algo, a punto de presentarle a la joven, el esta a punto de pensar: ?bien, por fin tocan a su fin todos estos anos de paternidad, por fin tiene otras manos en las que caer! A punto esta de sonreir a Pavel, y en su sonrisa hay alegria, pero tambien alivio. Ahora bien: ?quien puede ser la novia? ?Puede ser esa mujer tan alta (casi tan alta como el propio Pavel), la de los ojos azules y penetrantes?

Se desembaraza de la ensonacion. La siguiente frase que va a pronunciar ya aflora en lo que le parece un monotono zumbido.

– Tengo con el un deber que no puedo ni quiero rehuir -dice.

Eso es todo. Las palabras llegan a su fin, se secan. Se hace un silencio que se alarga y se alarga mas. Hace un esfuerzo por revivir la vision de Pavel con su novia, pero es nada menos que Ivanov quien acude a su mente, o al menos las manos de Ivanov, esas manos palidas, fofas, de dedos amorcillados, que emergen como lombrices de los mitones de lana verde. En cuanto a la cara, flota empanada por una neblina azufrada, sin llegar a estabilizarse lo suficiente para que su mirada se pose en ella. La impresion que tiene, no obstante, es de una sonrisa taimada e insistente, como si el hombre supiese algo perjudicial para el, como si sobre todo quisiera hacerle saber que lo sabe.

Menea la cabeza e intenta recuperar la compostura. Pero diriase que las palabras le rehuyen. Se encuentra de pie delante de la finesa, igual que un actor que ha olvidado su papel. El silencio pende con todo su peso sobre la habitacion. Es un peso o es una paz, piensa: que paz, desde luego, si todo quedase inmovil, si las aves del aire quedaran suspensas en su vuelo, si este gran planeta se suspendiera en un punto de su orbita. No le cabe duda: un nuevo acceso viene de camino; nada puede hacer para contenerlo. Saborea los ultimos instantes de esa calma. ?Que pena que la calma no pueda durar para siempre! Desde muy lejos le llega un chillido que debe de ser suyo: habra llanto y crujir de dientes, las palabras centellean delante de el, y despues es el fin.

Cuando vuelve en si es como si hubiese estado en un pais lejano, como si alla lejos hubiera envejecido y encanecido. Pero lo cierto es que se encuentra en la misma habitacion de antes, con una mano a medio levantar. Y las dos mujeres siguen estando con el, en las posturas que recuerda de antes, aunque la finesa tiene ahora un aire precavido.

– ?Puedo sentarme? – murmura como si la lengua no le cupiera en la boca.

La finesa le hace sitio y se sienta junto a ella en el sofa, mareado, con la cabeza gacha.

– ?Sucede algo? -pregunta la finesa.

El no contesta. ?Que quiere decir? ?Por que esta tan cansado en todo momento? Es como si una espesa bruma se le hubiera asentado en el cerebro. Si fuera un personaje de un libro, ?que diria en un momento como este, cuando esta claro que es el corazon el que habla, si es que la pagina no queda en blanco?

– No puedo decirle -habla con lentitud, que triste y que ajeno a todo me siento a su lado. El juego a que usted se dedica es un juego en el que yo no puedo participar. Lo que a usted la atrae, lo que tuvo que haber atraido tambien a Pavel, a mi no me atrae. Si he de ser sincero, me repugna.

Sin mediar palabra, la joven mas alta sale de la habitacion. El crujido de su vestido y el rastro de un olor a lavanda cuando pasa despiertan en el un inesperado vuelco del deseo. ?Deseo de que? ?De esa muchacha? Seguro que no. Al menos no solo de ella. Si acaso, de la juventud, de lo que ha perdido para siempre, de la libertad de las ropas sueltas, de los cuerpos desnudos. Aun asi, su propia reaccion le turba. ?Por que aqui, por que ahora? Sera algo debido en parte al agotamiento, pero quiza tambien debido a Pavel, debido a que se encuentra en el mundo de Pavel, en el entorno erotico de Pavel.

– Me han mostrado las listas de las personas senaladas para ser ejecutadas -dice.

La finesa lo observa con los ojos entornados.

– Esas listas estan en poder de la policia… Espero que se de cuenta. Se las llevaron del cuarto de Pavel. Lo que deseo preguntar es si cada uno de ustedes tiene simplemente un determinado numero de personas que asesinar, o si hay en esas listas personas en concreto que estan asignadas a cada uno de ustedes, solamente a cada uno. Y, de ser este el caso, quiero saber si se cuenta con que estudien a esas personas antes de proceder, y que se familiaricen con ellas, con su vida cotidiana. ?Las espian ustedes en sus casas?

La finesa intenta decir algo, pero el empieza a recobrar la vida, y su voz se alza sobre la de la joven.

– De ser asi, ?no se familiarizan forzosamente con su victima mas incluso de lo que seria deseable? ?No pasan a ser como alguien que ha sido llamado de la calle, un mendigo, por ejemplo, al que se le ofrecen cincuenta kopeks a cambio de que liquide a un pobre viejo y ciego, un mendigo que toma la soga y hace el nudo corredizo y acaricia al perro para que se calme, que murmura dos o tres palabras, y que al hacerlo nota como fluye una corriente de sentimientos, de modo que desde ese instante y en lo sucesivo el perro y el ya no son desconocidos, y lo que tendria que haber sido un simple trabajo rapido se ha vuelto la mas negra de las traiciones, una traicion tal, de hecho, que el ruido que hace el perro cuando es ahorcado, cuando el lo ahorca, lo obsesiona despues durante dias enteros, sin que pueda olvidar ese ganido de sorpresa, que se traduce por un ?Por que tu? ?No les disuadiria semejante idea?

Mientras ha estado hablando, la mujer alta ha regresado. Se ha arrodillado en la esquina mas alejada de la habitacion, doblando sabanas, enrollando un colchon. La finesa, por otra parte, ha recobrado plenamente la vida. Sus ojos despiden chispas, se muere de ganas de hablar. Pero el prosigue.

– Y si un simple perro es capaz de eso, ?que poder de obsesionarles no tendran los hombres y las mujeres que ustedes se propongan liquidar? Me da la impresion de que por muy cientificamente que se seleccionen esos enemigos del pueblo, carecen ustedes de un medio de matarlos que sea realmente eficaz, un medio que no ponga en peligro sus propias almas. Por ejemplo: ?quien era el propuesto para ser la primera victima de Pavel? ?A quien tenia el deber de matar?

– ?Por que lo pregunta? ?Por que lo quiere saber?

– Porque me propongo ir a casa de esa persona y arrodillarme ante la puerta, para dar gracias de que Pavel nunca llegara hasta alli.

– Entonces, ?se alegra de que Pavel fuera asesinado?

– Pavel no esta muerto. Habria muerto, pero gracias a una inmensa fortuna huyo con vida.

Por vez primera habla la otra mujer.

– ?No quiere venir a sentarse aqui, Fiodor Mijailovich? -le dice a la vez que senala la mesa situada junto a la ventana, en la cual hay dos sillas.

– Es mi hermana -explica la finesa.

– Hermanas, si, pero no de los mismos padres- dice la otra. Sus risas son comodas, naturales.

Tiene acento de Petersburgo, tiene la voz grave. Una voz adiestrada. Le invade la sensacion de que la ha conocido antes. ?Sera una cantante? ?No la conoceria entonces de los tiempos en que iba a la Opera? No, no cabe duda de que es demasiado joven para eso.

Ocupa una de las sillas; ella se sienta frente a el. La mesa es estrecha; sus pies se tocan un instante, y el cambia de postura.

Aunque ella esta de espaldas a la ventana, ahora comprende por que lleva tantisimo maquillaje. Tiene la piel totalmente picada de viruela. Que pena, se dice, no es una belleza, pero pese a todo sigue siendo bien parecida.

El pie de ella de nuevo toca el suyo y descansa en el suelo rozandole el interior del suyo.

Una turbadora excitacion le recorre el cuerpo. Igual que el ajedrez, piensa: dos jugadores frente a frente, en una pequena mesa, ejecutan sus movimientos con toda deliberacion. ?Es esa intencionalidad lo que le excita, el pie contrario levantado como si fuera un peon y colocado frente al suyo? Y la tercera persona, el vigilante que no ve, la inocente que mira a donde no debe: ?tambien desempena su papel? Intencionalidad y relumbron, un relumbron que tiene visos de resultar a su manera apasionante. ?Donde habran aprendido tanto de el, de sus deseos?

Una cantante, una contralto: una reina contralto.

– Usted conocia a mi hijo -dice.

– Era un mero seguidor, una mascota.

Esta familiarizado con este termino y le duele. Una mascota: un advenedizo en los circulos estudiantiles, util para hacer los recados y poco mas.

– Pero ?era amigo suyo?

Ella se encoge de hombros.

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