mal? ?Era el sexo una condicion encubierta del alquiler de la habitacion?
Pero no era verdad, a ella simplemente le gustaba flirtear con el, tomarle el pelo con la fantasia de la patrona verde, y con el tiempo empezo a relajarse y disfrutarlo. Tenia la cara y la mente afilada y el cabello tenido con alhena, pero el roce o el choque fortuitos -
En la ultima semana aproximadamente aquello se habia terminado. ?Que habia pasado?
Camino del metro paro en una estafeta de Correos y llamo a Pompon, que sugirio quedar a las nueve de la manana del dia siguiente en un cafe que habia frente a la opera -en el vestibulo del Grand Hotel-, y estaba muy cerca de la oficina de Reuters. Dicha solucion era bien considerada y, «por favor», amable, y un dia mas se vio intentando trabajar mientras reprimia el impulso de hacer conjeturas. «Gran Bretana y Francia ofrecen garantias a Grecia», lo cual implicaba hacer llamadas a Devoisin al Quai d'Orsay y a otras fuentes, buceando en los subterraneos de la diplomacia francesa, asi como ponerse en contacto con la embajada griega y con el director de un periodico griego de emigrados: la version parisina de la noticia.
Weisz trabajaba duro. Trabajaba por Delahanty, para demostrarle lo absolutamente crucial que era para la labor de Reuters; trabajaba por Christa, para no acabar conduciendo una furgoneta de reparto cuando ella fuera a Paris; trabajaba por los
Fue una noche larga. Por la manana, la reunion en el cafe y un asunto que, cayo en la cuenta, debia haber previsto.
– Ha llegado a nuestras manos un documento que fue enviado al ministerio de Asuntos Exteriores -anuncio Pompon-. Un documento que deberia darse a conocer. No de manera directa, sino encubierta, tal vez en un periodico clandestino.
?Ah, si?
– Contiene una informacion de la que se hizo eco el diario
Tal vez.
– El documento revela la infiltracion alemana en el sistema de seguridad italiano, una infiltracion a gran escala, por cientos, y darlo a conocer podria fomentar la animadversion hacia Alemania, hacia esa clase de tacticas, que resultan peligrosas para cualquier Estado. El rumor, tal como aparecio publicado en el
?Comprendia Weisz adonde queria llegar?
Bueno, lo que los franceses llamaban
– Llevo encima una copia del documento, monsieur Weisz, ?le importaria echarle un vistazo?
Si, claro.
Pompon abrio su maletin, saco las paginas, dobladas de forma que entraran en un sobre, y se las entrego a Weisz. No era la lista que el habia mecanografiado, sino una copia exacta. Desdoblo las paginas y fingio estudiarlas, en un primer momento perplejo, luego interesado, al final fascinado.
Pompon sonrio. A todas luces la pantomima habia funcionado.
– Todo un golpe maestro para el
El sin duda opinaba lo mismo, pero…
?Pero?
La situacion actual del periodico era incierta. A algunos miembros de la junta de redaccion los estaban presionando. Habia oido que tal vez el diario no sobreviviera.
?Presionando?
Empleos perdidos, hostigamiento por parte de agentes fascistas.
Un Pompon silente se lo quedo mirando con fijeza. Las mesas de alrededor estaban ocupadas por parisinos parlanchines que habian ido de compras a las cercanas Galerias Lafayette, huespedes del hotel guia en mano y una pareja de provincianos recien casados que discutian por dinero. Todo ello envuelto en nubes de humo y perfume. Camareros que pasaban volando. ?Quien demonios habia pedido pastelitos de crema a esa hora de la manana?
Weisz esperaba, pero Pompon no mordio el anzuelo. O tal vez si lo hiciera, pero de un modo que Weisz no advirtio. «Agentes fascistas fastidiando a emigrados» no era el tema del dia, el tema del dia era inducir a una organizacion de la Resistencia a que hiciera un trabajito por el. O por el ministerio de Asuntos Exteriores, o solo Dios sabia para quien. De ese otro asunto se ocupaba un departamento distinto, al final del pasillo, un piso mas arriba, y no dejarian que metieran sus curiosas narizotas en su cuidado jardin de emigrados. Pompon no, desde luego.
Al cabo, Weisz propuso:
– Hablare con ellos, con los del
– ?Quiere quedarse esta copia? Nosotros tenemos mas, aunque ha de tener mucho cuidado con ella.
No, preferia dejar el documento en manos de Pompon.
Tal como le habia dicho en su momento a Salamone, era una
El taxi recorria a toda velocidad la noche parisina. Una suave noche de mayo, el aire calido y tentador, media ciudad paseaba por los bulevares. Weisz se sentia perfectamente a gusto en su habitacion, pero el encargado nocturno de Reuters lo habia mandado, libreta y lapiz en mano, al Hotel Crillon.
– Es el rey Zog -informo por el telefono del Dauphine-. La comunidad albanesa local lo ha descubierto y se esta congregando en la plaza de la Concordia. Ve a echar un vistazo, ?quieres?
El taxista de Weisz enfilo el Pont Royal, giro en St. Honore, bajo unos pocos metros por la rue Royale y se detuvo detras de una hilera de coches que se perdia entre la multitud. Estaban parados, y ahora tocaban el claxon, para que nadie se hiciera el listo. El taxista metio marcha atras y le hizo senas al coche de atras para que retrocediera.
– Yo no me quedo aqui -le dijo a Weisz-, esta noche no.
Weisz pago, apunto el importe y se bajo.
?Que hacia Zog, Ahmed Zogu, antiguo rey de Albania, alli? Expulsado por Mussolini, habia ido errante por diversas capitales europeas, la prensa pisandole los talones, y al parecer habia ido a parar al Crillon. Pero ?la comunidad albanesa local? Albania era un montanoso reino perdido de los Balcanes -y eso era estar muy perdido-; independiente desde 1920, habia sufrido el acoso, por el norte y por el sur, de Yugoslavia e Italia, hasta que Mussolini habia acabado echandole el guante hacia un mes. Sin embargo, por lo que Weisz sabia, en Paris no existia una comunidad de refugiados politicos albaneses como tal.
En la rue Royale habia un gentio, transeuntes curiosos en su mayor parte. Cuando Weisz consiguio abrirse paso y se planto en la plaza de la Concordia se dio cuenta de que, fueran cuantos fuesen los albaneses que habian logrado llegar a Paris, estaban todos alli esa noche. Seiscientos o setecientos, calculo, mas varios centenares de simpatizantes franceses. No habian ido los comunistas -no habia banderas rojas-, lo que habia en Albania era un pequeno dictador devorado por un gran dictador, solo quienes pensaban que no era aceptable que una nacion ocupara otra y los que pensaban que, con la buena noche que hacia, ?por que no ir dando un paseo hasta el Crillon?
Weisz se dirigio a la fachada del hotel, donde una sabana sujeta a dos postes que se mecian con el vaiven de la multitud decia algo en albanes. Alli ademas gritaban consignas. Weisz pillo los nombres «Zog» y «Mussolini», nada mas. A la entrada del Crillon un monton de porteros y botones formaban una barrera de contencion ante la puerta, y mientras Weisz miraba empezaron a aparecer polis, las porras golpeandoles las piernas, dispuestos a entrar en accion. En la fachada del hotel se veian huespedes asomados, senalando aqui y alla, disfrutando del espectaculo. Luego se abrio una ventana de la ultima planta, en la habitacion se encendio una luz, y un galan de