hubiera pedido? ?Y si nadie sospechara nada en ningun momento? ?Y si hubiesen estado a punto de devolverle los papeles, y al saberlo optasen por retenerlos? «Vaya, vaya. ?Que tenemos aqui? ?Es que hay gato encerrado?»

Mientras permanece sentado, sin decidirse entre confesar o seguir adelante con la impostura, al sacar el reloj y mirarlo con gesto de contrariedad, procurando pasar por un impaciente y atareado hombre de negocios incomodo en esa sala cerrada, en uno de cuyos rincones humea una estufa, tiene la premonicion de un sincope, y en ese mismo gesto reconoce que un sincope seria una artimana, la artimana mas infantil de todas para salir de una situacion comprometida, al tiempo que en algun rincon cae de golpe la sombra molesta de un recuerdo: no cabe duda, ha estado antes aqui, en esta misma antesala, o en una muy parecida, y tambien tuvo un episodio o un desmayo. Pero ?a que se debe que recuerde el episodio tan remotamente? ?Que tiene que ver ese recuerdo con el olor de la pintura fresca?

– ?Esto es demasiado!

Los ecos de su grito rebotan por la sala. El pintor que dormitaba se despierta sobresaltado; el sargento del mostrador alza la mirada sorprendido. El intenta disimular su propia confusion.

– Lo que quiero decir -dice bajando la voz- es que ya no puedo esperar mas, que tengo una cita a la que no puedo faltar, ya se lo he dicho.

Se ha puesto en pie y se ha abrochado el abrigo cuando el sargento lo llama a gritos.

– El consejero Maximov lo recibira ahora mismo, senor.

En el despacho al cual es conducido no hay ningun banco de respaldo alto. Al margen de un enorme sofa cuya tapiceria es de imitacion de piel, esta amueblado al estilo neutro de los edificios oficiales. El consejero Maximov, investigador judicial encargado del caso de Pavel, es un hombre calvo, con la planta rechoncha que tendria una campesina, y que no para de moverse hasta estar comodamente sentado, momento en el que abre ante el un abultado cartapacio y se pone a leer largo y tendido, murmurando algo para sus adentros, mientras sacude la cabeza de vez en cuando.

– Triste asunto… Triste asunto, ya lo creo…

Por fin levanta la mirada.

– Mis mas sinceras condolencias, senor Isaev.

?Isaev! ?Es hora de tornar una decision!

– Gracias. Vera, he venido a pedir que me sean devueltos los papeles de mi hijo. Me doy cuenta de que el caso no esta cerrado, pero no entiendo por que pueden tener interes para su investigacion unos papeles privados, ni tampoco veo que relevancia pueden tener para su… proceder.

– ?Si, si, desde luego que si! Como usted bien dice, son papeles privados. De todos modos, digame una cosa: cuando habla de papeles, ?a que se refiere exactamente? ?De que papeles se trata?

Los ojos del hombre despiden un brillo acuoso. Tiene blancas las pestanas, como las de un gato.

– ?Como quiere que lo sepa? Los papeles se los llevaron del cuarto de mi hijo, yo aun no los he visto. Seran cartas, papeles…

– Asi que usted no los ha visto, y sin embargo cree que no pueden ser de ningun interes para nosotros. Lo entiendo. Entiendo que un padre quiera creer que los papeles de su hijo son cuestion puramente personal, o al menos cuestion de familia. Si, le entiendo bien. No obstante, se esta llevando a cabo una investigacion… Puede que no pase de ser mera formalidad, pero es una formalidad cuyo cumplimiento la ley exige, y que no puede por tanto darse por concluida con un simple chasquido con los dedos, con un simple gesto, como si no hubiera pasado nada. Y los papeles son parte de la investigacion. Por lo tanto…

Une las yemas de los dedos de ambas manos, inclina la cabeza, parece sumirse en profundos pensamientos. Cuando de nuevo levanta la mirada ya no sonrie en cambio, ostenta una expresion de absoluta determinacion.

– Le creo -dice-, desde luego que le creo. Y tambien creo tener una solucion que satisfara a las dos partes. Como el caso no esta cerrado, sino que, a decir verdad, apenas acaba de abrirse, no puedo devolverle los papeles, pero si voy a permitirle que los vea. Estoy de acuerdo con usted: es injusto, es sumamente injusto arrebatarselos a la familia en un momento tan tragico como este, y mantenerlos por un tiempo fuera de su alcance.

Con un gesto subito, como el del jugador de cartas que liga una baza ganadora, extrae una sola hoja del cartapacio y la coloca delante de el.

Es una lista de nombres, nombres rusos, solo que escritos con caracteres latinos. Todos ellos empiezan por «A».

– Debe de haber un error. Esa no es la caligrafia de mi hijo.

– ?Que no es la caligrafia de su hijo? Hum…- Maximov retira la hoja y la examina-. En tal caso, ?tiene usted alguna idea de quien puede ser, senor Isaev?

– No reconozco esa caligrafia, pero puedo asegurarle que no es la de mi hijo.

Del final del cartapacio, Maximov selecciona otra pagina y la desliza sobre la mesa.

– ?Y esta otra?

Ni siquiera le hace falta leerla. ?Que estupido!, piensa. Le abruma cierto sonrojo, un leve mareo. Su voz, al hablar, diriase que llega desde muy lejos.

– Es una carta que yo le escribi. Yo no soy Isaev. Solamente utilice el nombre…

Maximov mueve una mano como si quisiera espantar una mosca, como si desechase sus palabras, como si exigiera silencio; sin embargo, el se sobrepone al mareo y concluye su declaracion.

– Utilice el nombre pensando en no complicar mas las cosas, nada mas que por eso. Pavel Alexandrovich. Isaev es mi hijastro, el unico hijo de mi difunta esposa. Pero para mi es como si fuera mi propio hijo. Aparte de a mi mismo no tiene a nadie en el mundo.

Maximov le quita la carta, que el sostenia con manos tremulas, y de nuevo la examina. Es la ultima carta que le escribio desde Dresde, una carta en la que reganaba a Pavel por gastar demasiado dinero. ?Que mortificacion, estar ahi sentado mientras la lee un perfecto desconocido! ?Que mortificacion, haberla escrito de su puno y letra! ?Como iba uno a saber, como iba el a saber que dia habria de ser el ultimo?

– «Tu padre que te quiere, Fiodor Mijailovich Dostoievski» -murmura el magistrado antes de mirarle a la cara-. Hablemos, pues, con claridad. Usted no es Isaev. Usted es Dostoievski.

– Si. Ha sido una treta, un error estupido, pero inofensivo, que ahora de veras lamento.

– Comprendo. No obstante, viene usted aqui y afirma ser… En fin, ?hay que utilizar esa fea expresion? Utilicemosla cautelosamente, por asi decir, al menos de momento, a falta de otra mejor. Afirma ser el padre del difunto Pavel Alexandrovich Isaev y solicita que le sean devueltas sus pertenencias, cuando lo cierto es que no es usted esa persona. Esto no tiene buena pinta, ?verdad que no?

– Ya le he dicho que fue un error que ahora lamento amargamente. Pero el difunto si es mi hijo, y yo soy su custodio legal.

– Hum. Veo aqui que tenia veintiun anos, veintidos casi, en el momento de su fallecimiento. Si hablamos con propiedad, el mandato judicial que le garantiza la custodia ya habia expirado. Un hombre de veintiun anos es su propio dueno y senor, ?no es asi? Legalmente, es una persona libre.

Es esta burla la que finalmente le aguijonea. Se pone en pie.

– No he venido aqui para hablar de mi hijo con desconocidos -dice, levantando el tono de voz-. Si insiste usted en retener sus papeles, digamelo directamente, que yo dare otros pasos encaminados a obtener su devolucion.

– ?Que si insisto en retener los papeles? ?Por supuesto que no! Mi querido senor, hagame el favor de sentarse. ?Por supuesto que no, que cosas tiene! Por el contrario, me gustaria muchisimo que examinase usted los papeles, tanto en su beneficio como en el nuestro. El consejo que pudiera usted darnos al respecto seria muy de agradecer, mucho. Para empezar, veamos esto. -Coloca ante el una docena de hojas escritas por las dos caras, la lista completa de nombres, cuya primera pagina ya habia visto, la correspondiente a los que empiezan por «A». No es la caligrafia de su hijo, ?verdad?

– No.

– Desde luego, eso lo sabemos. ?Tiene idea de quien puede ser la caligrafia?

– No la reconozco.

– Pertenece a una mujer joven que actualmente reside en el extranjero. Su nombre es lo de menos, aunque tengo la sensacion de que si se lo dijera se quedaria usted bastante sorprendido. Es amiga y colaboradora de un

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