En silencio, se pone en pie y se tambalea camino de la puerta. Encuentra la escalera y desciende, pero se pierde al llegar al callejon. Llama al azar a la primera puerta que ve. No hay respuesta. Llama a otra puerta. Le abre una mujer de aspecto cansino, en zapatillas, y se hace a un lado para dejarlo entrar.

– No -dice-. Solo quiero saber por donde se sale.

Sin anadir palabra, ella cierra la puerta.

Desde el final del corredor llega el zumbido de las voces. Hay una puerta abierta; entra en una estancia de techos tan bajos que parece una jaula. Se encuentra a tres jovenes sentados en sendos sillones; uno de ellos lee en voz alta un periodico. Se hace el silencio.

– Estoy buscando la salida -dice.

– Tout droit -contesta el que esta leyendo, con un gesto para que desaparezca, antes de volver a su periodico. Lee la relacion de una escaramuza entre estudiantes y gendarmes delante de la Facultad de Filosofia. Levanta la mirada y comprueba que el intruso no se ha movido-. ?Tout droit, tout droit! -le ordena. Sus companeros se rien.

Entonces aparece a su lado la finesa.

– Cielos, mete usted las narices en los sitios mas raros -le comenta al parecer de muy buen humor. Lo toma del brazo y lo guia como si el fuese ciego, primero bajando otras escaleras, luego por un corredor sin iluminar, atestado de cajas de todos los tamanos, hasta llegar a un porton de barras que abre con facilidad. Estan en la calle. Ella le tiende la mano-. Asi pues, tenemos una cita -le dice.

– No. ?Que cita tenemos?

– Espere en la esquina de Gorojovaya con la Fontanka esta noche a las diez en punto.

– No pienso estar alli, se lo aseguro.

– Muy bien, pues no vaya. Quien sabe, a lo mejor si que va. ?No tiene usted sentimientos de familia? No pensara traicionarnos, ?verdad que no?

Ella le ha hecho la pregunta en broma, como si el no tuviese realmente el poder de perjudicarles en modo alguno.

– Se lo digo, ya sabe usted, porque hay quien dice que usted nos traicionara pase lo que pase -prosigue-. Hay quien dice que usted es traicionero por naturaleza. ?Que piensa al respecto?

Si tuviese un baston, la golpearia. Pero solo con las manos, piensa, ?en que parte se golpea un cuerpo tan redondo, tan obtuso?

– De nada sirve tener conciencia de la propia naturaleza, ?no? -sigue ella en tono de reflexion-. Quiero decir que la naturaleza siempre nos lleva adelante, sin que importe gran cosa que nosotros lo sepamos o que lo desconozcamos. ?De que sirve colgar a una persona si su delito esta en su naturaleza? Seria como colgar al lobo por haber devorado al cordero. Eso no cambiara la naturaleza de los lobos, ?verdad que no? Y colgar al hombre que traiciono a Jesus tampoco sirvio de nada, ?a que no?

– A ese no le colgo nadie -replica el con irritacion-. Se ahorco el solo.

– Lo mismo da. No sirve de nada, ?se da cuenta? Quiero decir que es igual que lo cuelguen o que se ahorque el solo.

Algo terrible empieza a asomar al fondo de esta chachara.

– ?Quien es Jesus? -pregunta con dulzura.

– ?Jesus? Cae la noche; son las dos unicas personas que hay en esa bocacalle fria y desangelada. Ella lo mira con incredulidad-. ?No sabe usted quien es Jesus?

– Cuando dice que yo soy Judas, ?quien es Jesus?

Ella sonrie.

– No es mas que una manera de hablar -dice. Y luego, como si hablase para sus adentros, anade-: No entienden nada. -Vuelve a tenderle la mano-. A las diez en punto en la Fontanka. Si no va nadie a reunirse con usted, es que algo ha ocurrido.

El rechaza la mano que ella le tiende y echa a andar. A sus espaldas, oye una palabra medio susurrada ?Que palabra es? ?Judio? ?Judas? Sospecha que es Judio. Extraordinario: ?piensan entonces que esa palabra viene de ahi? ?Y por que ese fastidioso prurito que le conmina a no tocarla? ?Sera porque ella puede haber conocido a Pavel, porque de hecho lo ha conocido muy bien, carnalmente incluso? ?Son las mujeres compartidas en comun por Nechaev y los demas? Le cuesta trabajo imaginar a esa mujer como propiedad del comun. Es mas probable que sea ella la que tiene a los hombres en comun. Incluso a Pavel. Se resiste a esa idea, pero luego cede. Ve a la finesa desnuda, entronizada en un lecho de cojines color escarlata, sus gruesas piernas separadas, sus brazos abiertos para que se vean bien los pechos y un vientre rotundo, sin vello, a duras penas maduro. Y ve a Pavel de rodillas, listo para ser cubierto y consumido.

Se sacude para librarse de la idea. ?Envidiosas imaginaciones! Un padre igual que una vieja rata gris se arrastra en pos de la escena amorosa, solo por ver que queda para el. Sentado sobre el cadaver, a oscuras, aguza el oido, royendo, atento, royendo. ?Sera esa la razon de que las escuadrillas de la policia persigan tan vengativamente a la juventud libre de Petersburgo, con Maximov, el buen padre, la gran rata, al frente de todas ellas?

Recuerda el comportamiento de Pavel despues de su matrimonio con Anya. Pavel tenia diecinueve anos y se obstino sin embargo en no aceptar que ella, Anna Grigoryevna, se acostara en lo sucesivo en el lecho de su padre. Durante el ano en que vivieron todos juntos, Pavel sostuvo la ficcion de que Anya no era mas que la companera de su padre, tal como una mujer ya vieja puede tener a una companera, una persona que se ocupa de la casa, hace la compra, se encarga de la colada. Cuando el anunciaba, quiza despues de una partida de cartas, que se iba a dormir, Pavel no permitia que Anya lo siguiera de inmediato, la retaba a otras ondas («?Solo los dos!») e incluso se negaba a entender cuando ella, sonrojada intentaba retirarse («?Esto no es el campo, no tienes que madrugar para ordenar a las vacas!»)

?Son siempre iguales entre padres e hijos esas bromas que enmascaran la rivalidad mas intensa que se pueda imaginar? ?Y es esa la verdadera causa de su desolacion a saber, que como han desaparecido los cimientos sobre los que estaba edificada su vida, la competicion continua con su hijo, y sus dias han quedado vacios de toda emocion? No, no es la Venganza del Pueblo Sino la Venganza de los Hijos, he ahi lo que de veras subyace a revolucion, los padres que envidian a sus hijos y a sus mujeres, los hijos que urden la trama para robar los ahorros de sus padres. ?Es eso? Menea la cabeza con fatiga.

10 La chimenea de la fundicion

Al llegar a casa, le sale al paso Matryona, presa de una gran agitacion.

– ?Ha venido aqui la policia, Fiodor Mijailovich! ?Estan buscando a un asesino!

Se detiene el tiempo: el se queda helado.

– ?Por que iban a venir aqui?

Las palabras han brotado de su boca, pero el las oye como si vinieran de lejos, como si fueran las palabras de otro.

– ?Estan buscando por todas partes, por todo el edificio!

De Anna Sergeyevna consigue una version mas ajustada de los hechos.

– Estan interrogando a todos acerca de un mendigo que rondaba por la vecindad. Yo supongo que lo habre visto, pero la verdad es que no me acuerdo. Dicen que se cobijaba en este edificio.

En ese preciso instante podria revelar que Ivanov ha pasado la noche en su vivienda, pero calla.

– ?De que se le acusa? -prefiere preguntar.

– La policia no suelta prenda. Matryona dice que mato a alguien, pero eso es puro rumor.

– No es posible. Yo conozco a ese hombre, he hablado con el largo y tendido, y no es un asesino.

Pero luego resulta que no es un rumor. Es cierto que se ha producido un crimen: el cuerpo de la victima, que no es otra que el mendigo, ha sido encontrado en un callejon que da a la calle. Eso lo sabe gracias al portero, y se conmueve.

Ivanov: uno de esos individuos que son como la falsa moneda, de los que se encuentran hasta en la sopa, en el lecho de muerte, en la tumba, pero no de los que suelen morir primero.

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