recreacion. Esos libros son solo unos pocos de los muchos que tenia. Cuando vivia, la casa estaba repleta de libros, ya no cabian mas -titubea unos momentos-. Tenemos un libro suyo, Pobres gentes. Era uno de sus preferidos.

Se hace el silencio. La lampara empieza a titilar. Ella baja la llama y deja en la mesa su labor. Las esquinas de la estancia se inundan de sombras.

– Tuve que pedirle a Pavel Alexandrovich que no invitase a sus amigos a su cuarto por las noches -dice ella-. Ahora lo lamento. Fue por una vez que no nos dejaron dormir; estuvieron charlando y bebiendo hasta muy altas horas de la noche. Tenian algunos amigos bastante rudos.

– Si, era democrata en sus amistades. Sabia como hablar con la gente llana de las cosas que mas les importaban. La gente llana tiene hambre de ideas. El nunca les hablo con desprecio.

– Tampoco le hablo a Matryosha con desprecio.

La luz es cada vez mas escasa; el pabilo empieza a humear. Una salva de palabras, piensa el, restregadas alli donde mas duele. Y yo ?quiero curarme de veras?

– Era una persona muy seria a pesar de su juventud -insiste el-. Pensaba mucho en Rusia, en las condiciones en que aqui se vive. Le importaban las cosas que les importan a las gentes de a pie.

Hay una larga pausa. Un homenaje, piensa: le estoy rindiendo homenaje, por vacilante que sea, por muy tarde que llegue, y tambien intento que ella le rinda su homenaje. ?Por que no?

– Llevo algun tiempo preguntandome por lo que dijo el otro dia -dice ella con aire pensativo-. ?Por que conto aquello de que Pavel no se despertaba a tiempo de ir a la escuela?

– ?Por que? Pues porque aunque no parezca ahora importante, desbarato en buena parte su vida. Debido a su incapacidad de madrugar tuve que llevarlo de escuela en escuela. Por eso no se matriculo en la universidad. Al final, se encontro aqui en Petersburgo, en los margenes mas alejados de la vida estudiantil, en donde realmente no se le habia perdido nada, ya que no pertenecia por derecho propio a ese medio social. Y no era por simple pereza, no. Lo que pasaba es que era imposible que se levantara: ni a gritos, ni a sacudidas, ni con amenazas, ni con suplicas. ?Era como proponerse despertar a un oso en plena hibernacion!

– Lo entiendo. Hay ninos que nunca se acostumbran a la escuela, pero no es eso. Me referia a otra cosa. Perdoneme que se lo diga, pero lo que me trastorno cuando le oi contarlo fue lo enojado que parecia estar usted con el todavia hoy.

– ?Pues claro que estaba enojado! Su madre murio, debe de recordarlo, cuando tenia quince anos. No fue facil ocuparme yo solo de su educacion. Tenia mejores cosas que hacer, antes de ponerme a convencer a un muchacho de esa edad para que se levantara a tiempo, y menos aun tratarlo con mano izquierda. Si Pavel hubiese concluido sus estudios, como todo hijo de vecino, nada de esto habria ocurrido.

– ?De esto?

El hace un gesto impaciente con un brazo, como si borrase de un plumazo la vivienda, la ciudad de Petersburgo, incluso la gran boveda de la noche que se yergue sobre ellos dos.

Ella lo mira con calma y con teson; es bajo esa mirada cuando el empieza a entender con todas sus consecuencias lo que ha dicho. Se aduena de el un temblor que empieza por la mano derecha. Se levanta y comienza a caminar por la habitacion, con las manos cruzadas a la espalda. Algo viene de camino, algo cuyo nombre mismo procura rehuir. Intenta decir algo, pero le sale una voz estrangulada. Me estoy conduciendo como un personaje de libro, piensa. Pero ni siquiera le sirve de ayuda burlarse de si mismo. Le tiemblan los hombros. Sin hacer ruido, comienza a llorar.

En un libro, la mujer reaccionaria ante su pena con una oleada de compasion. Esta mujer no actua asi. Se sienta ante la mesa, bajo la luz titilante, con la mirada huidiza y la labor en el regazo. Es tarde, no hay nadie que los vea, la nina esta durmiendo.

?Maldito sea el corazon!, se dice el. ?Malditas emociones! ?La piedra angular no es el corazon, ni como se siente el corazon, sino la muerte y como se siente el muchacho muerto!

En este momento accede a la mas clara de las visiones, una vision en la que Pavel le sonrie, o se sonrie de su mal humor, de sus lagrimas y su histrionismo, y tambien de lo que se oculta bajo su histrionismo. No es una sonrisa despectiva, sino una sonrisa de amistad y de perdon. El lo sabe, piensa: ?lo sabe y no le importa! Le atraviesa una oleada de gratitud, de alborozo y de amor. ?Ahora es seguro que tendre un ataque! Tambien lo piensa, pero es a el a quien no le importa. Renuncia a contener las lagrimas; a tientas vuelve junto a la mesa, esconde la cabeza entre los brazos y suelta un alarido de pesar tras otro.

Nadie le acaricia el cabello, nadie le murmura al oido una palabra de consuelo. Pero cuando al fin alza la cabeza, a la vez que con torpeza rebusca el panuelo en el bolsillo, es la nina, Matryona, la que se halla ante el y la que lo observa con atencion. Lleva un camison blanco; el pelo bien cepillado le cae sobre los hombros. No puede por menos que notar los pechos que despuntan tras la tela. El intenta sonreirle, pero la expresion de la cara con que ella lo mira no cambia lo mas minimo. Ella tambien lo sabe, piensa. Ella sabe que es falso y que es verdadero; si no, con esa mirada honda se propone averiguarlo.

Se recupera. Mientras derrama las ultimas lagrimas, su mirada se entrelaza con la de la nina. En ese instante pasa algo entre ellos dos, algo ante lo cual el se encoge como si le hubiera atravesado un hierro al rojo vivo. Luego, los brazos de su madre la envuelven, se oye una palabra en un suspiro, la nina se retira a la cama.

5 Maximov

– Buenos dias. He venido a reclamar -le sorprende la firmeza de su voz- las pertenencias de mi hijo. Mi hijo sufrio un accidente el mes pasado, y la policia se hizo cargo de algunos de sus objetos personales.

Desdobla el resguardo y lo posa sobre el mostrador. Segun Pavel perdiese la vida antes o despues de la medianoche, el impreso esta fechado el mismo dia o al dia siguiente de su muerte. Solo hace referencias a «cartas y otros papeles».

El sargento inspecciona el resguardo con recelo.

– 12 de octubre. Aun no ha pasado un mes. El caso aun no estara resuelto.

– ?Cuanto tardara en resolverse?

– Puede que dos meses, tal vez tres. Puede que sea un ano, quien sabe. Depende de las circunstancias.

– No hay circunstancias. No se trata de un crimen.

Sujetando el papel con el brazo extendido, el sargento sale de la oficina. Cuando regresa, se le nota una mayor hosquedad.

– ?Se llama usted, senor…?

– Isaev. Su padre.

– Si, senor Isaev. Si hace el favor de sentarse, lo atenderan enseguida.

Se le encoge el corazon. Simplemente esperaba que le entregaran las pertenencias de Pavel para salir de alli cuanto antes. Lo que menos le interesa, por ser un lujo que no puede permitirse, es que la policia le preste la mas minima atencion.

– Dispongo de poco tiempo para esperar -dice tajantemente.

– Si, senor. Estoy seguro de que el investigador lo recibira muy pronto. Sientese, pongase comodo.

Consulta su reloj, se sienta en el banco, mira a su alrededor con fingida impaciencia. Es temprano; no hay mas que otra persona en la antesala, un joven vestido con un sucio sobretodo de pintor de brocha gorda. Sentado con la espalda muy erguida, parece dormido. Tiene los ojos cerrados y la boca abierta; emite un ronquido apagado.

Isaev. En su interior aun no se ha asentado la confusion. ?No seria preferible desechar cuanto antes la historia de Isaev, antes de quedar atascado en ella? ?Como iba a explicarlo? «Sargento, se ha cometido un leve error. Las cosas no son del todo como parecen. En cierto modo, yo no soy Isaev. El Isaev cuyo nombre que razones de mi sola incumbencia he empleado hasta ahora, y son razones que no detallare aqui y ahora, si bien son razones perfectamente fundadas, lleva muerto algunos anos. No obstante, yo eduque a Pavel Isaev como si fuese mi propio hijo, y lo quiero como si fuera sangre de mi sangre y carne de mi carne. En ese sentido llevamos el mismo apellido, o al menos deberiamos llevarlo. Esos papeles que el ha dejado son para mi de un valor incalculable. Esa es la razon de que haya venido.» ?Y si reconociese esta realidad sin que nadie se lo

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