Se detuvo e inhalo de golpe todos los olores. Olia a limon en la entrada y en la cocina, y a otra cosa en el salon, tal vez a abrillantador para muebles.
– ?Ha venido alguien a limpiar? -pregunto.
– Ha estado Mai Sinok -contesto Henry-. Ha conseguido meterme en la banera. Olere a gel de bano hasta la noche.
– Pero si es domingo -objeto Johnny.
Henry Beskow tuvo que toser y escupir. Se tapo la boca con una mano artritica, lo que le llevo su tiempo.
– Ya te dije -tosio- que viene tambien el domingo. Pero eso no lo saben en la oficina de asuntos sociales, no saben que viene todos los dias. Le pago un poco mas, no se lo digas a nadie, porque ella podria perder el trabajo. Entra, y te ensenare algo. Ha ocurrido un milagro desde que viniste la ultima vez. Nunca es demasiado tarde para un viejo esqueleto recibir una sorpresa.
Johnny entro en el salon y se quedo boquiabierto.
– Vinieron el viernes -dijo Henry-. Dos hombres de la Central de Medios Auxiliares. Los dos eran negros como el carbon, me pregunto si tal vez eran tamiles. Pero, como sabes, los musculos negros son tan buenos como los blancos. Si no mejores. Traian una gran caja. Ven, acercate, Johnny, no seas tan lento, tu que eres joven y sano. ?Te han clavado un clavo en los zapatos o que?
Johnny se acerco al viejo. Estaba sentado como siempre, con su chaqueta verde de punto y sus zapatillas de pelo de cuadros, pero le habian puesto una especie de cojin en el asiento del sillon de quince centimetros de grosor, y de un color parecido a la arcilla.
Johnny quiso investigar el nuevo cojin. Era blando y gelatinoso. Cuando hundia el puno en el, dejaba un hoyo que lentamente volvia a llenarse. El descubrimiento fue tan fascinante que tuvo que probarlo varias veces. El cojin daba la sensacion de vivir su propia vida.
– ?No te parece magnifico? -le pregunto Henry-. Es Mai la que lo ha organizado todo, y no he tenido que pagar nada.
– Has pagado impuestos durante toda tu vida -comento Johnny.
Henry torcio su viejo cuerpo artritico para mostrar las cualidades del cojin.
– He oido decir que los astronautas van sentados en cojines como este cuando son lanzados al espacio -dijo-. La gelatina resulta muy util, porque asi no hay presion sobre los huesos. Porque ?sabes, Johnny?, esa fuerza… ?como la llaman?
– La fuerza G -contesto Johnny.
– Exactamente. Esa fuerza G es increible. La Seguridad Social paga -anadio-. Este cojin cuesta varios miles de coronas, ?sabes? Fue idea de Mai. Mi buena Mai, mi pequena tai -dijo, riendose-. Sientate ya. ?Notas como huelo a gel de bano, Johnny?
Johnny se sento en el puf, que se hundio bajo su peso con crujidos del plastico, por supuesto, no podia compararse con el modernisimo cojin de gelatina.
– Dejame probarlo -dijo.
Henry se rio contento entre dientes.
– Me figuraba que me lo pedirias. Claro que puedes probarlo. Aunque eres joven y tu esqueleto es flexible como la goma. Espera que me ponga de pie.
Se inclino con gran esfuerzo hacia delante, dandose impulso. No se movia muy deprisa. Se agarraba todo el tiempo al reposabrazos, y por fin consiguio levantarse, encorvado como una bruja.
– Ya. Ahora sientate tu, gamberro.
Johnny se sento en el sillon. Al principio no noto nada y penso que tal vez pesara demasiado poco. Pero justo cuando iba a expresar su decepcion, empezo a hundirse, a la vez que la gelatina se calentaba. El calor le lleno por completo el cuerpo, y sintio como si alguien lo tuviera sujeto con mil manos regordetas.
– Joder -dijo, entusiasmado.
– ?Entiendes ya lo que quiero decir? -pregunto Henry-. ?No es todo un lujo?
Johnny devolvio el sillon a su propietario y volvio a sentarse en el puf.
Entonces algo atrajo su atencion.
El periodico del domingo estaba sobre la mesa; Mai lo habia cogido del buzon. Johnny vio la noticia de portada.
«DESPEDAZADO POR UNOS PERROS.»
Johnny leyo esas dramaticas palabras y contemplo la foto de un nino con un flequillo rebelde y rubio. Mas abajo, en el articulo, habia un titular algo mas pequeno.
Se sospecha que se trata de un sabotaje.
– ?Que ha sucedido? -pregunto-. ?Unos perros lo atacaron?
Henry echo un vistazo al periodico.
– Si, ha ocurrido algo terrible. En Glenna, cerca de Saga. Mai me leyo todo el articulo. Un nino estaba dando un paseo y llego una jauria de perros.
Johnny se puso a leer. Y mientras leia, se le seco la boca.
– Pero ?se abalanzaron sobre el asi sin mas? ?Sin ningun motivo?
– A veces los perros hacen eso cuando estan en jauria -contesto Henry.
– Pero ?por que? Esos perros estan domesticados, ?no? Tendran un dueno.
Siguio leyendo. Su mirada pasaba velozmente por las lineas. Alli lo ponia, en negro sobre blanco, que el nino habia sido atacado por siete perros y que murio a causa de las heridas, que fueron considerables. No tuvo ninguna posibilidad de defenderse contra esas fieras.
Henry movio la cabeza.
– Las reglas de los humanos ya no rigen cuando se escapan de esa manera -dijo-. Les sale el instinto cazador. Se vuelven de nuevo salvajes. Tambien las personas se volverian asi, ?sabes? En situaciones extremas. El propietario… ?como se llamaba?
– Schillinger -contesto Johnny.
– Exacto, Schillinger sostiene que se trata de un sabotaje. Opina que alguien fue a su casa y abrio la puerta como diversion. Solo para ver salir pitando a los perros.
– ?Quien pudo ser?
El viejo clavo los ojos en el. Estaban llenos de una sorprendente intensidad.
– ?Como me haces esa pregunta? ?No sabes que por todas partes hay escoria inventandose cosas grotescas? Aun no han cogido a ese que va llamando a las casas de la gente, lleva semanas haciendolo.
Johnny dejo el periodico sobre sus rodillas. Ya no podia estarse quieto, tenia que levantarse y andar. Tras unas vueltas por la habitacion, volvio a caer sobre el puf.
– Los perros no son capaces de abrir esa puerta ellos solos -dijo Henry-. Y el dueno jura y perjura que siempre tiene mucho cuidado al cerrar. Si tenemos por aqui a un loco como ese, no es de extranar que la gente le eche la culpa. Tendra que cargar con ello, despues de varias semanas sembrando el terror.
Daba golpecitos con la mano a su colchon de gelatina.
– Ahora tendra unas cuantas noches de insomnio. Sea culpable o no. Porque esto puede ser homicidio por imprudencia. Estan buscando huellas. ?Dios mio, lo que van a hacerle sufrir!
– Pero -dijo Johnny con un hilo de voz- ese que llama e inserta anuncios y cosas asi solo esta bromeando. No es mas que una inocente diversion.
– ?Una inocente diversion?
Henry se estaba excitando un poco.
– ?Oiste hablar de esa nina que estaba en una exposicion con dos gatos de angora? Su foto salio en el periodico. Dos dias mas tarde alguien habia crucificado un conejo de peluche en su puerta. ?Te parece eso divertido?
Johnny doblo el periodico y lo dejo sobre la mesa con la portada hacia abajo. Luego permanecio un rato con los brazos colgando.
– Es muy comodo para el tal Schillinger tener a alguien a quien echar la culpa -murmuro.
Henry agito irritado la mano.
– ?No estaras defendiendo a ese imbecil? Sabes todo lo que ha estado haciendo. Lo he pensado muchas