Amazonas; un comunista; un gigolo y Weisz.

– Deberias ser periodista -le decian-. Ver mundo.

Consiguio trabajo en un periodico de Trieste. Escribio necrologicas, informo de algun que otro delito, entrevisto de vez en cuando a un funcionario municipal. En un momento dado, su padre, siempre frio, gelido, toco algun resorte y Weisz volvio a Milan, a escribir para el periodico mas importante de Italia, el Corriere della Sera. Mas necrologicas al principio, luego un trabajo en Francia, otro en Alemania. Ya con veintisiete anos, se empleo a fondo, mas a fondo que nunca, ya que por fin habia descubierto la gran motivacion de la vida: el miedo al fracaso. La pocion magica. Presto.

En verdad fue una lastima, ya que en 1922 comenzo el dominio de Mussolini, con la marcha sobre Roma (Mussolini fue en tren). No tardaron en imponerse restrictivas leyes de prensa, y para 1925 la propiedad del periodico ya habia pasado a manos de simpatizantes fascistas y el director se habia visto obligado a dimitir. Con el se fueron los redactores mas importantes, mientras que un Weisz resuelto aguanto tres meses. Despues salio por la puerta igual que ellos. Se planteo la posibilidad de emigrar, despues volvio a Trieste, conspiro con sus amigos, arranco un cartel o dos, pero en lineas generales mantuvo la cabeza gacha. Habia visto a gente apaleada, habia visto a gente con sangre en el rostro, sentada en la calle. Eso no era para Weisz.

Al fin y al cabo Mussolini y los suyos no tardarian en marcharse, solo era cuestion de esperar, el mundo siempre se enderezaba, y volveria a hacerlo. Acepto trabajos de poca monta en los periodicos de Trieste -un partido de futbol, un incendio en un carguero del puerto-, dio clases particulares de ingles a unos cuantos estudiantes, se enamoro y se desenamoro, paso dieciocho meses escribiendo para una revista de comercio de Basilea, otro ano en un periodico maritimo de Trieste… sobrevivio. Sobrevivio y sobrevivio. Obligado por la politica a vivir en los margenes de la profesion, veia que la vida se le escapaba como si fuera arena.

Despues, en 1935, con la horrible guerra de Mussolini en Etiopia, no fue capaz de soportarlo mas. Tres anos antes se habia unido a los giellisti de Trieste; el aspirante a novelista estaba encerrado en la prision de la isla de Lipari; el comunista se habia vuelto fascista; el gigolo se habia casado con una condesa y ambos tenian amantes, y el aspirante a buscador de oro lo habia encontrado y habia muerto rico, pues en el Amazonas no solo habia tesoros.

Asi que Weisz se fue a Paris, encontro habitacion en un minusculo hotel del barrio de Belleville y empezo a alimentarse a base de aquello que imaginaba todo sonador que va a Paris: pan, queso y vino. Pero pan muy bueno -el precio controlado por el gobierno frances, despiadadamente astuto-, queso bastante bueno, complementado con aceitunas y cebollas, y horrible vino argelino. Pero cumplia su finalidad. Las mujeres constituian un clasico y eficaz complemento de la dieta: si se pensaba en mujeres no se pensaba en comida. La politica era un complemento aburrido de la dieta, pero ayudaba. Era mas facil, mucho mas facil, sufrir en compania, y la compania a veces incluia una cena, y mujeres. Luego, despues de siete meses de leer periodicos en cafes y buscar trabajo, Dios le envio a Delahanty. El Gran Autodidacta, Delahanty. El mismo que habia aprendido solo a leer frances, a leer espanol, a leer -?Dios mio!- griego y a leer, afortunadamente, italiano. Delahanty, el jefe de la agencia de noticias Reuters en Paris: ?Ecco, un empleo!

Delahanty, de cabello blanco y ojos azules, habia abandonado los estudios hada muchos anos en Liverpool y, segun sus palabras, «habia trabajado para periodicos». Al principio vendiendolos, despues pasando de chico de los recados a periodista novato. Sus progresos impulsados por la firmeza, la insolencia y un oportunismo refinado. Hasta que llego a la cima: jefe de la oficina de Paris. En calidad de tal, y como probado especialista que era, recibia copia de los despachos procedentes de las oficinas importantes, como Berlin o Roma, lo cual lo convertia practicamente en la arana en el centro de la tela. Y alli, en el barrio de las agencias cerca de la plaza de la opera, un glacial dia de primavera se presento Carlo Weisz.

– Senor Weisz, se pronuncia Weiss, no Veisch, ?correcto? Asi que escribia para el Corriere. No queda gran cosa de el. Triste suerte para un periodico de calidad como ese. Y digame, ?no tendra por casualidad los recortes de lo que escribia? -Los articulos recortados, que Weisz llevaba de un lado a otro en una cartera barata, no estaban en muy buen estado, pero se podian leer, y Delahanty los leyo-. No, senor -aclaro-, no es preciso que traduzca, me defiendo con el italiano.

Delahanty se puso las gafas y leyo con el indice.

– Mmm -dijo-. Mmm. No esta mal. He visto cosas peores. ?A que se refiere con esto, esto de aqui? Ah, tiene sentido. Creo que puede hacer esta clase de trabajo, senor Weisz. ?Le gusta hacerlo? ?No le importa lo que va a tener que hacer, senor Weisz? ?Las nuevas alcantarillas de Amberes? ?El concurso de belleza de Dusseldorf? ?No le importa hacer esta clase de cosas? ?Como anda de aleman? ?Lo hablaba en casa? ?Algo de serbocroata? Nunca viene mal. Ah, entiendo, Trieste, ya, alli se habla de todo, ?no? ?Como anda de frances? Si, igual que yo, me defiendo, y te miran con esa cara rara, pero te las apanas. ?Espanol? No, no se preocupe, ya lo ira cogiendo. Ahora sere franco: aqui hacemos las cosas a la manera de Reuters. Aprendera las reglas, lo unico que tiene que hacer es cumplirlas. Y permitame que le diga que no sera el hombre de Reuters en Paris, pero si sera un hombre de Reuters, y eso no esta mal. Es lo que yo era, y escribia acerca de todo. Asi que digame, ?que le parece? ?Podra hacerlo? ?Montar en trenes y carros de mulas y que se yo que mas y hacerse con la noticia? ?Con sentimiento? ?Captando el lado humano, el del primer ministro en su grandioso escritorio y el del campesino en su huerto? ?Cree que si? ?Se que si! Y lo hara estupendamente. Asi que ?por que no se pone a ello ya mismo? Digamos ?manana? Su predecesor, bueno, hace una semana se fue a Holanda, se emborracho y se desmayo en el regazo de la reina. Es la maldicion de esta profesion, senor Weisz, estoy seguro de que lo sabe. Bien, ?alguna pregunta? ?No? De acuerdo, entonces pasaremos a la triste cuestion crematistica.

Weisz se quedo dormido y desperto cuando el tren entraba en Portbou. La familia espanola clavo la vista en el anden del otro lado de las vias, en un punado de guardias civiles que estaban apoyados distraidamente en la pared de la taquilla, y en un pequeno grupo de refugiados que permanecia en pie entre arcones, fardos y maletas atadas con cuerdas, a la espera del tren que les devolveria a Espana. Al parecer no todo el mundo podia cruzar la frontera. Al cabo de unos minutos unos agentes de policia espanoles comenzaron a recorrer el vagon para pedir los papeles. Cuando llegaron al compartimento contiguo, la hija mayor, que iba sentada junto a Weisz, cerro los ojos y junto las manos. Weisz vio que rezaba en silencio. Pero los policias se comportaron con correccion -al fin y al cabo aquello era primera clase-, se limitaron a echar un vistazo a la documentacion y pasaron al siguiente compartimento. Luego el tren silbo y avanzo unos metros, hasta donde aguardaba la policia francesa.

Informe del agente 207, entregado en mano el 5 de diciembre en un puesto clandestino de la OVRA en el decimo distrito.

El grupo Liberazione se reunio la manana del 4 de diciembre en el Cafe Europa; asistieron los mismos sujetos de los anteriores informes, permaneciendo ausentes el ingeniero amato y el periodista Weisz. Se decidio publicar una «necrologica politica» del abogado Bottini y declarar que la muerte de este no habia sido un suicidio. Tambien se decidio que el periodista Weisz asumira la direccion del periodico Liberazione.

28 de diciembre. Gracias a la prosperidad, o al menos a su prima lejana, Weisz habia encontrado un nuevo lugar donde vivir, el Hotel Dauphine, en la rue Dauphine, en el sexto distrito. La duena, madame Rigaud, era una viuda de la guerra de 1914 y, al igual que otras mujeres de toda Francia, despues de veinte anos seguia guardando luto. Weisz le cayo bien y apenas le cobro de mas por las dos habitaciones, unidas por una puerta, en la ultima planta, a la que se llegaba tras salvar cuatro interminables tramos de escalera. De vez en cuando le daba de comer, pobre muchacho, en la cocina del hotel, un agradable cambio respecto a las tabernuchas que frecuentaba, Mere no se que y Chez no se cuantos, que salpicaban las angostas calles del sexto distrito.

Exhausto, durmio hasta tarde la manana del 28. Cuando el sol entraba por las tablillas de los postigos se obligo a despertar y se dio cuenta, al ponerse en pie, de que le dolia casi todo. Incluso una visita a la guerra de pocas semanas pasaba factura. De modo que se comeria los tres platos del menu, se dejaria caer un momento por la oficina, miraria a ver si encontraba a alguno de los del cafe y tal vez llamara a Veronique, cuando esta volviera a casa de la galeria. Un dia agradable, al menos eso esperaba. Pero los polvorientos rayos del sol revelaron un papel que le habian deslizado por debajo de la puerta cuando el estaba fuera. Un mensaje, del

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