– Cuentame -la anime-. Por que estas aqui y adonde crees que vas. Despues decidiremos como salir de esta sin buscarnos problemas innecesarios.

– ?Donde esta el barco?

– Lo he varado en una bahia que hay entre dos pequenas islas llamadas Suckarna.

– ?Como puede alguien llamar suspiro a una isla?

– Por aqui cerca hay un caladero que se llama Kopparandan. [6] Y el arrecife que hay al otro lado de Bogholmen se llama Fisen. [7] Las islas tienen nombres, como las personas. Y no siempre sabemos de donde vienen.

– ?Has escondido el barco?

– Si.

– Gracias.

– No se si es para darme las gracias. Pero si no me lo cuentas todo ahora mismo, echo mano del telefono y llamo a la guardia costera. No tardaran ni media hora en venir a buscarte.

– Si tocas el telefono, te corto la mano.

Contuve la respiracion, pero le dije enseguida lo que ya sospechaba.

– No creo que quieras tocar la espada despues de haberla tocado yo. Te asustan las bacterias ajenas. Te aterra pensar que tu cuerpo pueda verse invadido de enfermedades contagiosas.

– No se de que me hablas.

Supe enseguida que yo tenia razon. Un imperceptible estremecimiento atraveso todo su cuerpo. Se abrio una grieta en la dura superficie. Entonces contraataco. Agarro a mi viejo gato del pescuezo y lo arrojo contra el arcon para la lena que habia junto a los fogones. Despues empezo a gritarme. No comprendi una palabra de lo que decia, pues me hablaba en su lengua. La mire y pense que no era mi hija y, por tanto, tampoco era responsabilidad mia.

De repente, guardo silencio.

– ?No piensas coger la espada? ?No vas a tocar el puno? ?No quieres atravesarme con ella?

– ?Por que eres tan malvado?

– A mi gato no lo trata nadie como lo has tratado tu.

– No soporto el pelo de gato. Soy alergica.

– Eso no significa que tengas derecho a matarlo a golpes.

Me levante y deje salir al gato que, sentado junto a la puerta, me observaba con suspicacia. Sali con el de la cocina, pues pense que Sima tal vez necesitase estar a solas un rato. El sol habia atravesado la capa de nubes, no corria la menor brisa, era el dia mas calido de la primavera, hasta entonces. El gato se perdio al doblar la esquina de la casa. Con suma cautela mire por la ventana. Sima estaba ante el fregadero, lavandose las manos. Despues se las seco cuidadosamente, limpio la empunadura de la espada con la bayeta y volvio a dejarla en la mesa.

Para mi era una persona del todo incomprensible. Ni siquiera podia figurarme lo que pensaba. ?Que habia en su interior? Ni lo sospechaba.

Volvi a entrar y la encontre sentada ante la mesa. No dije nada de la espada. Sima me miro y me dijo:

– Chara, asi me gustaria llamarme, Chara.

– ?Y eso por que?

– Porque es bonito. Porque es un telescopio. Esta en el monte Wilson, a las afueras de Los Angeles. Pienso ir alli antes de morir. Por ese telescopio se ven las estrellas. Y cosas que uno no puede ni imaginar. Es el telescopio mas potente de todos. -Aqui empezo a susurrar como exaltada o como si estuviese a punto de revelarme una preciada confidencia-. Es tan potente, que uno puede distinguir desde la Tierra a una persona que este en la Luna. A mi me gustaria ser esa persona.

Intuia, mas que comprendia, lo que intentaba explicarme. Una jovencita perseguida que huye de todo, y principalmente, de si misma, pensaria que, puesto que era invisible aqui en la Tierra, podria hacerse visible a traves de la lente de aquel potente telescopio.

Senti como si detectase un pequeno fragmento de su identidad. Intente continuar la conversacion hablandole de los cuerpos celestes que podian verse en las claras noches otonales de luna nueva. Pero ella se retiro, no queria, como si se arrepintiese de haber hablado.

Permanecimos un rato sentados y en silencio. Despues volvi a preguntarle por que habia venido a la isla.

– Petroleo -dijo de pronto-. Pienso ir a Rusia y hacerme rica. Alli hay petroleo. Despues regresare a Suecia y me volvere piromana.

– ?Y que pretendes quemar?

– Todas las casas en las que he vivido contra mi voluntad.

– ?Piensas quemar mi casa tambien?

– Sera la unica que dejare entera. Esta y la de Agnes. Pero el resto pienso quemarlo.

Empezaba a creer que la chica que tenia sentada frente a mi estaba loca. No solo andaba por ahi con una espada bastante afilada; ademas tenia unos planes de futuro completamente absurdos.

Sima parecio leerme el pensamiento.

– ?No me crees?

– Sinceramente, no.

– Pues puedes irte al cuerno.

– No pienso permitirte que hables asi en mi casa. Puedo hacer que venga la guardia costera antes de lo que tu te crees.

Le di un golpe al plato de mi abuela que ella habia estado usando de cenicero. Los fragmentos quedaron esparcidos por el suelo de la cocina. Ella seguia imperterrita, como si mi arrebato no le incumbiese.

– No quiero que te enfades -dijo con calma-. Solo quiero pasar aqui la noche. Despues, me marchare.

– Pero ?para que has venido?

Su respuesta me dejo perplejo.

– Pero si me invitaste tu.

– No lo recuerdo.

– Me dijiste que no creias que viniese. Y yo queria demostrarte que estabas equivocado. Ademas, yo a donde voy es a Rusia.

– No creo una palabra de lo que dices. ?No puedes decir la verdad?

– Me temo que no querras oirla.

– ?Y por que no?

– ?Por que piensas que llevo la espada? Quiero estar en condiciones de defenderme. En una ocasion no pude hacerlo. Ocurrio cuando tenia once anos.

Comprendi que era verdad. Su vulnerabilidad anulaba por completo su ira.

– No te creo. Pero ?por que viniste aqui? ?No hablaras en serio cuando dices que vas a Rusia?

– Se que alli triunfare.

– ?Y que vas a hacer? ?Sacar petroleo con las manos? Ni siquiera te dejaran entrar. ?Por que no te quedas con Agnes?

– Tengo que irme. Le deje una nota en la que le avisaba de que me iba al norte.

– Pero ?si esto esta al sur!

– Es que no quiero que me encuentre. A veces se comporta igual que un perro, olisqueando tras los que se van. Solo quiero quedarme aqui por un tiempo. Despues me ire.

– Pero comprenderas que eso no puede ser.

– Si permites que me quede, te dejare.

– Me dejaras ?que?

– ?Tu que crees?

De pronto, comprendi que era lo que me ofrecia.

– Pero ?quien te has creido que soy? Olvidare lo que acabas de decir. No lo he oido.

Me indigne tanto que me fui a la calle. Pense en el rumor que, seguramente, Jansson estaria difundiendo por las islas. Me convertiria en Fredrik, el viejo que se entretenia en secreto con ninas importadas de algun pais arabe.

Me sente en el embarcadero. Lo que Sima acababa de decirme no solo me avergonzaba; tambien me entristecia. Y empece a comprender de verdad la carga que soportaba la joven.

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