Senti un nudo en el estomago.
– -?Donde estabas hace dos noches?
– Donde estoy cada noche. Drogandome con Ramon, mi pequeno Speedy Gonzales.
– ?De verdad?
– Es la pura verdad.
– Sam…
– Te lo digo en serio. Te estoy diciendo la verdad.
Lo mire. Estaba hundido en el sofa, con el rostro congestionado.
– Sam, ?mataste tu a Mark? ?Por los honorarios?
– -?No, Bennie, ya te lo dije el otro dia en mi despacho!
– -Tampoco me dijiste que necesitas dinero y que ademas eres un drogadicto.
– Eso no significa que sea culpable de todos los asesinatos que se cometen en esta ciudad. --Se inclino hacia adelante como si estuviera usando toda la fuerza que le quedaba en el cuerpo-. No lo comprendes, Bennie. Si se esta enganchado, se necesita dinero en el acto. En este mismo instante, ahora. No necesitas dinero para dentro de un ano ni para cuando se ejecute el testamento de Mark.
– -?Y el momento en que pudieras cobrar esas comisiones?
– -Demasiado tarde. Yo necesito dinero en efectivo, en efectivo y todo el tiempo. No presentas una factura para comprar droga, nena.
– Con la comision anual de albacea…
– No estoy en condiciones para administrar un fideicomiso. ?No puedo administrar ni mi propia vida! -Le brillaron los ojos-. Yo no mate a Mark. Era mi amigo. Lo juro por Dios.
Reflexione. ?Me mentia o no? Parecia estar sufriendo. Yo no podia recordar desde cuando eramos amigos. No podia estar segura, pero senti que debia confiar en el, aunque fuera por el momento. Al menos, su experiencia podria ayudarme a aclarar lo que le habia sucedido a Bill. De modo que le conte toda la historia, la ausencia de heridas en los brazos de Bill y lo que me habia dicho la senora Zoeller. Finalmente, le pregunte que pensaba.
– -Me suena a encerrona --dijo--. Aunque debo decirte que la ultima persona que cree que eres un drogadicto es tu madre.
– O tu mejor amiga.
Parecio triste.
– -Realmente lo siento, Bennie. Nunca quise meterte en lios.
Me ablande.
– -?Lo sabe tu madre?
– -?Crees que quiero matarla? Sabe que soy gay, pero con eso es suficiente.
Pense en la forma de vida de Sam, un homosexual que compartia las agujas para inyectarse. Sin la menor duda, intercambiaba sangres de alto riesgo.
– -Por lo que parece, a quien quieres matar es a ti mismo.
Los ojos angustiados de Sam se encontraron con los mios y no se mostraron en desacuerdo.
Mas tarde, lo meti en la cama, ahora un colchon desnudo con una de las vistas mas exquisitas de la ciudad, la de la plaza Rittenhouse. Donde habia estado la mesita de noche habia restos de pizza, ceniceros llenos de colillas y otros desperdicios.
Me puse a limpiar el piso mientras Sam dormia, agotado. Jammie 17 me hacia compania y yo iba de habitacion en habitacion barriendo y pasando la aspiradora, como habia hecho en mi apartamento despues de la visita de la policia. Pero aqui no contaba con Bruce, ya que la radio y el aparato de musica habian desaparecido. Por tanto, no tuve mas remedio que cantar.
«Ten un poco de fe, hay magia en estaba la noche. No eres una belleza, pero, hey, estas muy bien.»
Cuando ya era de noche y Sam se desperto, el canto se convirtio en persuasion, luego en ruegos y finalmente, en chillidos. Lo abrace, le dije que comiera algo y lo meti en una ducha tibia mientras Jammie 17 desaparecia de la vista. Haria cualquier cosa para que aguantara la noche. Le hice tirar todo lo que utilizaba para drogarse y que tenia escondido en distintos sitios, un monton de agujas ensangrentadas, cucharas y distintos objetos que el denominaba sus «operativos». Examine toda la casa con el detras de mi, gritandome y rogandome que lo dejara. Pero no le preste atencion hasta que finalmente cedio. Perdi la nocion del tiempo; incluso llame a un servicio telefonico de ayuda a drogadictos mientras Sam se desesperaba. Con ese apoyo, pasamos el via crucis de sudores, temblores y nauseas a medida que iban haciendo acto de presencia. En el otro extremo de la linea telefonica, un alma generosa y con experiencia se mantuvo a mi lado y al lado de Sam a traves de la oscuridad, sin hacer preguntas, solo ofreciendo su ayuda.
Al alba, Sam se habia dormido del modo mas profundo que yo jamas hubiera visto, mas profundamente que Jammie 17, echado a sus pies, y sin que lo molestaran dos llamadas consecutivas de Ramon. A la tercera llamada, la voz del camarero parecia presa del panico y vi claramente que lo que buscaba no era amor. Descolgue el telefono.
Cuando finalmente se hizo de dia, me levante del duro suelo de madera y me estire, al tiempo que miraba por la ventana hacia la plaza. Me dolia cada musculo del cuerpo, pero la vista era hermosa ese sereno amanecer de domingo. Las farolas aun estaban encendidas en la plaza y brillaban debilmente en la brumosa manana gris. Los bancos verdes estaban vacios, ni siquiera los vagabundos habian hecho acto de presencia. A mi izquierda, el centro de Filadelfia refulgia, pero el Silver Bullet parecia muy distante y hundido en la niebla. A la derecha se veian las casas residenciales del sur de la plaza y la calle que habia sido nuestra, la de R amp; B. Pense en Mark, luego en Grady.
Grady. Me pregunte como estaria. Mire el telefono descolgado en el suelo al lado de Sam y Jammie 17. Era un riesgo, pero quise hablar con el. Una fugitiva necesita a su abogado, ?no? La madrugada que lo habia dejado habia sido exactamente como esta. ?Cuanto tiempo habia pasado? La verdad es que lo echaba de menos. Recogi el telefono y marque su numero.
– Residencia Wells -dijo una voz de mujer como un suave murmullo.
Me quede perpleja. Tape el auricular con la mano. ?Su antigua novia? ?Otra mujer?
– -?Si? --volvio a decir la mujer. Apenas pude oirla.
Adios, pense, y colgue.
28
Pase la manana del domingo cuidando a Sam, que lloro, durmio y balbuceo como un personaje de comic de Foghorn Leghorn en una historia de nunca acabar. Quise leer los periodicos para saber lo que la policia estaba diciendo de mi, pero hacia tiempo que habian dejado de enviarlos por falta de pago. Trate de no pensar en Grady, lo que no me resulto muy dificil, ya que estaba atareada con Sam, que me juraba que queria curarse.
– ?De verdad? -le pregunte mientras le hacia una tostada, el unico alimento que pude encontrar en el apartamento.
– -Estoy preparado para dejarlo. Se acabo.
– -Aun estas a medio camino, Sam.
– Lo se. «Tal vez, digo, tal vez haya sido un solteron demasiado tiempo.»
– Basta ya de comics. -Coloque la tostada en un plato reluciente y se lo puse delante mientras el se apoyaba en un codo sobre la mesa-. No volvere a repetirtelo.
– Bueno, bueno -refunfuno Sam agitando una mano temblorosa en el aire. Tenia los ojos enrojecidos tras las gafas, la piel con un tono amarillento y estaba en los huesos, ahora que no se cubria con un traje hecho a medida-. Pense que te gustaban, Bennie. ?Por que te irritan tanto y tan de repente?
– Me he dado cuenta de que los usas como fachada! Te escondes detras de ellos, no quieres enfrentarte con la realidad. Lo he visto y comprobado.
Puso los ojos en blanco.
– Neurastenica -musito.
– Sam, ya me has oido. Ahora, come.