sus ultimas estancias.
– Tampoco es ninguna tonteria, se parece un poquito -dijo, arrugando el papel y apuntando a la papelera junto a la puerta-. ?Canasta!
– O este -prosiguio Erik Henriksen-: «El autor de los hechos debe de ser mi hijo, pues lleva desde 1991 poseido por espiritus del mal. Ha cerrado su puerta al Senor».
– Bueno, no esta mal -dijo Hanne-. ?Has indagado algo?
– Si, el hombre es pastor en la iglesia de Drammen, y su mujer, o sea, la madre del chico, esta internada en el psiquiatrico de Lier desde 1991.
Ahora solto una tremenda carcajada.
– ?Son todos de esa indole?
Echo un vistazo a todos los monticulos de papel esparcidos por la mesa de un modo, aparentemente, caotico, aunque respondia sin duda a un sistema concreto.
– Estos… -Henriksen dio una palmada sobre el monton situado arriba a la izquierda-… son autenticas chorradas.
Por desgracia, era la pila mas voluminosa.
– Estos… -el puno golpeo el monton de menor tamano situado debajo- son abogados, jueces y policias.
A continuacion, recorrio con los dedos las pilas restantes.
– Aqui tenemos a antiguos violadores; aqui, a hombres normales aunque desconocidos para nosotros; aqui hay personas que, supuestamente, son demasiado mayores, y aqui… -recogio los cinco folios solitarios-, son mujeres.
– Mujeres -contesto Hanne, bromeando-. ?Han entrado avisos sobre mujeres?
– Si, ?lo tiramos?
– Sin duda. Guarda el monton con los juristas y los policias, y tal vez el de los rarillos, pero no pierdas tiempo con ellos, de momento. Concentrate en los agresores sexuales y en los hombres normales aunque desconocidos. Partiendo de la base de que los informadores son medianamente serios, ?cuantos nos quedan?
El recuento fue expeditivo.
– Veintisiete hombres.
– Que a ciencia cierta no lo habran hecho -suspiro Hanne-. Pero citalos a todos lo antes posible y avisame si ves algo especialmente interesante. ?Funciona este telefono?
Sorprendido, el oficial contesto que suponia que si. Levanto el auricular y se lo acerco al oido para probar.
– Al menos tiene tono de linea. ?No se supone que deberia funcionar?
– Siempre hay problemas con el equipo en esta sala, solo basura que nadie quiere.
Saco un papelito del bolsillo de sus ajustados vaqueros y marco un numero de Oslo.
– Especialista jefe Bente Reistadvik, gracias -solto a bocajarro, en cuanto alguien al otro lado le contesto.
Enseguida la especialista se puso al telefono.
– Soy Wilhelmsen, de Homicidios, jefatura de Oslo. Teneis un par de casos mios por ahi. Primero…
Volvio a leer el papel.
– Sumario 93-03541, la victima es Kristine Haverstad. Hemos pedido un analisis de ADN y, ademas, hemos mandado algunas fibras, pelos y diferentes residuos.
Se hizo un silencio largo sin que Hanne anotara nada, la mirada perdida.
– Pues nada, ?cuando podra estar, asi, aproximadamente?… ?Tanto?
Exhalo un lamento, se dio la vuelta y apoyo el trasero en el escritorio.
– ?Que hay de nuestra masacre del sabado? ?Tienes algo para mi?
A los diez segundos miro fijamente al oficial pelirrojo con una expresion de asombro.
– ?No me digas! Vale.
Hubo una pausa larga, luego se giro y empezo a buscar algo sobre lo que escribir hasta que el otro le alcanzo una hoja y un boligrafo. Se llevo el cable esquivando la esquina de la mesa y se sento a un lado de los dos escritorios colocados uno enfrente del otro.
– Interesante. ?Cuando podre tenerlo por escrito?
Nuevamente una pausa.
– ?Estupendo y gracias!
Hanne puso el auricular en su sitio y siguio anotando cosas durante minuto y medio. Luego releyo lo que habia escrito sin decir ni media palabra. A continuacion, plego dos veces la hoja, se levanto de la silla, se metio el papel en el bolsillo trasero del pantalon y se marcho de la habitacion sin siquiera despedirse de Erik, que se quedo alli, bastante decepcionado.
El bronceado era igual de artificial que la musculatura. Lo primero, como resultado de la cantidad ingente de rayos UVA absorbidos, suficientes como para producir un cancer de piel incurable a toda una compania. Los musculos inflados, por su parte, recibieron la inestimable ayuda de preparados artificiales, mas concretamente de distintas formas de testosterona y, en su mayoria, de esteroides anabolizantes.
Adoraba su fisico. Siempre quiso tener ese aspecto, sobre todo cuando bizco, delgado y con el pelo ralo entro en la pubertad a razon de una paliza diaria que le propinaban los demas chavales. Su madre no habia podido evitarlo. Con un aliento que olia a pastillas y alcohol, habia intentado en vano consolarlo cuando regresaba a casa con los ojos hinchados, las rodillas ensangrentadas y los labios rotos. Pero ella se escondia detras de las cortinas sin intervenir cuando los palurdos de la vecindad los desafiaban a ella y a su hijo, trasladando las peleas cada vez mas cerca del bloque donde vivian. El lo sabia porque, cuando, al principio, habia pedido auxilio mirando en direccion a las cortinas de la cocina de la primera planta, habia divisado el movimiento en el momento en que ella habia dado un paso hacia atras para esconderse. Se escondia siempre. Lo que ignoraba es que era ella, mas que la figura endeble de su hijo, lo que provocaba todas esas palizas. Los chavales de su calle tenian madres de verdad: mujeres sonrientes y desenvueltas que invitaban a bocatas y leche; algunas trabajaban, aunque no a tiempo completo. Los demas tenian hermanas o hermanitos pesados, ademas de padres. No todos vivian alli, ciertamente, pues, a principios de los setenta, la tendencia a divorciarse habia alcanzado tambien el pequeno pueblo en el que crecio. Aun asi, los papas llegaban en coche los sabados por la manana, con la camisa remangada, la sonrisa ancha y con canas de pescar en el maletero. Todos menos el suyo.
Los muchachos apodaron a la madre Alco-Guri. Cuando era pequeno, muy pequeno, le parecio que su madre tenia un nombre muy bonito, Guri. Despues de aparecer el apodo de Alco-Guri, lo odiaba. Ahora, no aguantaba a las mujeres que tenian el mismo nombre. De hecho, no soportaba a las mujeres en general.
Despues de la pubertad, dejaron de meterse con el: tenia diecisiete anos y habia crecido 18 centimetros en ano y medio. Ya no tenia granos en la cara y se ensancho de hombros. La bizquera fue corregida mediante operacion y tuvo que llevar un parche humillante en el ojo, lo que no aumento precisamente su popularidad. El pelo era rubio y su madre dijo que era guapo. Pero, paradojas de la vida, no lograba entender como, por ejemplo, Aksel podia tener novia cuando a el nadie lo miraba. Aksel era un companero de clase regordete y con gafas, que, ademas, media una cabeza menos que el.
No eran, propiamente dicho, malos con el, solo lo evitaban y le soltaban algun que otro dardo envenenado de vez en cuando. En especial las chicas.
Cuando cursaba el penultimo ano de instituto, Alco-Guri acabo de trastornarse por completo y la internaron en un hospital psiquiatrico. La visito una vez, justo despues de su ingreso en el centro. Estaba acostada, entubada e ida por completo. No supo que hacer ni que decir. Mientras, callado, escuchaba las tonterias que profanaba su madre, el edredon se habia resbalado, dejandola ligeramente destapada. Tenia el camison abierto y uno de los pechos, un trapo arrugado y vacio con un pezon casi negro, le habia mirado fijamente como un ojo acusatorio. Se fue y no volvio a verla nunca. Aquel dia supo lo que queria ser y nadie jamas iba a volver a molestarlo.
Ahora se encontraba delante de un ordenador y se lo estaba pensando con mucho detenimiento. La eleccion no era facil, tenia que apostar por los mas seguros. A los que nadie echaria de menos. De vez en cuando se levantaba y se acercaba al armario archivador, sacaba carpetas y observaba la pequena foto de pasaporte fijada con un clip en la parte superior de la primera pagina. Esas fotografias siempre mentian, lo sabia por su amarga experiencia. Pero, al menos, le proporcionaban alguna pista.
En definitiva, estaba satisfecho con el resultado. Notaba como aumentaba la tension, como un chute, muy parecido a cuando se media los musculos y sabia que sus biceps habian aumentado un centimetro desde la ultima