– No, es alemana. Hungara por parte de padre.
– Mmm. -Brown volvio la cabeza y se puso a mirar por la ventanilla. Al poco dijo-: Entendemos que su diario estara dirigido por un comite de algun tipo. ?Ha hablado con ellos?
– Si. Estan dispuestos a hacer lo que nos piden.
– ?Y usted?
– Estoy a favor.
– ?Se atrevera?
– Si, me atrevere a volver a sacar el periodico, si.
– El periodico, dice. No, Weisz, si se atrevera a salir de Francia, si se atrevera a ir a
«Estas loco.» Pero lo tenian pillado.
– Lo cierto es que no. ?Forma parte del plan?
– Ese
Weisz tomo aire.
– Si me ayudan, hare lo que me digan.
– ?Nos pone condiciones?
Brown, los ojos frios, dejo la palabra flotando en el aire.
«No te equivoques en la respuesta.» Weisz sintio un tic en la comisura del ojo.
– No es una condicion, pero…
– ?Sabe lo que nos pide? Lo que quiere que hagamos es poner en marcha una
– De acuerdo -accedio Weisz.
Brown musito entre dientes: «Vaya engorro», y luego le dijo a Weisz:
– Muy bien, anote esto. -Espero a que Weisz sacara lapiz y papel-. Lo que quiero que haga hoy, de su puno y letra, es que me escriba todo lo que sepa de ella. Su nombre, su apellido de soltera, si ha estado casada. Una descripcion fisica detallada: altura, peso, como viste, como lleva el pelo. Y todas las fotografias que tenga, y he dicho
– No tengo ninguna foto.
– No, claro.
– ?Se lo doy a Kolb esta noche?
– No, escriba «Senora Day» en un sobre y dejelo en la recepcion del Bristol. Antes de las doce, ?esta claro?
– Alli estara.
Brown, perplejo por las repentinas sorpresas que te da la vida, meneo la cabeza. Luego, con voz resignada, llamo:
– Andrew.
El conductor no necesito mas, se salio del trafico y paro junto a la acera. Brown se inclino sobre Weisz y le abrio la puerta.
– Estaremos en contacto -afirmo-. Y mientras tanto sera mejor que termine el trabajo con Ferrara.
Weisz se dirigio a su oficina, ansioso por apuntar lo que Brown le habia pedido, y no menos ansioso por echar una ojeada a las noticias de la noche anterior. Pero no habia nada mas sobre la red de espionaje de Berlin. Por un momento se convencio de que aquel era un buen pretexto para llamar a Eric Wolf, luego reconocio que no lo era, a menos que Delahanty se lo pidiese. Delahanty no se lo pidio, a pesar de que Weisz lo saco a relucir. En lugar de eso le dijo que tenia que subirse al tren de la una a Orleans: el presidente de un banco se habia marchado de la ciudad con su novia de diecisiete anos y una considerable parte del dinero de sus clientes, rumbo a Tahiti, se rumoreaba, y no, como habia anunciado en el banco, a una reunion en Bruselas. Weisz trabajo de firme durante una hora, anotando todo lo que sabia de la vida de Christa y despues, de camino al Dauphine para hacer la maleta, se paso por el Bristol.
Cuando Weisz volvio a Paris, el mediodia del nueve, en la oficina habia jaleo.
– Vaya a ver de inmediato a monsieur Delahanty -le pidio la secretaria, en los ojos un brillo malicioso. Hacia tiempo que sospechaba que Weisz estaba metido en algun tejemaneje, y ahora parecia que tenia razon y que el iba a recibir su merecido.
Pero se equivocaba. Weisz tomo asiento en la silla de las visitas, frente a Delahanty, el cual se puso en pie, cerro la puerta del despacho y luego le guino un ojo.
– Tenia algunas dudas sobre ti, muchacho -confeso mientras volvia a su mesa-, pero ahora todo se ha aclarado.
Weisz estaba perplejo.
– No, no, no digas nada, no es preciso. No puedes culparme, ?no? Todo este ir de aca para alla, me preguntaba ?que demonios le pasa? Los emigrados siempre parecen tramar algo, es la opinion comun, pero el trabajo ha de ser lo primero. Y no estoy diciendo que no lo haya sido, casi siempre, desde que empezaste aqui. Has sido fiel y leal, puntual con las noticias, y no has hecho tonterias con los gastos. Pero, en fin, no sabia que pasaba.
– ?Y ahora lo sabe?
– Por las alturas, muchacho, de lo mas alto. Sir Roderick y los suyos, en fin, si valoran algo es el patriotismo, el viejo rugido del viejo leon britanico. Se que no te aprovecharas de esta situacion, porque te necesito, necesito las noticias todos los dias o nos quedamos sin delegacion, pero si tienes que, bueno,
Weisz se levanto para irse, pero cuando abria la puerta Delahanty anadio:
– Y en cuanto al otro asunto, no volvere a mencionarlo, salvo para decir buena suerte y ten cuidado.
En algun lugar entre los bastidores de su vida, penso Weisz, alguien habia accionado un resorte.
10 de junio, 21:50. Hotel Tournon.
Es algo por lo que no querria volver a pasar, pero me hermano con todas las almas de Europa que miran el mundo a traves de una alambrada, y hay miles de ellas, por mucho que sus gobiernos traten de negarlo. Tuve la buena suerte de contar con amigos que se encargaron de liberarme y despues me ayudaron a comenzar una vida nueva en la ciudad donde estoy escribiendo estas lineas. Es una buena ciudad, una ciudad libre en la que la gente valora su libertad, y lo unico que deseo es que las gentes de Europa entera, del mundo entero, puedan, algun dia, compartir esta preciada libertad.
No sera facil. Los tiranos son fuertes, mas fuertes cada dia. Pero sucedera, creedme, sera asi. Y hagais lo que hagais, sea cual fuere vuestro devenir, yo estare a vuestro lado. O alguien como yo. Hay mas de los nuestros de los que pensais, en la calle, en la ciudad de al lado, dispuestos a luchar por aquello en lo que creemos. Luchamos por Espana, y ya sabeis lo que paso, perdimos la guerra. Pero no hemos perdido la esperanza, y cuando llegue la proxima lucha estaremos alli. En cuanto a mi, personalmente, no me rendire. Seguire siendo, al igual que todos estos anos, un soldado de la libertad.