Sullivan que pueda ser utilizado en este caso. El juicio no es contra Sullivan. Somos nosotros contra el estado.

– Jack, no te dejaran que lleves caso.

– Estupendo, entonces renunciare. Montare mi propia barraca.

– No puedes hacer eso. Ahora las cosas te van de perlas. No puedes dejarlo como si tal cosa. No por esto.

– Entonces, ?por que? Se que tu padre no le dio una paliza a esa mujer y despues le volo la cabeza. Es probable que fuera a la casa para robarla, pero no mato a nadie, eso si lo se. Estoy seguro. ?Quieres saber algo mas? Estoy convencido de que sabe quien la mato; eso es lo que lo tiene aterrorizado. Vio algo en aquella casa, Kate. Vio a alguien.

Kate solto el aliento mientras calaban en ella las palabras. Jack suspiro y se miro los zapatos.

Se levanto, cogio el abrigo y, con animo jugueton, metio los dedos en la cintura del pantalon de Kate y tironeo.

– ?Cuanto hace que no comes?

– No lo recuerdo.

– Pues yo recuerdo cuando llenabas los pantalones de una forma harto agradable para cualquier hombre.

– Muchas gracias -respondio ella con una sonrisa.

– Todavia no esta todo perdido, aun podemos hacer algo al respecto.

Kate miro los cuatro rincones del apartamento. No tenia ningun atractivo.

– ?Que has pensado?

– Costillas, patatas y alguna cosa mas fuerte que una gaseosa. ?Hecho?

– Espera que busque mi abrigo -contesto Kate sin vacilar.

En la calle, Jack le abrio la puerta del Lexus. Se fijo en como Kate no se perdia ni un solo detalle del coche de lujo.

– Segui tu consejo. Decidi gastar un poco del dinero ganado con el sudor de la frente. -No habia acabado de sentarse cuando aparecio un hombre en la puerta del pasajero, con barba canosa y bigotito.

Llevaba un sombrero de fieltro, y el abrigo marron abotonado hasta el cuello. En una mano sostenia una minigrahadora y en la otra una credencial de prensa.

– Bob Gavin, senora Whitney. Creo que se corto la comunicacion. -Miro a Jack y fruncio el entrecejo-. Usted es Jack Graham. Le vi en la comisaria. El abogado de Luther Whitney.

– Felicitaciones, senor Gavin, tiene una vista excelente y una sonrisa encantadora. Adios.

– Espere un minuto, venga, solo un minuto -rogo Gavin mientras se sujetaba a la puerta-. El publico tiene derecho a saber la historia de este caso.

Jack comenzo a decir algo, pero Kate le interrumpio.

– Lo sabra, senor Gavin. Para eso son los juicios. Estoy segura de que usted tendra un asiento en primera fila. Buenas noches.

El Lexus arranco. Gavin penso en correr detras del coche pero desistio. A los cuarenta y seis anos y en deficiente estado fisico era un candidato firme al infarto. Ademas, todavia era muy pronto. Ya les pillaria. Se arrebujo en el abrigo para protegerse del viento y se marcho.

Era casi medianoche cuando el Lexus se detuvo delante del edificio de Kate.

– ?Estas seguro de que quieres hacerlo, Jack?

– Demonios, nunca me gustaron los murales, Kate.

– ?Que?

– Vete a dormir. Los dos necesitamos descansar.

Ella apoyo una mano en la puerta y entonces vacilo. Se volvio para mirar a Jack al tiempo que, con un ademan nervioso, se arreglaba el pelo detras de la oreja. Esta vez no habia dolor en la mirada. Era otra cosa. Jack no acababa de adivinarlo. ?Quizas alivio?

– Jack, las cosas que dijiste la otra noche…

El sintio una opresion en la garganta, apreto el aro del volante con las dos manos. Hacia tiempo que se preguntaba cuando surgiria el tema.

– Kate, he pensado en…

Ella le tapo la boca con la mano. Un pequeno suspiro escapo de sus labios.

– Tenias razon, Jack, sobre un monton de cosas.

El espero que entrara en la casa y despues se marcho.

Cuando llego a su casa el casete del contestador automatico se habia acabado. El intermitente rojo estaba fijo. Decidio que lo mas sensato era no hacerle caso. Desconecto el telefono, apago las luces e intento dormir.

No era facil.

Habia actuado con mucha confianza delante de Kate. Pero ?a quien pretendia enganar? Hacerse cargo del caso por su cuenta, sin hablar con nadie de Patton, Shaw amp; Lord era un suicidio profesional. Sin embargo, ?habria servido para algo? Ya sabia la respuesta. En el caso de poder escoger, sus socios se hubieran cortado las venas antes de tener a Luther Whitney de cliente.

Pero el era abogado y Luther necesitaba uno. Los temas importantes como este nunca era sencillos, por eso se esforzaba en la medida de lo posible en que las cosas fueran blancas o negras. Buenas. Malas. Correctas. Erroneas. No era facil para un abogado preparado para buscar lo gris en todo. Un abogado en cualquier posicion dependia de quien era el cliente para comer cada dia.

El habia tomado su decision. Un viejo amigo luchaba por salvar la vida y le habia pedido que le ayudara. A Jack no le importaba que su cliente pareciera ahora dispuesto a rechazarlo. Los acusados en muy poco dados a colaborar. Bueno, Luther le habia pedido ayudar y la recibiria, la quisiera o no. En este asunto no habia grises. No habia vuelta atras.

21

Dan Kirksen abrio el Washington Post mientras acercaba el vaso de zumo de naranja a la boca. No llego a probarlo. Gavin se las habia apanado para escribir un articulo sobre el caso Sullivan con el unico hecho concreto de la participacion de Jack Graham, flamante socio de Patton, Shaw amp; Lord, como defensor del acusado. Kirksen llamo de inmediato a la casa de Jack. No obtuvo respuesta. Se vistio, pidio su coche y a las ocho y media entraba en el vestibulo de la firma. Paso por delante de la vieja oficina de Jack donde se amontonaban las cajas y objetos personales. El despacho nuevo de Jack estaba un poco mas alla, al otro lado del que ocupaba Lord. Una belleza de seis metros por seis con un bar, muebles antiguos y una vista panoramica de la ciudad. Mucho mas bonito que el suyo, penso Kirksen amargado.

El sillon estaba de espaldas a la puerta. Kirksen no se molesto en llamar. Entro y arrojo el periodico sobre la mesa.

Jack se giro en el sillon lentamente. Miro el periodico.

– Bueno, al menos han escrito el nombre de la firma correctamente. Estupenda publicidad. Nos conseguira casos de primera.

Kirksen se sento sin apartar la mirada de Jack. Replico al comentario de Jack con voz pausada y muy clara, como si hablara con un nino.

– ?Te has vuelto loco? No nos ocupamos de casos criminales. No nos ocupamos de ninguna clase de litigios. -Kirksen se levanto con un movimiento brusco, le brillaba la calva, su cuerpo diminuto temblaba de rabia-. Sobre todo cuando el animal ha asesinado a la esposa del principal cliente de la firma -anadio con voz chillona.

– Eso no es del todo correcto. No nos ocupabamos de casos criminales pero ahora si. Ademas, en la facultad me ensenaron que el acusado es inocente hasta que se demuestre lo contrario, Dan. Quiza lo has olvidado. -Jack miro a Kirksen muy tranquilo. «Cuatro millones contra tus seiscientos mil. Callate, gilipollas.»

Kirksen sacudio la cabeza y miro al techo con el aire de quien se enfrenta a una situacion absurda.

– Jack, quiza no tienes muy claros los procedimientos que se siguen en la firma antes de aceptar cualquier

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