azulada, procurando que aquellas palabras en frances dijeran algo distinto de lo que decian. Muerto, ido para siempre de un mundo de luz a la carcel del pasado, sin posibilidad de regreso. Y el funeral ya se habia llevado a cabo. Las cuentas estaban zanjadas, ajustadas las cuentas con la vida, cerrado el libro. La version definitiva, como suelen decir los impresores.

Mesaventure: la palabra cifrada de Maykov. Suicidio. ?Y ahora Nechaev pretende decirle lo contrario! Se siente inclinado de todo corazon a no creer en Nechaev, a dejar que la version oficial siga en pie. ?Y por que? ?Porque detesta a Nechaev, tanto su persona como su doctrina? ?Porque quiere guardar a Pavel, siquiera sea retrospectivamente, lejos de sus garras? ?O tiene acaso un motivo mas mezquino, como el de esquivar mientras sea posible el imperativo de que haga justicia a su hijo?

No en vano reconoce en si una inercia de la cual la muerte de Pavel no es mas que la causa inmediata. Esta haciendose viejo; cada dia que pasa se va convirtiendo en lo que sin duda sera definitivamente: un anciano en un rincon, sin otra cosa que hacer aparte de repasar las paginas en que esten anotadas sus perdidas.

Soy yo quien ha muerto y quien fue enterrado, piensa. Es Pavel el que vive y el que siempre ha de vivir. Lo que ahora me esfuerzo por hacer es solo comprender que forma es esta en la que he regresado de la tumba.

Recuerda a un convicto al que conocio en Siberia, un hombre alto, encorvado y gris, que habia violado y estrangulado a su hija, una nina de doce anos. Lo habian encontrado despues de cometer el crimen, sentado a la orilla del estanque de los patos, con el cuerpo inerte en sus brazos. Se habia entregado sin resistencia, insistiendo unicamente en llevarse a la nina muerta en brazos, para dejarla tendida sobre una mesa, en su casa; todo esto lo hizo, segun se contaba, con infinita ternura. Despreciado por los demas prisioneros, no hablaba con nadie. Por las noches se sentaba en su litera con una apacible sonrisa en sus labios, que movia a la vez que leia los Evangelios. Con el tiempo, cualquiera hubiese supuesto que el ostracismo remitiria, que su contricion seria aceptada. Pero siguio siendo despreciado y rechazado, no tanto por un crimen cometido veinte anos antes, cuanto por aquella sonrisa, en la que habia algo tan taimado y tan demente que helaba la sangre del que la veia. Esa misma sonrisa, se decian unos a otros, de cuando hizo lo que hizo: en su corazon no ha cambiado nada.

?Por que se le presenta ahora esa imagen de un hombre a la orilla del agua, con la nina muerta en brazos, una nina amada hasta el exceso, una nina que fue objeto de tal intimidad que ya no le estuvo permitido vivir? Una ternura homicida, un tierno instinto homicida. El amor es vuelto del reves como un guante, y quedan a la vista las feas costuras de su interior. ?De que estan hechas las costuras del amor? Invoca una vez mas la imagen del hombre, lo mira con atencion a la cara concentrandose no en los ojos, que tiene cerrados como si estuviera en trance, sino en la boca, que se mueve de modo inapreciable. No es una violacion, es rapina. ?Es eso? Los padres que devoran a sus hijos, que los crian bien para comerselos despues y saborearlos cuando esten en sazon. Delicias.

?Explica eso el animo vengativo de Nechaev, el que sus ojos se hayan abierto y hayan visto a los padres sin tapujos, a la bandada de padres cuyo apetito ya no disimulan? ?Que clase de hombre sera el viejo Nechaev, el padre Gennady? Cuando un dia reciba la noticia, y sin duda asi ha de ser, de que su hijo ya no existe, ?se sentara en un rincon a llorar, o sonreira en secreto?

Menea la cabeza como si quisiera desembarazarse de una plaga de demonios. ?Que esta corrompiendo la integridad de su pena, lo que insiste en que solo es un lugubre disfraz? En algun sitio, en su interior, la verdad se ha extraviado. Es como si en el laberinto de su cerebro, pero tambien en el laberinto del cuerpo -venas, huesos, intestinos, visceras-, un nino muy pequeno errase sin rumbo, buscando la luz, buscando la salida. ?Como podra encontrar al nino que se ha perdido dentro de el, como va a darle una voz para que entone su triste cancion?

El silbido en un hueso. Le viene a la mente un viejo cuento, el de un joven que fue asesinado, mutilado y despues esparcidos sus miembros: su femur, cuando sopla el viento, silba un lamento y nombra a sus asesinos. Uno por uno, es cierto, van viniendo todos los viejos cuentos, los cuentos que oia contar a su abuela, los cuentos cuyo significado desconocia, los cuentos que se han amontonado con insensatez, como los huesos, cara al futuro. Un gran osario de cuentos que datan de antes de que empezara la historia, cuentos ideados y mimados por el pueblo. ?Que Pavel encuentre el camino que le lleve a mi femur, que me silbe desde alli! Padre, ?por que me has dejado en el bosque tenebroso? Padre, ?cuando vendras a rescatarme?

La vela que arde ante el icono no es mas que un charco de cera; el ramillete de flores languidece. Despues de colocar la hornacina, la nina la ha olvidado quiza adrede. ?Adivina acaso que Pavel ha dejado de hablarle a su padre, que tambien se ha perdido, que las unicas voces que ahora escucha son voces demoniacas?

Endereza el pabilo, lo enciende, se arrodilla. Los ojos de la Virgen estan fijos en su bebe, el cual lo mira desde la estampa a la vez que eleva un minusculo dedo admonitorio.

11 El Paseo

Durante la semana transcurrida desde la ultima vez que tuvieron relaciones intimas, se ha levantado entre Anna Sergeyevna y el una barrera de incomoda formalidad. Los modales con que ella le trata han terminado por ser tan constrenidos que el esta seguro de que la nina, que observa y escucha a todas horas, habra llegado a la conclusion de que ella desea que se marche cuanto antes de la casa.

?En beneficio de quien mantienen los dos esa apariencia de distanciamiento? No por ellos, eso esta bien claro. Solamente la mantienen a ojos de los ninos, los dos: la presente y el ausente.

Sin embargo, el anhela tenerla en sus brazos otra vez. Tampoco cree que ella sea del todo indiferente. A solas, se siente como un perro que da vueltas persiguiendose el rabo, en circulos mas cerrados cada vez. Con ella, a salvo en la oscuridad, tiene el palpito de que sus extremidades se distenderan y su espiritu quedara liberado, el espiritu que en estos momentos parece anudado a su cuerpo por los hombros, las caderas y las rodillas.

En la medula de su anhelo radica un deseo que en la primera noche aun no habia reconocido plenamente, pero que ahora parece haberse centrado en el olor de ella. Como si los dos fuesen animales, a el le atrae algo que husmea en el aire alrededor de ella, el olor del otono, el olor de las avellanas en particular. Ha comenzado a comprender como viven los animales y tambien los ninos pequenos, atraidos o repelidos por las neblinas, las auras, los ambientes. Se ve a si mismo encima de ella como un leon, acariciandole con el hocico el cabello del cuello, enterrando el morro en su axila, frotandose la cara contra su entrepierna.

La puerta no tiene cerrojo. No es concebible que la nina se adentre en el cuarto a una hora como esta, y que llegue a verlo en ese estado de… Se aproxima a la palabra con disgusto, pero es la unica palabra acertada: ese estado de lujuria. Y son muchos los ninos que padecen sonambulismo: tambien podria ella levantarse en mitad de la noche y entrar en su cuarto sin haberse despertado siquiera. ?Se transmiten de madres a hijas estos olores tan intimos? ?Pensamientos descarriados, deseos escarriados! Todos tendran que ser enterrados en su interior, escondidos para siempre, de todos, salvo de uno. Y es que Pavel ahora esta en su interior, y Pavel nunca duerme. A lo sumo puede rezar para que una debilidad que en tiempos habria repugnado al muchacho ahora le lleve una sonrisa a los labios, una sonrisa divertida y tolerante.

Tal vez tambien Nechaev, cuando haya cruzado el rio oscuro camino de la muerte, cese de ser un lobo y aprenda a sonreir de nuevo.

Y asi aguarda frente a la tienda de Yakovlev a la noche siguiente, cuando por fin sale Anna Sergeyevna. Cruza la calle y saborea la sorpresa que le produce verlo.

– ?Damos un paseo? -le propone.

Ella se abriga, cinendose el chal sobre los hombros.

– No se. Matryosha estara esperandome.

No obstante, dan un paseo. El viento ha dejado de soplar, el aire es frio y tonificante. Por las calles, a su alrededor, se nota un placentero bullicio. Ninguno de los dos presta atencion a lo que sucede. Podrian ser cualquier pareja casada.

Ella lleva una cesta que el le quita de las manos. Le gusta como camina ella, con largas zancadas, los brazos cruzados bajo los pechos.

– Tendre que marcharme muy pronto -le dice.

Ella no contesta.

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