hallazgo tecnico, solo horror y espanto.

Un dia a mediados de septiembre Sejer y Skarre fueron a Bjornstad tras haber recibido noticias de una muerte sospechosa.

Un coche patrulla habia llegado antes que ellos, estaba aparcado junto a la valla de una casa al final de la calle Roland, con las puertas abiertas. Un par de tecnicos estaban haciendo investigaciones en el exterior de la casa.

– Un caso bastante feo -dijo uno de ellos-. Al principio pensamos que alguien le habia atacado con un bate. Pero todo esta en orden dentro, no hay rastro de vandalismo o robo.

Sejer y Skarre entraron. Se fijaron en el nombre de debajo del timbre. Henry Beskow. El apellido hizo a Sejer girarse y mirar hacia la casa de Meiner, que estaba un poco mas abajo en la misma calle. El llego el primero, habia dicho Meiner. Tiene todo el derecho del mundo a estar aqui.

Atravesaron el estrecho recibidor y entraron en la cocina, donde habia una mujer menuda y morena sentada en una silla. Se habia envuelto en un chal y parecia tener frio, aunque no hacia nada de frio en la casa de Henry Beskow. Hacia mas bien ese calor bochornoso que hace a menudo en casa de la gente muy mayor. La mujer se presento como Mai Sinok. Senalo hacia el salon con mano temblorosa. Alli estaba sentado el anciano con un pie sobre un escabel. El otro lo tenia plantado en el suelo, y la parte superior de su cuerpo colgaba sobre el reposabrazos. A lo mejor habia intentado levantarse o escapar, pensaron, pero no habia tenido suficientes fuerzas. Tenia sangre alrededor de la boca y sobre el pecho, y algo habia chorreado hasta el suelo. Llevaba una vieja chaqueta de punto verde. Los pantalones, que le estaban muy grandes, seguramente porque habia perdido peso, los llevaba sujetos con un cinturon, en el que se habia hecho un agujero de mas. Uno de los tecnicos se habia dejado una caja con guantes de latex. Sejer saco uno, se lo puso, se agacho sobre el anciano y le abrio cuidadosamente la boca con dos dedos.

Los dientes estaban enteros.

– Creo que ha vomitado -dijo.

– ?El que? -pregunto Skarre.

– Creo que ha vomitado sangre.

Mai Sinok entro. Se detuvo a cierta distancia, mirando asustada de reojo a Beskow.

– Empezo a sangrar por la nariz hace un par de dias -explico-. No quiso llamar al medico, no por una cosa asi, decia. Era terco como una mula. Decia que no era mas que la naturaleza que seguia su curso. Entonces tambien empezaron a sangrarle las encias, y eso me asusto un poco. ?Puedo marcharme ya? -suplico.

Se acerco y puso una mano en el brazo de Sejer.

– Por favor, ?puedo marcharme? Llevo mucho tiempo aqui sentada, y me encuentro muy mal. Me gustaria irme a casa a tumbarme un rato.

Sejer fue a la cocina. Cogio un vaso del armario, lo lleno de agua del grifo y se lo ofrecio. Ella lo agarro con las dos manos y bebio, manchandose como un nino pequeno.

– ?Quien suele venir a esta casa? -pregunto Sejer-. ?Aparte de usted?

– Casi nadie -contesto ella-. Solo su nieto, el si viene a menudo.

– Esta bien. Tenemos que avisarlo. ?Donde vive? -quiso saber Sejer.

– En Askeland -contesto la mujer-. Vive con su madre.

– ?Cuanto tiempo lleva usted asistiendo a Beskow?

– Un ano. Vengo todos los dias. Es un anciano muy noble -dijo Mai Sinok. Bebio un trago de agua fria-. Los cuidados que ha recibido Henry han provenido siempre del chico -dijo-. Son el alma de amigos.

– ?Querra usted decir amigos del alma? -la corrigio Sejer.

Mai Sinok sonrio, pero enseguida volvio a entristecerse.

– ?Puedo irme? -repitio-. Me siento muy debil.

– Podra marcharse enseguida. Pero luego necesitaremos hablar mas con usted. Estoy seguro de que lo comprende. Nuestra gente la llevara a su casa.

Ella lo rechazo. Tomaria el autobus como siempre. Paraba abajo en la calle Roland y pasaba a menudo.

Sejer daba vueltas por el pequeno salon de Beskow.

– No entiendo lo que ha pasado -dijo Mai Sinok-. De repente se puso a sangrar por todas partes. Se le tiene que haber roto algo por dentro.

Sejer contemplo algunas fotografias colgadas en la pared de un nino pequeno.

– ?Es ese su nieto? -pregunto-. ?El nino del triciclo?

– Si, ese es. Mire lo rubio que era de pequeno. Ahora es moreno.

– Y el que lleva la mochila del colegio, ?tambien es el?

– Si. Y el de la pequena moto. Con guantes, casco y todo. Henry le regalo la moto. Porque Henry es muy generoso.

– Parece una Suzuki -comento Sejer-. ?Como se llama el chico?

– Se llama Johnny -contesto Mai-. Johnny Beskow.

I love Johnny, penso Sejer, echando un vistazo por la ventana hacia la casa amarilla de Asbjorn Meiner.

– Imaginate que hubiera alguna relacion -murmuro.

– ?Como? ?Relacion? -pregunto Skarre, mirando al inspector jefe.

– Entre todo lo sucedido.

– Nunca existen relaciones de este tipo -opino Skarre-. Al menos no en la vida real. ?A que te refieres en concreto?

– Buscabamos a un chico con una moto roja -dijo Sejer-. Aqui esta, en esta foto de la pared. Averigua si Johnny Beskow tiene telefono movil.

Skarre se puso en contacto con Informacion y anoto el numero.

Sejer se dirigio a Mai Sinok.

– Ahora quiero que llame usted a Johnny Beskow -dijo-. Digale que tiene que venir inmediatamente aqui, a la calle Roland. Digale que es muy importante. Pero no mencione nada de nosotros y tampoco de lo que ha sucedido. No le diga que la policia esta aqui.

Le dejaron usar el telefono de Skarre, y Mai Sinok cumplio con su sencilla tarea sin protestar ni hacer preguntas. Luego Sejer la cogio del brazo y la acompano fuera.

En ese instante, Sejer diviso a una chica sentada sobre un penasco algo mas arriba de la calle, que los seguia con la mirada. Tal vez llevaba tiempo observando los dramaticos acontecimientos en la casa de Beskow. Sejer la saludo con la mano, y Else Meiner le devolvio el saludo. Mai Sinok dijo adios con una pequena mano blanca.

Sejer se acerco al penasco y miro hacia arriba.

– Else Meiner -dijo- ?Como estas?

– Normal. Lo del pelo es bastante duro.

Sejer asintio.

– Si, debe de serlo. ?Has visto algo sospechoso aqui en la calle? -pregunto.

Una amplia sonrisa se dibujo en el rostro de la chica.

– Johnny viene a menudo -dijo-. Varias veces por semana. Pero el no es sospechoso.

– Justo -dijo Sejer-. Johnny Beskow.

– Es el nieto de Henry -explico ella.

– Exactamente. El chico de la pequena moto roja. Lo estamos esperando. Viene de camino. ?Alguien mas que suela venir?

– La pequena tailandesa que acaba de pasar por aqui. No se como se llama, pero creo que se ocupa de el. Viene todos los dias en el autobus de las ocho. Tambien viene los domingos. A lo mejor no sabe que el domingo es dia libre.

Hizo un gesto hacia el coche de la policia y los dos tecnicos junto a la pared.

– ?Henry ha muerto? -pregunto.

– Si -contesto Sejer-. El viejo Henry Beskow ha muerto. ?Has visto a alguien mas ir o venir? ?Conocidos?

Else Meiner asintio.

– Vino un hombre hace unos dias -dijo- con unos marcos de ventana. De esos que se usan para poner tela metalica contra los insectos. Y luego aparecio hace tres o cuatro dias una mujer. Bueno, no es exactamente desconocida, porque la he visto un par de veces antes. Llevaba uno de esos abrigos de piel como manchados, y

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