto me has dado. ?Por que me miras de esa forma? -anadio-. ?Has visto un fantasma o que?
Agitaba vigorosamente las manos y estaba viva y coleando. Tenia pulso y sonido. Aun era capaz de pensar, de componer palabras y formar malvados pensamientos como tambien el habia hecho. Y tambien seguia siendo capaz de llenarse de vodka. Johnny se quedo tan perplejo que perdio el habla. Su madre no parecia estar en absoluto enferma. Incluso habia en sus mejillas un atisbo de color.
Johnny se fue a la cocina, se sentia muy confuso. La olla seguia sobre la placa, pero estaba vacia. Su madre habia metido la comida en un gran recipiente de plastico azul con tapadera. En ese momento entro en la cocina y lo vio mirar la comida.
– Come lo que quieras -dijo-. Mete el resto en el congelador. Asi tenemos para otra vez.
Johnny se refugio en su habitacion pesado, triste y decepcionado por no haber organizado algo espectacular, y no haberse podido librar de ella de una vez por todas, como se habia imaginado. Permanecio toda la tarde sentado en la cama meditando, mientras Butch correteaba sobre el edredon. Lo mas probable era que su madre no hubiese comido la suficiente comida envenenada, o no hubiese comido nada.