profundo color burdeos a traves del cristal. Wilma tenia un periodico en la mano. Miro a su marido, colocado con las piernas sobre la mesa.
– Esos pies tan enormes que tienes parecen panes integrales -comento.
Hannes asintio y brindo.
– Si -dijo- son tan grandes que puedo dormir de pie.
El vino lo habia dejado aturdido. Se sentia feliz y a gusto.
– En lo que se refiere a ti y a tus excelencias, me voy a callar -dijo riendose-. Porque no soy tonto.
– Tu nunca tienes miedo -dijo ella, volviendo la cabeza para poder ver sus ojos grises de buena persona.
El le tiro del pelo. Era un pelo abundante, de color rubio rojizo, y olia a jabon.
– No hasta que es completamente necesario -contesto el tranquilamente-. Y ahora no lo es. Estoy aqui, sentado contigo al sol, y bebiendo vino en una copa de cristal de bohemia.
– Pero ?por que no ha llamado? -se quejo Wilma.
Hannes se enrosco en el dedo un rizo del pelo de su mujer.
– Tal vez intente indicarnos algo. Decirnos que el tampoco tiene miedo. Es una manera de manifestarse. No debemos estropearselo dandole la lata.
Wilma se acurruco en los brazos de su marido.
– Estas tan seguro de todo… -dijo-. Me alegro por ello. Por eso quiero estar contigo para siempre. Pero tu tampoco eres mas que un ser humano, y puedes equivocarte.
– No me equivoco a menudo -dijo Hannes, dejando que la suave embriaguez del vino tinto lo transportara a otros lugares. El rizo de Wilma era como una correa sedosa entres sus dedos.
– Imaginate que en el fondo tiene miedo -dijo Wilma-. Pero a lo mejor es demasiado orgulloso para admitirlo. Y entonces anda por ese camino forestal con el alma en vilo queriendo hacerse el duro ante nosotros. Y a lo mejor esta deseando que lo llamemos porque asi le ahorramos esa humillacion. Tambien podria pensarse eso.
Entonces Hannes se levanto del balancin. Dio un par de pasos por la terraza, y una mezcla de voluntad y peso hacia que las tablas crujieran a cada paso que daba. Se saco el movil del bolsillo y marco el numero de su hijo. Mientras esperaba, se puso a cantar con una voz impresionante:
–
– ?Por que estas armando tanto escandalo? -pregunto Wilma. No pudo mas que reirse de su marido bramador.
– Es la melodia de su movil -explico Hannes-. Es del Mesias de Handel, creo.
Dio varias vueltas por el suelo de madera. Wilma lo seguia con la mirada.
– ?No contesta? -pregunto.
– Tranquila -dijo Hannes-. Seguro que el movil esta en el fondo de la mochila. Ya sabes que es un poco torpe.
Esperaron. Hannes oia la senal.
– ?No contesta? -repitio Wilma, levantandose bruscamente del balancin, que se mecio un par de veces antes de dejar de moverse.
– Supongo que lleva el movil en el bolsillo de atras -opino Hannes-. Y que lo esta buscando con sus manitas. O esta muy ocupado en otra cosa. Tranquila, carino, volveremos a intentarlo.
Fue Skarre quien informo a Sejer.
Estaba tan agitado que le fallaba la voz. En el transcurso de los anos habian visto muchas cosas, gente flotando en el mar, gente colgando de vigas del techo. Habian presenciado pequenas y grandes tragedias, y habian encontrado su manera de mantener la calma. Esto era algo diferente, algo aterrador.
– ?Tienes que venir enseguida!
Sejer se apreto el telefono movil contra el oido.
– ?Que pasa? -pregunto-. ?Donde estas?
Se palpo automaticamente el bolsillo en busca de las llaves del coche, porque sabia que tenia que acudir. Oyo a Skarre respirar, y voces bajas cerca. Tambien ese murmullo de fondo resultaba fatidico.
– ?Donde estas? -repitio.
– Estamos en Bjerkas -respondio Skarre-. En direccion a Saga, por ese camino que llaman Glenna. Tienes que venir ya. Sverre Skarning ha abierto la barrera, puedes pasar con el coche. Estamos en el primer cruce, en Skillet. Hay un enorme cartel de madera con un mapa. Vas a vernos enseguida -anadio.
– De acuerdo, ?y de que se trata? -pregunto Sejer.
– No lo sabemos muy bien -tartamudeo Skarre-. No entendemos lo que ha pasado. Pero entre tu y yo: aqui ha pasado algo horrible.
– ?Podrias ser un poco mas explicito? ?De que se trata?
– Por lo que podemos ver, se trata de los restos de un nino.
Treinta minutos mas tarde, Sejer llego a Glenna.
Vio un grupo de gente al final del camino. Unos daban vueltas, otros se llevaban las manos a la cabeza, otros se habian sentado en unos troncos en el borde, como si no soportaran estar de pie. Una agente de policia lloraba tapandose la cara con las manos. Un coche patrulla y una ambulancia estaban aparcados al borde del camino. Sejer abrio la puerta del coche y salio, vio el gran cartel de madera y el mapa con caminos y senderos senalados. Habia algo en el suelo en medio del camino un poco mas adelante. Enseguida se sintio intranquilo, notaba como un enorme hoyo en el estomago. Sin quererlo, el corazon empezo a latirle mas deprisa. Aflojo el paso, mientras miraba fijamente a las personas alli reunidas, unas ocho o diez personas, mujeres y hombres, un grupo de tecnicos. Al verlo acercarse, se apartaron para que pudiera pasar.
Sobre el camino habia una lona verde.
Solo habia una pequena prominencia en medio, lo que indicaba que cubria un cuerpo bastante pequeno.
– No te desmayes -dijo Skarre-. No es muy agradable.
El fino material sintetico crujio cuando alguien retiro la lona.
Sejer contuvo la respiracion. Habia algo delante de el en el camino, algo incomprensible. Un nino, habian dicho, los restos de un nino. Pero no era mas que un caos de miembros, una mano, un pie, un ojo ciego de mirada congelada. El cuerpo se encontraba en una postura imposible. Vio una pequena mochila con publicidad de chocolates Kvikklunsj, estaba abierta, y algo parecido a un juguete se habia caido de su interior. Se veian huesos saliendo de la carne como delgados palitos blancos, el brazo izquierdo habia sido arrancado a la altura del codo, faltaba parte del rostro. Unas pequenas muelas redondas de nino pequeno brillaban en las rojas encias. Sejer vio tambien un trozo de tela color caqui, que tal vez fuera parte de un pantalon corto, y una zapatilla blanca de deporte. Miro automaticamente en torno suyo en busca de la otra zapatilla, pero no estaba. Tampoco se veia el trozo del brazo arrancado que faltaba. Se le ocurrio, como si de un mero reflejo se tratara, que tenia que alejarse de ese lugar. Estuvo a punto de marcharse. Queria llegar a su coche. Dadme algo de beber, penso, ?rapido!
– ?Alguien lo ha tocado? -pregunto en voz alta.
Todos negaron al mismo tiempo con la cabeza. La agente que estaba sentada en un tronco llorando se esforzo mucho para secarse las lagrimas, pero su rostro estaba lleno de dolor.
– ?Quien lo encontro?
– Dos ciclistas que estaban entrenando -contesto Skarre-. Los mandamos a casa. Hablaremos con ellos mas adelante.
– ?Adultos?
– Si, bastante adultos.
– ?Habian oido algo?
– No. Pero parece que el chiquillo estaba arriba, en el lago Snelle. Lo habian visto al subir. Estaba sentado en la roca merendando.
– ?Solo?