apreto la mano hasta que la sintio gritar-. ?Alguna vez te has parado a pensar que quiza tu nunca estuviste con el?
Le solto la mano mientras ella permanecia inmovil, con la mirada fija y una expresion que el desconocia.
– ?Eres consciente de que Luther te quiere tanto que nunca intento ponerse en contacto contigo, nunca intento ser parte de tu vida, porque es lo que tu quieres? Esta totalmente aislado de la vida de su unica hija que vive a unos pocos kilometros de su casa. ?Alguna vez te has preguntado como se siente? ?Alguna vez el odio te ha permitido planteartelo?
Kate no respondio.
– ?Alguna vez te has preguntado por que le queria tu madre? ?La imagen que tienes de Luther Whitney es tan deforme que no puedes entender por que le queria? -Jack la cogio de los hombros, la sacudio-. ?Alguna vez el maldito odio te deja ser compasiva? ?Alguna vez te permite querer, Kate?
Jack la aparto con un fuerte empujon. Ella trastabillo sin desviar la mirada.
– La verdad es que no te lo mereces. -Hizo una pausa y se decidio a acabar la frase-. No te mereces que te quieran.
En un arrebato de furia, Kate rechino los dientes, el rostro desfigurado por la colera. Solto un grito y se lanzo sobre el. Descargo los punos contra el pecho de Jack, le abofeteo. Jack no sintio los golpes mientras veia rodar las lagrimas por las mejillas de la joven.
El ataque concluyo con la misma rapidez con que habia comenzado. Kate se sujeto al abrigo de Jack, los brazos le pesaban como plomo. Fue entonces cuando comenzaron los sollozos y resbalo hasta el suelo, con el rostro banado en lagrimas; los sollozos resonaban en la pequena sala.
Jack la levanto y la coloco como un objeto fragil sobre el sofa.
Se arrodillo a su lado, la dejo llorar, y ella lloro durante un buen rato, su cuerpo se tenso y relajo hasta que el sintio que perdia fuerzas, notaba las manos pegajosas. Por fin la abrazo, apoyo el pecho contra el costado de Kate. La joven se cogio al abrigo con sus manos de dedos largos y sus cuerpos se sacudieron al unisono. Cuando paso la crisis, Kate se sento poco a poco, con el rostro lleno de manchas rojas.
Jack se aparto.
– Vete, Jack -dijo ella sin mirarle.
– Kate…
– ?Vete! -El grito sono fragil, derrotado. Kate se cubrio el rostro con las manos.
El dio media vuelta y salio del apartamento. Mientras caminaba por la calle miro un momento hacia el edificio. La silueta de Kate se recortaba en la ventana, miraba hacia el exterior, pero no le miraba a el. Buscaba algo y Jack no sabia que podia ser. Quizas ella tampoco lo sabia. Mientras miraba, ella se aparto de la ventana y al cabo de un instante se apagaron las luces de la casa.
Jack se seco los ojos y continuo su camino. Regresaba a casa despues de vivir uno de los dias mas largos de su vida.
– ?Maldita sea! ?Cuanto tiempo? -Seth Frank estaba junto al coche. Todavia no eran ni las ocho de la manana.
El joven agente del condado de Fairfax ignoraba la importancia del acontecimiento y se sorprendio ante el estallido del detective.
– La encontramos hace cosa de una hora; un tipo que corria vio el coche y dio el aviso.
Frank camino alrededor del coche y espio el interior desde el costado del pasajero. El rostro mostraba una expresion de paz, muy distinta a la del ultimo cadaver que habia visto. La larga cabellera suelta caia sobre el asiento y rozaba el suelo. Wanda Broome parecia dormida.
Tres horas despues terminaron las investigaciones de la escena del crimen. Encontraron cuatro pastillas en el asiento del coche. La autopsia confirmaria que Wanda Broome habia muerto como consecuencia de una sobredosis de digitalina comprada con una receta a nombre de la madre pero que obviamente no habia entregado. Llevaba muerta dos horas cuando encontraron el cadaver en un sendero de tierra medio oculto alrededor de un estanque a unos doce kilometros de la mansion de los Sullivan, apenas pasado el limite del condado. La unica otra prueba tangible estaba en la bolsa de plastico que Frank se llevaba a la jefatura despues de recibir el permiso de la jurisdiccion vecina. La nota estaba escrita en una hoja de papel arrancada de una libreta en espiral. La escritura era femenina, fluida y ornada. Las ultimas palabras de Wanda habian sido una suplica de perdon desesperada. Un alarido de culpa en tres palabras.
«Lo siento tanto.»
Frank condujo rapidamente entre los arboles casi pelados y el pantano paralelo al sendero sinuoso. Habia metido la pata hasta el cuello. ?Como iba a imaginar que la mujer era una suicida en potencia? El historial de Wanda Broome la marcaba como una sobreviviente. Frank no podia menos que sentir pena por la mujer, pero tambien le enfurecia su estupidez. El podria haberle conseguido un trato, ?un trato de fabula! Entonces penso que sus instintos habian acertado en una cosa. Wanda Broome habia sido una persona muy leal. Habia sido leal a Christine Sullivan y no podia vivir con la culpa de haber contribuido, aunque fuera sin ninguna intencion, a su muerte. Una reaccion comprensible si bien lamentable. Pero tras su desaparicion, la mejor, y quizas unica, oportunidad de Frank para pescar al culpable acababa de desaparecer.
El recuerdo de Wanda Broome paso a segundo plano mientras se concentraba en como atrapar al hombre que ahora era el responsable de la muerte de dos mujeres.
– Maldita sea, Tarr, ?era hoy? -Jack miro a su cliente sentado en la recepcion de Patton, Shaw. El hombre parecia un pulpo en un garaje.
– A las diez y media. Ahora son las once y cuarto. ?Significa que me corresponden cuarenta y cinco minutos gratis? Por cierto, tienes una pinta espantosa.
Jack se miro el traje arrugado y se paso la mano por el pelo revuelto. El reloj interno todavia marcaba la hora de Ucrania, y la noche sin dormir no habia ayudado a su aspecto.
– Creeme, la pinta no es nada comparado con como me siento.
Los dos hombres se estrecharon la mano. Tarr se habia vestido para la ocasion: los tejanos sin agujeros, y llevaba calcetines con las zapatillas de tenis. La chaqueta de pana era una reliquia de principios de los setenta, y el peinado era la marana de rizos de siempre.
– Eh, si quieres lo dejamos para otro dia, Jack. Yo entiendo de resacas.
– De ninguna manera cuando te has vestido de gala. Acompaname. Solo necesito comer algo. Te invitare a comer y no te cobrare la consulta.
Lucinda, muy puesta y seria a la hora de mantener la imagen de la firma, respiro aliviada al verles marchar. Mas de un socio de Patton, Shaw habia cruzado la recepcion con un gesto de espanto al ver a Tarr Crimson. Esta semana habria numerosos memorandos.
– Lo siento, Tarr. Estos dias voy a toda pastilla. -Jack arrojo el abrigo sobre una silla y se sento. Sobre la mesa habia una pila de mensajes de un palmo de altura.
– He escuchado por ahi que estabas fuera del pais. Espero que en algun lugar divertido.
– No lo era. ?Que tal van los negocios?
– Florecientes. Muy pronto podras considerarme un cliente legitimo. Tus socios se sentiran mejor cuando me vean sentado en la recepcion.
– Que les den por el culo, Tarr, tu pagas las facturas.
– Mejor ser un gran cliente que paga algunas de las facturas que no uno pequeno que las paga todas.
– Nos tienes bien calados, ?no? -Jack sonrio.
– Eh, tio, cuando ves un algoritmo, los has visto todos. Jack abrio la carpeta de Tarr y le echo una ojeada.
– Tendremos tu nueva corporacion lista para manana. Constitucion de una sociedad en Delaware con calificacion en el distrito. ?Conecto?
Tarr asintio.
– ?Como piensas capitalizarla?
– Tengo la lista de posibles. -Tarr saco una hoja de papel-. Lo mismo que la ultima vez. ?Tengo descuento en la tarifa? -Tarr sonrio. Le gustaba Jack, pero el negocio era el negocio.
– Si, esta vez no pagaras el aprendizaje de un asociado demasiado caro y poco informado.