aeroplano bajaba en picado, unas ametralladoras de juguete situadas en las alas tableteaban y las bocas de los canones centelleaban como cohetes. Una larga cola de ninos con ojos de envidia, algunos con el uniforme de las Juventudes Hitlerianas, algunos de la mano de su madre, esperaban su turno, contemplando el avion mientras abria fuego con las ametralladoras y hacia una nueva pasada para lanzar otro ataque.
Un hombre de mediana edad con un abrigo marron y un sombrero avanzaba despacio entre el gentio.
– Ahi esta -informo Christa. Tenia cara de intelectual, penso Weisz: surcada de arrugas, los ojos hundidos. Un rostro que habia leido demasiado y que rumiaba lo que leia. Saludo con un movimiento de cabeza a Christa, que dijo-: Este es mi amigo. De Paris.
– Buenas tardes.
Weisz devolvio el saludo.
– ?Es usted el periodista?
– Asi es.
– Christa cree que tal vez pueda ayudarnos.
– Si esta en mi mano…
– Llevo un sobre en el bolsillo. Dentro de un minuto los tres nos alejaremos de la multitud y, cuando nos aproximemos a los arboles, se lo entregare.
Se quedaron mirando la atraccion y luego echaron a andar; Christa se inclinaba hacia atras para contrarrestar la fuerza de los perros.
– Christa me ha dicho que es usted italiano.
– Lo soy, si.
– Esta informacion concierne a Italia, a Alemania e Italia. No podemos mandarla por correo, ya que las fuerzas de seguridad lo leen, pero creemos que la gente deberia conocerla. Quiza a traves de un periodico frances, aunque dudamos que vayan a publicarla, o de un diario de la resistencia italiana. ?Conoce a esa gente?
– Si.
– Y ?esta dispuesto a aceptar esta informacion?
– ?Como ha llegado a sus manos?
– Uno de nuestros amigos la copio de unos documentos del departamento financiero del ministerio del Interior. Es una lista de agentes alemanes que operan en Italia con el consentimiento del gobierno. En Berlin hay amigos a los que les gustaria verla, pero esta informacion no le concierne de manera directa, asi que deberia estar en poder de alguien que comprenda que es preciso que salga a la luz en lugar de quedar archivada.
– En Paris esos periodicos los publican distintas facciones. ?Tiene alguna preferencia?
– No, eso nos da igual, aunque es probable que los partidos centristas gocen de mayor credibilidad.
– Eso es cierto -convino Weisz-. Se sabe que la extrema izquierda inventa.
Christa dejo que los perros la obligaran a girar en redondo, situandose asi frente a los dos hombres.
– Ahora -anuncio.
El hombre metio la mano en el bolsillo y le dio a Weisz un sobre.
Weisz espero hasta estar de vuelta en la oficina y luego se aseguro de que no lo observaban mientras abria el sobre. Dentro encontro seis paginas a espacio sencillo: un listado de nombres mecanografiado en papel fino, como de correo aereo, con una maquina que utilizaba un tipo de imprenta aleman. Los nombres eran fundamentalmente alemanes, pero no del todo, con una numeracion que abarcaba del R100 al V718; seiscientas dieciocho entradas pues, precedidas por diversas letras, «R», «M», «T» y «N» en su mayor parte, pero tambien otras. Cada nombre iba seguido de una ubicacion, oficinas o asociaciones, en varias ciudades -«R» de Roma, «M» de Milan, «T» de Turin, «N» de Napoles y demas- y de un pago en liras italianas. El encabezamiento rezaba: «Desembolsos: enero, 1939.» La copia se habia realizado apresuradamente, penso, asi lo decian las tachaduras, la letra o el numero correcto escrito a mano.
«Agentes», los habia llamado el tipo del parque. Eso era muy amplio. ?Serian espias? Weisz creia que no. Puede que los nombres fueran alias, pero no eran nombres en clave -cura, leopardo- y, tras analizar los lugares, no descubrio fabricas de armamento ni bases aereas o navales ni laboratorios ni empresas de ingenieria. Lo que si encontro fue un organismo policial adscrito al ministerio del Interior italiano, la Direzione della Pubblica Sicurezza, Departamento de Seguridad Publica, con las correspondientes comisarias, llamadas
?Que hacian? Vigilar a los alemanes en el extranjero oficialmente desde la Pubblica Sicurezza y cada
Al leer la lista, el pulgar bajando por el margen, se pregunto quienes serian esas personas. G455, A. M. Kruger, de la Auslandsorganisation en Genova. ?Un ferviente miembro del partido? ?Ambicioso? ?Consistiria su trabajo en trabar amistades e informar acerca de ellas? «?Conozco a alguien que pudiera hacer algo asi?», penso Weisz. O J. H. Horst, R140, de la Pubblica Sicurezza en Roma. ?Un miembro de la Gestapo? ?Obedeceria ordenes? ?Por que le costaba creer en la existencia de esa gente?, se pregunto Weisz. ?Como se volvian unos…?
– ?Herr Weisz? Herr Doktor Martz, senor. Una llamada urgente, para usted.
Weisz pego un salto. Gerda se encontraba en el umbral, al parecer lo habia avisado y no habia recibido respuesta. ?Habria visto la lista? Seguro que si, y lo unico que pudo hacer Weisz fue no taparla con la mano como un nino en la escuela.
?Aficionado! Enfadado consigo mismo, le dio las gracias a Gerda y cogio el telefono. La conferencia de prensa de la tarde en el ministerio de Asuntos Exteriores se habia adelantado a las cuatro. Avances significativos, noticias importantes, se rogaba encarecidamente la asistencia de Herr Weisz.
La conferencia de prensa la dio el todopoderoso Von Ribbentrop en persona. Antiguo vendedor de champan, el ahora ministro de Asuntos Exteriores se habia crecido hasta adquirir una importancia pasmosa, su risueno rostro todo pomposidad y arrogancia. Sin embargo, el 12 de marzo se mostraba visiblemente enojado, el semblante un tanto enrojecido, el manojo de papeles de su mano golpeando con energia el atril. Unidades del ejercito checo habian entrado en Bratislava, depuesto al sacerdote fascista, el padre Tiso, de su cargo de primer ministro de Eslovaquia y destituido al gabinete. Habian declarado la ley marcial. La conducta de Von Ribbentrop desvelaba lo que no decian sus palabras: «?Como se atreven?»
Weisz tomo notas como un poseso y corrio a telegrafiar nada mas finalizar la conferencia.
reuters paris fecha doce marzo berlin weisz von ribbentrop amenaza con represalias contra checos por deponer padre tiso como primer ministro eslovaquia y declarar ley marcial fin.
Despues se fue a toda prisa a la oficina y escribio su articulo mientras Gerda llamaba a la operadora internacional y mantenia la linea abierta charlando con su homologa en Paris.
Cuando termino de dictar eran mas de las seis. Regreso al Adlon, se quito la ropa sudada y se dio un bano rapido. Christa llego a las siete y veinte.
– Vine antes -comento-, pero en recepcion me dijeron que no estabas.
– Lo siento. Los checos han echado a los nazis de Eslovaquia.
– Si, lo he oido en la radio. ?Que pasara ahora?
– Alemania enviara tropas, y Francia e Inglaterra declararan la guerra. A mi me internaran y pasare los proximos diez anos leyendo a Tolstoi y jugando al bridge.