recepcionista. ?Que podia ser? ?Veronique? «Carino, ven a verme, te echo tanto de menos.» Fantasia pura y dura, y el lo sabia. A Veronique nunca le daria por hacer semejante cosa, la suya era una aventura muy desvaida, intermitente, esporadica. Con todo, nunca se sabia, cualquier cosa era posible. Por si acaso, leyo la nota. «Telefonea en cuanto vuelvas. Arturo.»
Se reunio con Salamone en un bar desierto cercano a la compania de seguros donde trabajaba. Se sentaron al fondo y pidieron cafe.
– Y ?como va la cosa en Espana? -quiso saber Salamone.
– Mal. Casi ha terminado. Lo que queda es la nobleza de una causa perdida, pero eso es algo endeble en una guerra. Estamos acabados, Arturo, y se lo debemos a los franceses y a los britanicos y al Pacto de No Intervencion. Hemos perdido pero no estamos derrotados, fin de la historia. Asi que ahora lo que venga despues dependera de Hitler.
– Bueno, mis noticias no son mejores. He de decirte que Enrico Bottini ha muerto.
Weisz alzo la vista bruscamente, y Salamone le entrego una hoja recortada de un periodico. Weisz se estremecio al ver la fotografia, leyo de cabo a rabo a toda prisa el texto, meneo la cabeza y se lo devolvio.
– Algo paso, pobre Bottini, pero no fue esto.
– No, creemos que lo hizo la OVRA. Lo arreglo para que pareciese un asesinato y un suicidio.
Weisz sintio que una aguda mordedura le envenenaba el corazon. No era como recibir un disparo, era como una serpiente.
– ?Estas seguro?
– Si.
Weisz respiro hondo y solto el aire.
– Ojala ardan en el infierno por esto -espeto.
La ira era lo unico capaz de aplacar el miedo que se habia apoderado de el.
Salamone asintio.
– Asi sera, con el tiempo. -Se detuvo un instante y anadio-: Pero por ahora, Carlo, el comite quiere que lo sustituyas.
Weisz hizo un despreocupado gesto de aprobacion, como si le hubiesen preguntado la hora.
– Mmm -contesto. «Como no van a querer…»
Salamone rio, un sordo rumor en el interior de un oso.
– Sabiamos que estarias encantado.
– Pues claro, «encantado» es poco. Y estoy impaciente por contarselo a mi novia.
Salamone casi lo creyo.
– Escucha, no creo…
– Y la proxima vez que nos vayamos a la cama, que no se me olvide afeitarme. Para la foto.
Salamone inclino la cabeza, cerro los ojos. «Si, lo se, perdona.»
– Dejando todo eso aparte -dijo Weisz-, me pregunto como voy a hacer esto mientras ando correteando por Europa para Reuters.
– Lo que necesitamos es tu instinto, Carlo. Ideas, nuevos puntos de vista. Sabemos que tendremos que ocupar tu lugar en el dia a dia.
– Pero no cuando llegue el gran momento, Arturo. Ese sera todo mio.
– Ese sera todo tuyo -repitio Salamone-. Pero, bromas aparte, ?es un si?
Weisz sonrio.
– ?Crees que aqui tendran Strega?
– Vamos a preguntar -replico Salamone.
Tenian conac, y se conformaron con eso.
Weisz intento disfrutar de un dia agradable, para demostrarse que el cambio en su vida no le afectaba tanto. Se comio los tres platos del menu,
– ?Va todo bien? -se intereso la chica, mirandolo por el espejo.
– Ahora mismo si.
Ella respondio esbozando una calida sonrisa, afectuosa y tranquila: su alma de francesa exigia que el hallara consuelo al hacerle el amor.
Se marcho a medianoche, pero no fue directo a casa -un paseo de quince minutos-, sino que cogio un taxi junto a la parada del metro, se dirigio al apartamento de Salamone, en Montparnasse, y pidio al taxista que lo esperara. El traslado de la redaccion del
Hojeando unos numeros atrasados encontro el ultimo articulo que habia escrito, uno sobre Espana, para el primero de los dos ejemplares de noviembre. Estaba basado en un editorial que habia aparecido en uno de los periodicos de las Brigadas Internacionales,
Su articulo habia sido, esperaba, divertido, y eso era crucial. Pretendia dar un respiro a la sofocante vida cotidiana bajo el fascismo, un respiro que hacia mucha falta. Por ejemplo, el gobierno de Mussolini emitia un comunicado diario por radio, y todo el que lo escuchara tenia que ponerse en pie durante la transmision. Esa era la ley. Asi que si uno estaba en un cafe o trabajando, o incluso en su propia casa, se ponia firmes, ?y pobre del que no lo hiciera!
A ver, ?que tenia para enero? El abogado de Roma estaba redactando la necrologica de Bottini. La idea era: ?quien mataria a un hombre honrado? Weisz contaba con que Salamone efectuara una revision, y el haria otro tanto. Siempre habia un resumen de noticias internacionales, noticias que se ocultaban o se presentaban tendenciosamente en Italia, donde el periodismo habia sido definido, por ley, como un instrumento de apoyo a la politica nacional. El resumen, extraido de periodicos franceses y britanicos y, en particular, de la BBC, era responsabilidad de la quimica milanesa, y siempre objetivo y meticuloso. Tambien tenian, lo procuraban siempre, una caricatura, que por lo general dibujaba un emigrado que trabajaba para el parisino