que se hizo los cortes.

– Ya te lo dije, se que deberia haber bajado a verla cuando la oi. Siempre lamentare no haberlo hecho.

– No te culpo de nada. Solo quiero ver el lugar donde empezo a morir. El lugar en el que culmino su muerte ya lo he visto contigo.

Agnes iba a venir a visitarme la ultima semana de mayo, pero algo se lo impidio. Llego a cambiar la fecha dos veces. La primera, porque Miranda se habia escapado; la segunda, porque se puso enferma. Cuando florecieron los robles, aun no habia venido. La espada y la maleta con la ropa de Sima estaban en la habitacion del hormiguero. Una noche me desperte de un sueno en el que las hormigas habian empezado a extender su hormiguero por la maleta y la espada. Eche a correr escaleras abajo y abri la puerta de un tiron. Pero las hormigas seguian conquistando la mesa y el blanco tapete.

En cualquier caso, traslade las cosas de Sima al cobertizo.

Un dia, Jansson me conto, como de pasada, que la guardia costera habia encontrado hacia unos dias un barco de motor robado y amarrado cerca de las islas Suckarna. Comprendi que Hans Lundman habia cumplido su palabra.

– Cualquier dia lo atacan a uno -auguro Jansson cenudo.

– ?Quienes?

– Los gansteres. Llegan de todas partes. ?Que vamos a hacer para defendernos? ?Coger el barco y hacernos a la mar?

– ?Y a que iban a venir aqui, que iban a robar en las islas?

– Tan solo de pensarlo me pongo nervioso por mi tension.

Fui al cobertizo a buscar el tensiometro. Jansson se tumbo en el banco. Tras cinco minutos de reposo le tome la tension.

– Excelente, ciento cuarenta y ochenta.

– Creo que te equivocas.

– Pues entonces, buscate otro medico.

Entre en el cobertizo y me quede alli a oscuras, hasta que oi que Jansson salia del embarcadero.

Los dias que precedieron a aquellos en que florecieron los robles emprendi por fin la reparacion de mi barco. Cuando, despues de un gran esfuerzo, logre retirar la gran lona, encontre una ardilla muerta en la sobrequilla. Me sorprendio, porque nunca habia visto una ardilla en la isla y ni siquiera habia oido hablar de que hubiese.

El barco estaba en mucho peor estado de lo que yo temia. Despues de dos dias de exhaustivo inventario de los danos y de las medidas que habia que adoptar, me sentia dispuesto a abandonar aun antes de haber comenzado. Al dia siguiente, no obstante, continue raspando toda la pintura descascarillada del casco. Llame a Hans Lundman para pedirle consejo. Me prometio que se pasaria un dia. El trabajo iba lento. No estaba acostumbrado a realizar ninguna tarea con regularidad, salvo el bano matutino y las anotaciones en el diario.

El mismo dia que empece a raspar el barco, fui a buscar el diario de mi primer ano en la isla. Lo abri por la fecha del dia en que estabamos. Lei con asombro que habia anotado que me emborrache. «Ayer bebi hasta emborracharme.» Solo eso. Lo recordaba vagamente, pero no recordaba el porque. El dia anterior habia escrito que arregle un canalon. Al dia siguiente de la borrachera eche las redes y capture siete platijas y tres percas.

Deje el diario. Ya era de noche. El manzano estaba en flor. Pense que casi podia ver a mi abuela sentada en el banco, una figura resplandeciente que se fundia con el trasfondo, con el tronco del arbol, con las rocas, con las espinas de la maleza.

Al dia siguiente, Jansson me trajo carta de Harriet y de Louise. Finalmente habia sacado fuerzas de flaqueza para contarles la historia de la muchacha que vino a mi isla y hablarles de su tragica muerte. Empece por leer la carta de Harriet. Como de costumbre, habia escrito muchas lineas. Me escribia que, en realidad, se sentia demasiado cansada para redactar una carta. Mientras leia, fruncia el entrecejo. La caligrafia era dificil de descifrar, no como antes. Ahora las letras se retorcian sobre el papel.

Ademas, el contenido resultaba desconcertante. Me decia que se encontraba mejor, pero que se sentia mas enferma. Pero nada decia sobre la muerte de Sima.

Deje a un lado la carta. El gato se subio a la mesa de un salto. A veces envidio a los animales, porque no tienen que verselas con mensajes que llegan en sobres cerrados. ?Estaria Harriet aturdida por el efecto de los analgesicos cuando escribio la carta? Me preocupo, descolgue el telefono y la llame. Si estaba entrando en la ultima fase de su vida, queria saberlo. Deje sonar muchos tonos de llamada, pero no me respondio. Lo intente llamandola al movil, pero tampoco alli contestaba. Le deje un mensaje en el que le pedia que me llamara.

Despues abri la carta de Louise. Me hablaba del curioso sistema de galerias de las cuevas de Lascaux, en el oeste de Francia, donde, en el ano 1940, unos ninos encontraron por casualidad pinturas rupestres de diecisiete mil anos de antiguedad. Algunos de los animales tallados y pintados en la roca tenian cuatro metros de largo. «Ahora», me decia, «sobre esas obras de arte antiquisimas se cierne la amenaza de la destruccion, pues unos insensatos han instalado aparatos de aire acondicionado en los pasajes. Los turistas americanos que las visitan no deben verse obligados a abstenerse de sus comodidades, uno de cuyos principales componentes es el aire enfriado de modo artificial. Las paredes se han visto atacadas por extensas colonias de moho. Si no se le pone remedio, si el mundo entero no se responsabiliza de esto, del museo mas antiguo de que disponemos, el futuro solo podra ver esas imagenes en copias.»

Me contaba que ella pensaba actuar. Supuse que les escribiria cartas a todos los dirigentes politicos de Europa y me senti orgulloso. Mi hija oponia resistencia.

Habia escrito la carta a ratos. Tanto la caligrafia como el boligrafo variaban. Entre los pasajes serios en que expresaba su indignacion, intercalaba notas cotidianas. Se habia torcido un pie mientras iba a buscar agua. Giaconelli habia estado enfermo. Temian que fuese neumonia, pero ya empezaba a recuperarse. Y lamentaba el dolor que sentia por la muerte de Sima.

«Pronto ire a visitarte», concluia la carta. «Quiero ver la isla en la que te has escondido todos los anos que has estado apartado del mundo. A veces sonaba que yo tenia un padre tan aterradoramente hermoso como Caravaggio. Ya se que no puede decirse que sea asi. Pero ahora, al menos, para mi no volveras a ser invisible. Quiero conocerte, quiero mi herencia, quiero que me expliques todo lo que aun sigo sin comprender.»

No decia ni una palabra sobre Harriet, y yo no lo comprendia. ?Acaso no le importaba lo mas minimo su madre moribunda?

Marque una vez mas los numeros de Harriet, pero seguia sin responder. Llame al movil de Louise, y ella tampoco me contesto. Subi a la montana por la parte trasera de la casa. Hacia un hermoso dia de los que anuncian el verano. Aun no apretaba el calor, pero las islas habian empezado a reverdecer. En la distancia vislumbre uno de los primeros veleros del ano rumbo a un puerto desconocido. Senti un subito deseo de liberarme de la isla. Era tanto el tiempo de mi vida que habia malgastado en mis eternas idas y venidas entre el embarcadero y la casa…

Simplemente, queria irme de alli. Cuando Harriet aparecio en medio del hielo con su andador, anulo la maldicion en la que yo me habia escudado como en una jaula. Descubri que los doce anos que llevaba en la isla habian sido anos perdidos, un liquido que yo habia vertido en una vasija rota. Y no podia dar un paso atras, no podia volver a empezar.

Di un paseo por la isla. Olia intensamente a mar y a tierra. Unos cuantos ostreros correteaban ansiosos por la orilla picoteando con sus rojos picos. Era como si deambulase por una granja carcelaria pocos dias antes de salir por la puerta y volver a ser un hombre libre. Pero ?seria capaz de hacerlo? ?Adonde iba a ir? ?Que vida me esperaba?

Me sente bajo uno de los robles de Tratan. De repente, comprendi que tenia prisa. Ya no habia tiempo que perder. Sin importar lo que me esperase.

Aquella tarde baje al embarcadero, subi a mi bote y reme hasta Starrudden. Alli el fondo era liso. Eche un arrastre para pescar platijas, aunque no abrigaba la menor esperanza de capturar mucho, tal vez alguna platija o alguna perca de la que pudiese disfrutar el gato. La red se llenaria de las algas que ahora proliferan en el fondo del Baltico.

Tal vez el mar que se extiende ante mi vista en las hermosas noches primaverales este transformandose, poco a poco, en una cienaga.

Mas tarde, aquella misma noche, hice algo que jamas llegaria a comprender. Fui a buscar una pala y cave en el lugar donde el perro estaba enterrado. No tarde en toparme con el cuerpo en descomposicion. Y desenterre

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