sobre todo un buen pellizco como adelanto de la herencia lo que le habia permitido estar en condiciones de comprarla en 1978. Su hija adoraba esa casa, y el podia llegar hasta su despacho en un paseo de veinte minutos, aunque no lo hacia nunca.
Este lado de la ciudad era distinto, no era especialmente mas sucio, tampoco mas vulgar, sino que… olia mas. El humo de los coches formaba capas mas densas y la ciudad aqui desprendia un olor mas fuerte, como si hubiese olvidado echarse desodorante. Ademas, el ruido era bastante mas elevado. No se sentia a gusto.
Tipicamente noruego, emplazar la comisaria en la zona mas desoladora de la ciudad. El Estado compraria el solar por cuatro duros; encima, las posibilidades de aparcar eran penosas. Conducia el BMW con prudencia al entrar por el acceso oscuro, situado al pie de la cuesta que subia hasta el edificio. Tuvo que aguardar diez minutos hasta lograr aparcar. Un chaval salio rugiendo de su plaza conduciendo un viejo Volvo Amazon y rozo la esquina de piedra en la ultima curva al salir del aparcamiento. La pared presentaba unas franjas amarillas y negras que indicaban que el chico no habia sido el primero en topar con esa esquina. El dentista quedo advertido, por lo cual maniobro lo necesario para dejar el coche en su sitio y dudo si bajarse o no, ya que llevaba un cuarto de hora de retraso.
Ella no comento su demora de dieciocho minutos, estaba sonriente y atenta, simple y llanamente agradable. Eso lo dejo muy desconcertado.
– No estaremos mucho tiempo -dijo, para tranquilizarlo-. ?Cafe? ?Tal vez te?
Hanne fue por cafe para ambos y encendio un cigarrillo, tras asegurarse de que no le molestaba lo mas minimo a su invitado.
Durante un espacio de tiempo interminable, se quedo sentada, sin decir palabra, soltando bocanadas por todo el cuarto y siguiendo las nubes de humo con la mirada turbia. El empezo a moverse inquieto en la silla, en parte por su incomodidad. Al final no aguanto mas el silencio.
– ?Deseaba algo en especial de mi? -dijo, y se sorprendio por el tono moderado de su propia voz.
Hanne clavo su mirada en el, como si no supiera que llevaba ahi un buen rato.
– Si, claro -dijo, en un tono casi jocoso-. Quiero algo especial de usted. Pero primero…
Apago el cigarrillo, le lanzo una mirada interrogativa y, a todas luces, recibio la respuesta que buscaba, porque el hombre extendio el brazo en un gesto de conformidad y ella encendio inmediatamente otro pitillo.
– Deberia dejar esto -dijo en tono confidente-. Tengo un jefe aqui, ha fumado asi durante treinta anos. Deberia oir esa tos que tiene ?Escuche!
Se quedo quieta y ladeo la cabeza. Desde lejos, del fondo del pasillo, llegaba el eco de un acceso de tos estertoroso.
– Lo oye, ?verdad? -dijo, triunfante-. ?Esta sustancia es altamente letal!
Fulmino el paquete de tabaco semivacio con una mirada de desagrado y se distrajo un instante.
– Bueno, pues a lo que ibamos -dijo, tan de golpe y tan fuerte que el hombre pego un salto en la silla.
Noto que habia empezado a sudar y se paso el dedo indice, lo mas discretamente posible, por el labio superior.
– En primer lugar, las formalidades -dijo en tono neutral, escribiendo el nombre, la direccion y el numero de identificacion segun se lo iba dictando-. A continuacion, tengo que advertirle lo siguiente: debe decir la verdad a la Policia, esta sancionado con penas de carcel declarar en falso, ya que es usted testigo… -sonrio y le miro-, y no esta inculpado en ningun proceso penal. ?Los procesados si que pueden mentir todo lo que quieran! Bueno, casi. Es injusto, ?no cree?
La enorme cabeza asentia. En ese momento estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa que viniese de esa mujer, porque le asustaba mas de lo que aparentaba. La primera vez que la vio, el lunes anterior, se habia fijado en que era muy atractiva. Bastante alta, delgada, aunque con las caderas bien rollizas y el pecho prominente. Ahora se parecia mas a una amazona. Volvio a pasar el dedo bajo la nariz, pero no le sirvio de nada. Saco un panuelo recien planchado y se seco a la altura de las dos sienes.
– ?Tiene usted calor? Lo siento, este edificio es totalmente inadecuado para las altas temperaturas que padecemos estos dias.
No hizo ademan de querer abrir la ventana.
– Por cierto -dijo-, no es obligatorio que hable, puede negarse. Pero no lo hara, ?verdad?
El sacudio la cabeza con tanto impetu que tuvo la sensacion de ver volar las gotas de sudor.
– Bien -determino la mujer-. Entonces, empecemos.
Durante media hora, Hanne le hizo preguntas rutinarias y de caracter general. A que hora llego al piso de su hija el pasado domingo y donde estuvo ella sentada exactamente cuando entro. Si estaba vestida y si el habia retirado algun objeto del lugar. Si habia notado algo diferente o poco comun mas alla del estado fisico y mental de su hija, como olores, ruidos y cosas por el estilo. Sobre el estado actual de su hija, cuales habian sido sus reacciones en los dias posteriores. Sobre como se encontraba el.
Aunque hablar del caso le dolia en lo mas profundo de su ser, empezo a sentir cierto alivio. Sus hombros se relajaron y el cuarto parecio menos asfixiante. Para colmo, bebio un poco de cafe mientras ella hacia una pausa en el interrogatorio para pasar las anotaciones a la vetusta maquina de escribir electrica de bola que tenia delante.
– No es precisamente el ultimo grito -comento el hombre con cautela.
Sin parar y sin mirarlo, le conto que estaba en la lista de espera para obtener su propio PC, tal vez llegara la siguiente semana, puede que dentro de un mes.
Tardo veinte minutos en mecanografiarlo todo y se encendio un cigarro.
– ?Que hizo ayer en casa de los vecinos de Kristine?
Resultaba incomprensible que la pregunta lo cogiera por sorpresa de esa manera, porque sabia que llegaria tarde o temprano. Repaso al vuelo en su mente las consecuencias que tendria mentir, y una larga vida de medio siglo en el lado obediente de la sociedad gano la partida.
– Queria indagar un poco por mi cuenta -reconocio.
Por fin, lo dijo, no mintio y se sintio estupendamente bien. Vio que ella se habia dado cuenta de que el habia estado planteandose tomar cualquier otra salida.
– ?Va a jugar a detective privado?
El comentario no era sarcastico. Habia cambiado su caracter, el rostro era mas suave, giro la silla hacia el y, por primera vez desde que llego, mantuvo el contacto visual.
– Escuche, Haverstad. Evidentemente, no se como lo esta pasando, pero me lo puedo imaginar, mas o menos. Han desfilado ya cuarenta y dos casos de violacion por mi mesa, nadie llega a acostumbrarse del todo. Ninguno se parece, salvo en una cosa: son igual de repulsivos, tanto para las victimas como para la gente que las quiere. Lo he visto tantas veces… -Se levanto, abrio la ventana y coloco un pequeno y espantoso cenicero de vidrio marron en la abertura para evitar que se cerrara-. Con frecuencia…, ?creame!…, con frecuencia le he dado vueltas en mi cabeza a como reaccionaria si fuera mi… -se mordio la lengua-, si fuera una persona muy cercana a mi la que hubiera pasado por algo asi. Solo especulaciones, claro esta, porque no estoy, afortunadamente, en la situacion de haberlo vivido. -Su mano fina se cerro y golpeo tres veces la mesa-. Pero creo que me invadirian pensamientos de venganza. En primer lugar, me volcaria en el cuidado y la atencion de otros. Se puede canalizar mucha desesperacion en la ayuda y el apoyo a los demas. Pero no hace falta que me diga que no consigue aproximarse a ella, lo se. Las victimas de violaciones son dificiles de alcanzar y es cuando se revela la sed de venganza. La venganza… -Cruzo los brazos sobre el pecho y su mirada se perdio por encima de su cabeza en un punto remoto-. Creo que subestimamos nuestra necesidad de venganza. ?Deberia oir a los juristas! Si uno solo se atreve a mencionar que la venganza tiene cierto sentido en el hecho de castigar, sueltan toda la artilleria, dandonos lecciones de historia judicial sobre que esa cuestion la dejamos atras hace ya varios siglos. Aqui en el norte, la venganza no se considera un acto suficientemente noble. Es simple, abyecta y, ante todo… -Se mordio el labio mientras buscaba la palabra-. ?Primitiva! ?Lo vemos como un acto primitivo! Un error garrafal, esa es mi opinion. La necesidad de vengarnos es inherente al ser humano. La frustracion que la gente siente cuando a los violadores les cae ano y medio de carcel no se atenua con frases juridicas vacias acerca de la seguridad publica y de las politicas de rehabilitacion. ?La gente exige venganza! Alguien que se ha comportado de un modo cruel debe padecer la misma crueldad, y punto.
Finn intuia adonde lo queria llevar aquella singular subinspectora. La incertidumbre seguia molestandolo, pero habia algo en su desmesurado interes, en sus ojos, en los gestos que producia con todo el cuerpo para subrayar sus puntos de vista, que le decia que esa mujer nunca le haria dano. Era su manera de prevenirlo contra lo que