– ?Estas seguro?
– Tu no figuras en el contrato de alquiler. Intenta que no te arresten.
En el pasado, los centros de asistencia familiar se establecian en las proximidades del lugar del accidente a fin de facilitar la transferencia de informacion. Esta practica fue abandonada, sin embargo, cuando los psicologos comenzaron a darse cuenta del impacto emocional que significaba para los familiares de las victimas permanecer tan cerca de la escena de la tragedia.
El Centro de Asistencia Familiar para el vuelo 228 del TransSouth Air se encontraba en el Sleep Inn, en Bryson City. Diez habitaciones habian sido convertidas en otras tantas oficinas reemplazando camas y armarios con escritorios, sillas, telefonos y ordenadores portatiles. Era alli donde se habian recogido los datos de las victimas, celebrado las reuniones y era donde las familias habian sido informadas de las identificaciones.
Todo ese proceso ya habia concluido. Con la excepcion de un par de habitaciones individuales, las que hacia unos dias habian estado llenas de parientes rotos por el dolor, personal del NTSB, investigadores del departamento del forense y representantes de la Cruz Roja, habian recuperado su funcion original.
La seguridad tampoco era la de antes. Al llegar al aparcamiento me sorprendio ver a los periodistas hablando y bebiendo cafe, evidentemente estaban esperando alguna nueva noticia.
Estaba tan concentrada en llegar a tiempo a mi cita con Tyrell que no se me paso por la cabeza que la noticia era yo. Entonces uno de ellos me enfoco con su minicamara. -Alli esta.
Otras camaras se unieron a la primera. Aparecieron microfonos y los objetivos sonaron como la grava en una moledora de cemento.
– ?Por que movio los restos?
– ?Manipulo sin autorizacion los paquetes de las victimas del desastre?
– Doctora Brennan…
– ?Es verdad que han desaparecido pruebas de casos investigados por usted? -Doctora…
Las luces de los flashes estallaban en mi cara. Los microfonos me rozaban la barbilla, la cabeza, el pecho. Los cuerpos se apretaban contra mi, se movian conmigo, como si fuese un alga marina que se enredase en brazos y piernas.
Mantuve la mirada recta, sin reconocer a nadie. El corazon me retumbaba en el pecho mientras luchaba por abrirme paso, un nadador haciendo un ultimo esfuerzo por llegar a la playa. La distancia que me separaba del motel parecia un oceano insuperable.
Entonces senti una mano fuerte que me cogia del brazo y un momento mas tarde me encontraba en el vestibulo. Un policia estatal cerro las puertas acristaladas mientras observaba a la multitud que habia quedado fuera. -?Esta bien, senora?
No respondi porque no confiaba en mi voz. -Por aqui, por favor.
Le segui hasta un grupo de ascensores. El policia espero con las manos cruzadas y los pies separados mientras subiamos. Mis pies parecian de mantequilla, trataba de ordenar las ideas.
– ?Como se entero la prensa de esto? -pregunte.
– No sabria decirselo, senora.
En el segundo piso, el policia se dirigio a la habitacion 201 y apoyo los hombros contra la pared que habia junto a la puerta.
– No esta cerrada.
Clavo los ojos en algo que no era yo.
Respire un par de veces para relajarme, hice girar el pomo y entre en la habitacion.
Detras de un escritorio situado en el otro extremo de la habitacion estaba sentado el vicegobernador de Carolina del Norte. De los cien mil millones de pensamientos que en ese momento pasaron volando por mi cabeza, solo recuerdo uno: el color de Parker Davenport habia mejorado desde el dia del accidente.
A la izquierda del vicegobernador estaba sentado el doctor Larke Tyrell, y Earl Bliss a su derecha. El forense me miro y asintio con la cabeza. Los ojos del jefe del DMORT evitaron los mios.
– Doctora Brennan, tome asiento, por favor.
El vicegobernador senalo un sillon colocado justo delante de su escritorio.
Cuando me sente, Davenport se apoyo en el respaldo de su sillon y encajo los pulgares en el chaleco. La vista que podia contemplarse detras de el era realmente espectacular, una postal de las Smoky Mountains en explosivos colores otonales. Al entornar los ojos por la claridad que entraba a traves del amplio ventanal, reconoci de inmediato mi desventaja. Si Tyrell hubiese estado a cargo de aquella reunion, yo hubiese sabido que la disposicion de los asientos era una estrategia. No estaba segura de que Davenport fuese tan listo.
– ?Quiere una taza de cafe? -pregunto Davenport.
– No, gracias.
Mirando a Davenport me resultaba dificil imaginar como habia durado tanto tiempo en la funcion publica. No era ni alto ni bajo, ni oscuro ni claro, ni suave ni brusco. El pelo y los ojos eran de un marron indefinido, su forma de hablar llana y sin ninguna elocuencia. En un sistema que elige a sus lideres basandose en el aspecto y la elocuencia, Davenport era claramente un perdedor. En resumen, el hombre era insignificante. Pero tal vez fuese esa su principal virtud. La gente votaba por Davenport y luego se olvidaba de el.
El vicegobernador desengancho los pulgares del chaleco, se examino las palmas de las manos y luego me miro.
– Doctora Brennan, se han presentado algunas alegaciones muy serias que debo considerar.
– Me alegra que nos hayamos reunido para aclarar todo este asunto.
– Si.
Davenport se inclino sobre el escritorio y abrio una carpeta. A su izquierda habia una cinta de video. Nadie hablo mientras seleccionaba un documento y lo examinaba.
– Vayamos al quid de la cuestion.
– De acuerdo.
– ?Entro usted en el lugar del accidente de TransSouth Air el cuatro de octubre antes de la llegada del NTSB o de los oficiales del forense?
– Puesto que me encontraba en la zona, Earl Bliss me pidio que me acercase al lugar del accidente.
Mire al jefe del DMORT. Sus ojos seguian clavados en las manos que descansaban sobre su regazo.
– ?Tenia usted ordenes oficiales para ir alli?
– No, senor, pero…
– ?Se identifico usted falsamente como un oficial representante del NDMS?
– No, no lo hice.
Davenport comprobo otro de los documentos.
– ?Interfirio usted a las autoridades locales en los esfuerzos de busqueda y recuperacion?
– ?Por supuesto que no!
Senti que una ola de calor me invadia el cuello y subia hasta mis mejillas.
– ?Ordeno usted al ayudante Anthony Skinner que le quitase la cubierta protectora a una de las victimas del accidente, sabiendo que existia el riesgo de que sufriese la accion de animales carroneros?
– Es el procedimiento habitual.
Me volvi hacia Earl y Luke. Ninguno de los dos me miraba. Manten la calma, me dije.
– Se ha alegado que usted rompio el «procedimiento» -Davenport enfatizo la palabra- quitando unos restos antes de que fuesen debidamente anotados.
– Ese fue un caso especial que requeria una accion inmediata. Fue una decision de sentido comun, y asi se lo explique al doctor Tyrell.
Davenport se inclino aun mas hacia adelante y endurecio el tono de su voz.
– ?Robar esos restos tambien?
– ?Que?
– El caso al que nos estamos refiriendo ya no esta en el deposito.
– No se absolutamente nada de eso.
Davenport entrecerro los insulsos ojos marrones.
– ?De verdad?
Davenport cogio la cinta, fue hasta un aparato de video y la introdujo en la ranura. Cuando pulso «play», una escena gris y espectral lleno la pantalla y supe al instante que estaba viendo una cinta de vigilancia. Reconoci la