Cogio la tostada y volvio a dejarla.

– ?Ha llamado Ramon?

– Olvidate de el. Es una mala influencia para ti.

– Por supuesto que si. Por eso me gusta. «Solo me gustan si son altos, morenos y siniestros.»

Lo mire con suspicacia.

– Es de algun comic, ?no?

– -De ninguna manera. De modo que llamo, ?verdad?

– No tiene importancia. No permitire que vuelvas jugar con el.

– -?Te haces cargo de mi alimentacion y de todo?

– -Bingo.

– -Espero que lo hagas mejor conmigo que con Jammie 17. Esta demasiado flaco. --Siguio al gato con los ojos mientras este caminaba de un lado a otro y se frotaba contra el taburete de la cocina.

– Ayer le di unas galletas.

– Necesita comida de verdad.

– Cuando anochezca, saldre a buscar comida para le dos. -Me sacudi de las manos las migas de tostada en moderna cocina. Estaba reluciente tras mi limpieza da la noche anterior y tan vacia que nadie diria que alli vivia alguien.

Sam guardo silencio un momento.

– -Muchas gracias por lo de anoche, por todo lo que hiciste.

– -Olvidalo.

– -No, se que estas en peligro. Esto es lo ultimo que te faltaba.

– -No me importa ayudarte, pero no soy una experta. El hombre del servicio telefonico de ayuda me dijo que tendrias que ingresar en un centro de rehabilitacion.

– No, jamas -gruno Sam-. De ninguna manera.

– Me dijo que Eagleville esta bien y ademas no esta lejos de aqui.

– No lo necesito. Puedo hacerlo solo. Estoy a mitad de camino. Tu misma lo dijiste.

– Me dijo que es lo mejor. Se trata de adquirir una nueva forma de comportamiento.

Se le subieron los colores.

– -No asistire a ninguna rehabilitacion de mierda. No estoy dispuesto a perder todo lo que he conseguido en Grun. No. Aprecio todo lo que estas haciendo por mi. Se que ha sido duro para ti, pero no insistas con esto de la rehabilitacion. Eso es todo, amiga mia.

– Pero necesitas una terapia…

– ?Una terapia de electroshock? ?Como tu madre?

Fue un golpe bajo. No supe que decir. Se me hizo un nudo en la garganta.

– Mierda -dijo frotandose irritado la frente-. Mierda. Lo siento.

«?Una terapia de electroshock?» No pude aguantar esas palabras. Me hacian demasiado dano; dejaron en el ambiente un desagradable malestar. Porque era cierto. Yo habia enviado a mi madre al electroshock. Habia apretado un gigantesco boton rojo en su cerebro. La habia hecho saltar por los aires. ?Como estaba ahora, a menos de diez minutos de aqui? ?Me animaba a ir a plena luz del dia?

– Bennie, no era mi intencion decirte eso. Estaba furioso. -Sam quiso cogerme de la mano, pero yo ya me dirigia a la puerta del apartamento. Queria irme. Quiza a buscar comida, quiza a ver si mi madre estaba bien.

– Volvere -le dije.

– -Bennie, lo siento. No te vayas.

– Tu y el gato necesitais alimentaros. Espera aqui y no contestes el telefono.

– No era mi intencion. -Se puso de pie haciendo un esfuerzo y casi se cae al intentar seguirme hasta la puerta-. Bennie…

– Cuida del gato -dije, y cerre la puerta.

Al salir del edificio, me puse las gafas oscuras bajo el sol brillante. Estaba nerviosa, expuesta a cualquier peligro. Habia demasiada gente en Rittenhouse Square. Un chico que hacia jogging casi me atropella y tuve que esquivarle de un salto.

– -?A ver si mira por donde va! --grito un portero--. ?Esta bien, senorita? -Se me acerco. Era un hombre mayor con una gorra marron y una chaqueta con hombreras.

– -Estoy bien.

– -?Esta segura? -Sus ojos acuosos mostraban preocupacion-. Pense que se la llevaba por delante.

– -Estoy bien, no se preocupe.

– -No esta permitido correr asi, ?sabe? Esto es propiedad privada, no publica, ya me entiende.

– Si, gracias, pero he de irme.

– Si estan corriendo, ?para que necesitan un atajo? Se supone que quieren hacer ejercicio, ?verdad? -siguio diciendo incluso cuando yo ya me alejaba-. ?Por que lo hacen?

Pero yo ya estaba en marcha vigilando la calle tras mis gafas de sol. No habia coches de policia con o sin matricula a la vista y la plaza estaba llena de viandantes que disfrutaban del buen tiempo. Habia deportistas que corrian, amantes abrazados leyendo periodicos en los bancos. Camine rapidamente por la acera del edificio de Sam y pase de largo por la tienda de comestibles de la esquina porque era una clienta habitual.

Me dirigi a la soleada calle Veintidos pasando por las boutiques exclusivas que abastecian este distrito residencial de gente rica. Procuraba no levantar la cabeza para no encontrarme con nadie conocido, y me encamine al supermercado de la calle Spruce. Era inmenso, anonimo y jamas hacia mis compras alli.

Me faltaba una manzana para llegar, pero me sentia acalorada en mi ropa arrugada. Miraba a un lado y a otro, fijando la atencion en los coches que habia a ambos lados de la calle. Ningun Crown Vic a la vista, pero cuando gire en la esquina me tropece con un coche patrulla.

Dios santo. Respire hondo. Era un coche blanco con el emblema dorado y turquesa de la policia de Filadelfia. Tenia el motor en marcha, pero no habia nadie en su interior. Estaba frente a un restaurante chino. Tal vez el policia estaba tomando un cafe, tal vez no. ?Me buscaban en las inmediaciones de la casa de mi madre o por todo el centro de la ciudad? La zona era pequena.

Me apresure al pasar por la tienda Great Scot y me olvide de mis compras. El instinto me ordenaba salir corriendo, esconderme. Mantuve el ritmo en las piernas y gire en la esquina, saliendo de la calle Spruce y del area de vision del coche patrulla. Empece a caminar mas rapido mirando el reloj como si llegase tarde a algun sitio. Era una mujer con la ropa arrugada y con muchisima prisa un domingo por la manana. ?Llegaba tarde a misa? ?O a una reunion de amigas?

Trate de correr sin mostrarme demasiado temerosa. No sabia adonde iba. Tampoco podia volver a casa de Sam. Era demasiado arriesgado. Estaba demasiado lejos de la casa de mi madre, si hubiera querido ir alli. No tenia adonde ir. Huia y tenia miedo.

Delante de mi, a pocas manzanas, estaba el Silver BuIlet. Un rascacielos impresionante. Grun. ?Por que no? Era un sitio tan bueno como cualquiera y yo todavia era Linda Frost. ?Una abogada de Nueva York trabajando un domingo? Normal.

Mantuve el ritmo de mis pasos, adelante a los domingueros de compras y a los turistas y me encamine hacia el edificio. Estaba sudando, pero no jadeaba demasiado. Gracias a Dios por las gradas del estadio y por el remo. Gracias a Dios que aun estaba en libertad. Pensandolo bien, quiza creyera en Dios. Reduje el paso adoptando la parsimonia habitual en una abogada y empuje las puertas giratorias del edificio, donde de repente perdi toda compostura.

Frente al mostrador de recepcion habia dos policias de uniforme hablando con el guardia de seguridad.

29

No podia darme media vuelta e irme. No podia correr. Por un momento no supe como reaccionar. Pero reaccione. Debia actuar. Me acerque al mostrador de recepcion con aplomo. Era la neoyorkina Linda Frost. Una

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